Aina Bauzá cruzó ayer la línea de llegada en Martinica a las 13:21 hora local. Lo hizo a bordo del Engie – Dessine-moi la High Tech junto a la francesa Axelle Pillain, completando una de las ediciones más duras de la Transat Café L’Or —conocida anteriormente como Transat Jacques Vabre—. Tras 21 días y más de 5.000 millas navegadas y una travesía marcada por temporales, desvíos obligatorios y un Atlántico imprevisible, el dúo celebró la llegada después de una aventura oceánica de máxima exigencia. Con este resultado, Bauzá se convirtió oficialmente en la primera mujer española en completar esta prestigiosa regata transatlántica.
La competición propuso una carrera entre la costa normanda y el Caribe, un desafío que combinó resistencia y estrategia, en la que participaron los mejores regatistas oceánicos del mundo. Ayer, la dureza del Atlántico se dejó sentir desde la primera noche: tres trimaranes Ocean Fifty volcaron y sus tripulaciones tuvieron que ser rescatadas —todas en perfecto estado—, un recordatorio del nivel de presión al que se enfrentó cada barco.
El Golfo de Vizcaya marcó uno de los episodios más complicados. El mal tiempo obligó a la organización a decretar una parada de seguridad en A Coruña para la clase Class40. Aina y Axelle llegaron el 29 de octubre después de una noche especialmente compleja y retomaron la regata el 1 de noviembre, una vez la meteorología ofreció una ventana más segura. Pese a la pausa, las condiciones siguieron siendo muy duras: al salir de Galicia, el Engie – Dessine-moi la High Tech tuvo que atravesar frente tras frente, encadenando días de viento fuerte y mar muy agitada.
Al llegar a las Azores, la flota se dividió en dos grandes grupos con apuestas estratégicas opuestas. La opción norte, inicialmente más rápida, quedó atrapada en zonas de calma. El grupo sur —en el que navegaban Aina y Axelle— recorrió más millas pero encontró finalmente mejores vientos alisios, lo que les permitió mantener ritmo y progresión hacia el Caribe.
Para la regatista mallorquina del Club de Vela Port d’Andratx, esta fue su segunda gran aventura atlántica, apenas un año después de batir el récord mundial en solitario entre Cádiz y San Salvador. Su participación también fue posible gracias al programa Cap pour Elles, una beca impulsada por la propia organización de la regata que selecciona en cada edición a un único equipo para fomentar la presencia femenina en las grandes regatas oceánicas y que permitió a Bauzá participar en esta gran aventura.
En este cruce, la compenetración con Pillain fue clave: cada maniobra, cada guardia y cada decisión táctica exigieron coordinación a bordo del Class40, una embarcación rápida, técnica y físicamente muy exigente. Siempre con una sonrisa y buen humor, Aina compartió el día a día con seguidores a través de una comunidad de WhatsApp, siempre con humor y una sonrisa.
Tras su llegada a Martinica, Bauzá cerró una travesía marcada por la tenacidad, la estrategia y la capacidad de sobreponerse a un Atlántico especialmente difícil. Una aventura que reafirmó la solidez del proyecto y demostró que la navegante mallorquina llegó al panorama internacional de la vela oceánica para quedarse.
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