La visita de Estado que Felipe VI y Letizia han realizado esta semana a China, la primera del reinado, ha servido para proyectar el buen estado de la relación con España en un momento en el que Pekín acelera su ambición de convertir su poder económico en influencia política global. El viaje ha reforzado la imagen de España como uno de los países europeos más próximos a China en contraste con la creciente indefinición estratégica de la Comisión Europea. Mientras Bruselas continúa debatiéndose entre considerar a China socio, competidor y rival sistémico, el Gobierno de Pedro Sánchez, según fuentes del Ministerio de Economía, ha apostado por una vía de interlocución constante que busca proteger intereses económicos y ganar presencia en el mayor mercado del mundo.
Xi ya viajó a España en 2018 y se le ha hecho una nueva invitación para que vuelva en los próximos meses
Este miércoles, Xi Jinping recibió a los Reyes con todos los honores y calificó la relación con España como “constructiva”, un marco que encaja con la lectura española. Felipe VI defendió que ambos países deben avanzar desde el “pragmatismo”, palabra que resume la filosofía del viaje: evitar tensiones políticas innecesarias y centrarse en actualizar una alianza que se enfrenta a un tablero internacional cada vez más volátil. Xi ya viajó a España en 2018 y en esta visita se le ha vuelto a invitar a que lo haga en los próximos meses.
La dimensión económica ha sido el principal eje del viaje, aunque también ha habido espacio para la cultura, con la reina Letizia recordando a Antonio Machado en la ciudad de Chengdú (primera escala de la visita) e impulsando el aprendizaje del español. China es el primer socio comercial de España en Asia y el cuarto a nivel global, pero la relación registra un fuerte desequilibrio: en 2024 el comercio bilateral alcanzó los 53.000 millones de euros, con 37.700 millones en importaciones y solo 15.300 en exportaciones españolas. El patrón se replica —y amplificado— en la Unión Europea, cuyo déficit con China superó los 300.000 millones de dólares el último año. En este contexto, el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, que ha acompañado a los Reyes durante todo el viaje, dijo a la prensa española que la óptima situación de la relación bilateral es un “win-win” también para la UE, aunque haya quien mire con recelo el creciente acercamiento entre Madrid y Pekín.
La falta de una estrategia clara de la UE con respecto a China condiciona este acercamiento. Bruselas vive en la contradicción. Limita proveedores chinos en telecomunicaciones, pero multiplica la importación de productos industriales; defiende su industria automovilística, pero descarta aranceles que pueden enrarecer aún más la relación. La consecuencia es una fragmentación que deja a la UE en otro de sus eternos debates sobre para dónde avanzar, en un momento en el que Xi y Donald Trump, presidente de EEUU, están echando un pulso y buscan aliados. Según fuentes diplomáticas europeas, las autoridades chinas cargan contra la UE como ente obviando que todo lo que se aprueba o rechaza en Bruselas por consenso lo está votando cada país miembro (también España, Hungría o Eslovaquia, los tres países con los que Pekín, según esas fuentes, tiene ahora mayor conexión). Buscan la división de los Veintisiete mimando las relaciones diplomáticas uno a uno.
Macron, en las próximas semanas
En este difícil puzle global, España, así como también Francia, Alemania y otros países, intentan no perder su propio espacio. El viaje de los Reyes se suma a las tres visitas consecutivas que Pedro Sánchez ha realizado desde 2023, una constancia diplomática que comparte Emmanuel Macron, que regresará a Pekín en las próximas semanas. Según fuentes del Ministerio de Economía, España busca mantener una interlocución fluida sin salirse del marco europeo, pero decidida a proteger su posición en un mercado que concentra buena parte del crecimiento internacional.
El mensaje que deja esta visita de Estado es claro: en una Europa que aún no sabe qué papel quiere jugar frente a China, España ha apostado por el pragmatismo, incluido quejarse, pero de manera contenida, por la falta de derechos humanos en el país, algo que Felipe VI hizo en público (y ante ciudadanos españoles, no las autoridades chinas) durante su último discurso de la visita de Estado una hora antes de coger el avión para volver a España.
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