El Rey Felipe VI se reunió este miércoles madrugada (hora española) con el presidente chino, Xi Jinping, en el Gran Palacio del Pueblo de Pekín. La cita selló la «profundización» del acercamiento español a China, con la celebración de los 20 años de «asociación estratégica integral» entre ambos países.
Los monarcas llegaron el martes a la capital china procedentes de Chengdú, acompañados por los ministros de Exteriores, José Manuel Albares, y de Economía, Carlos Cuerpo. Tras una cena privada previa con Xi y su esposa, Peng Liyuan, iniciaron este miércoles la agenda oficial, que incluye la firma de acuerdos bilaterales y una cena de gala en honor de los Reyes.
La visita es respuesta a la que realizó Xi a España en 2018 con un nivel diplomático equivalente.
Aquella había sido organizada inicialmente por Mariano Rajoy, con la intención de que España pudiese participar en el proyecto de la «nueva ruta de la seda», antes del viraje geopolítico de los últimos años… pero finalmente la disfrutó Pedro Sánchez, aupado a Moncloa unos meses antes, tras la moción de censura.
Desde entonces, los lazos entre Madrid y Pekín no han cesado de estrecharse.
Alianza económica
Lo que Sánchez comenzó en 2022, con tres viajes en poco más de dos años, ahora lo consolida Felipe VI, como embajador de máximo rango de la política exterior del Gobierno.
Este viaje de Estado refuerza una apuesta por lo que desde Exteriores llaman una política exterior «con voz propia», diferenciada de la posición mayoritaria de sus socios europeos y atlánticos.
El objetivo declarado es «acelerar las relaciones económicas, comerciales y de inversiones».
Cuerpo fue explícito: la «relación es todavía muy asimétrica en lo comercial» con un déficit de 40.000 millones de euros. España quiere «atraer inversiones que tengan valor añadido, que tiren de cadena local y generación de empleo» y promuevan transferencia de tecnología. La delegación reunió a más de 400 empresas españolas y chinas.
Sin embargo, esta estrategia ha generado críticas crecientes desde Bruselas, que no ve ese «valor añadido» ni para España, cuyo modelo critica como «poco afortunado», ni para la propia Unión Europea y sus Estados miembros.
El vicepresidente de la Comisión Europea encargado de Industria, Stéphane Séjourné, cuestionó abiertamente la estrategia de Sánchez hace ahora dos meses. Señaló que «no es buena» porque no impulsa realmente la industria de la Unión Europea.
La preocupación de Bruselas es que los proyectos por los que apuesta España que «generan empleo de baja calidad», centrando las inversiones en el «mero ensamblaje» con componentes mayoritariamente importados desde China, «sin transferencia de tecnología real ni valor añadido para Europa».
Séjourné ejemplificó con la fábrica de Chery en Barcelona, antigua planta de Nissan.
Allí se ensamblan vehículos con kits CKD (Completely Knocked Down) donde la mayoría de componentes siguen siendo chinos, y ya armados, los vehículos tienen mejor acceso al mercado único europeo.
La Comisión aboga por exigir un mínimo del 60% de componentes europeos para que estas operaciones tengan auténtico valor industrial. España, en cambio, facilita inversiones con criterios menos exigentes.
Pero este desacuerdo puntual refleja una tensión más profunda y política.
Madrid defiende la necesidad de «diversificar mercados» ante un «EEUU que se ha mostrado como socio agresivo«.
Cuerpo argumenta que la UE debe ser «actor principal» en la redefinición de las reglas geoestratégicas, lo que requiere «hablar con todos los actores principales». Pero para Bruselas, ser actor principal no significa abrir puertas traseras que erosionen la autonomía industrial europea.
La mano y la «traición»
Cuerpo defiende que España tiene «normativa específica para acoger inversión extranjera e imponer condiciones». Pero también reconoció que China es «la segunda o primera economía del mundo» y, sin embargo, es «apenas la 20ª en inversión en España», sugiriendo que los nuevos proyectos responden a una apertura deliberada tras años de restricciones.
La comitiva española fue recibida por la prensa oficialista china con agasajos… y la celebración de las posiciones «audaces» de la España de Sánchez «traicionando» las posiciones tradicionales de sus socios y aliados.
De hecho, preguntado sobre el tema de los derechos humanos a su llegada a Chengdú, Cuerpo fue rotundo: «Ese asunto tiene sus ámbitos específicos». Los derechos humanos se tratan en «foros multilaterales que compartimos con China, como Naciones Unidas o el G-20″.
Esta compartimentalización divide también a Europa.
Mientras Madrid abraza el acercamiento económico, Washington amenaza con represalias contra empresas españolas por los contratos tecnológicos con Huawei. Y Bruselas apuesta por el «control de riesgos», advirtiendo a Madrid que los modelos de inversión española erosionan la soberanía industrial del continente.
Culminando el acercamiento del Gobierno español a Pekín, Felipe VI estrechó este miércoles la mano de Xi. Pero ese saludo también lleva implícitas las tensiones que la «audacia» de Sánchez suscita entre sus socios y aliados.














