En la sociedad “del negacionismo y de la desinformación”, todo lo que no sea un mensaje consensuado y único contribuye a “sembrar el caos”. Así lo cree la geóloga Inés Galindo, coordinadora de Emergencias del CSIC, que tiene años de experiencia en todo tipo de desastres naturales: el volcán de La Palma de 2021, los vertidos de fuel en Gran Canaria en 2024 o, más recientemente, el fuego que arrasó el paraje natural de Las Médulas. Los científicos, cree Galindo, deben hacer ciencia para “aportar su granito de arena” a la respuesta a las catástrofes. Por eso, en una entrevista previa a impartir una conferencia en el marco del ciclo de conferencias ‘Ciencia ante una emergencia: la dana’ organizado por el CSIC en su sede de València, rechaza entrar en valoraciones sobre la gestión política de la emergencia. ¿Puede volver a ocurrir una catástrofe de la magnitud de la dana? Sí. ¿Cuándo? Es imposible de predecir, afirma la científica. Por eso, insiste en la necesidad de contar con la voz de los científicos en la gestión de la emergencia y espera que todo el mundo, expertos y gestores incluidos, hayan aprendido. En futuros escenarios de catástrofe, apunta, “si llega una alerta, todo el mundo va a reaccionar”.
El 9 de noviembre, apenas unos días después de la barrancada, el CSIC se incorporó al Cecopi, el órgano que dirigió la emergencia. Lo hizo a través de la activación de un protocolo, el del Grupo de Asesoramiento en Desastres y Emergencias (GADE), y con el objetivo de prestar consejo científico y especializado a las diferentes administraciones que lideraban la respuesta a la dana. Es un mecanismo relativamente nuevo, que data de 2024, porque se creó después del covid y el volcán de La Palma. Antes, el CSIC ya actuaba como órgano asesor, pero este protocolo estructura ese asesoramiento. Para responder a la dana desde la ciencia, el CSIC movilizó a más de 200 personas de 29 centros organizadas en 15 grupos de trabajo, como los especializados en inundaciones, movimientos del terreno, aguas, riesgos sanitarios o infraestructuras, entre otros.“Que haya mensajes distintos siembra el caos”.
Inés Galindo, coordinadora de Emergencias del CSIC, también durante la dana / Francisco Calabuig
No fue tarea fácil. No por los lodos, ni por el agua, ni por los daños materiales, ni por las infraestructuras destruidas. La ciencia y general, y los científicos en particular, recibieron toneladas de mensajes desacreditando su trabajo o su experiencia. No hay que irse muy lejos: el investigador Fernando Valladares, también del CSIC, denunció amenazas por su labor de divulgación tras la dana. “Es complicado”, reconoce Inés Galindo. A su juicio, “vivimos en la sociedad del negacionismo y de la desinformación”, donde “parece más importante la opinión de una persona con muchos seguidores en redes sociales que la información de un investigador que tiene años de experiencia en el tema”.
Por eso, los esfuerzos deben estar centrados en dar “un mensaje consensuado y único”. “Que haya mensajes distintos a distintos niveles, no solo desde la gestión de la emergencia sino desde diferentes organismos, lo único que hace es sembrar el caos”, denuncia. No es una frase hecha: esa confusión “dificulta las evacuaciones, tomar medidas e incluso las labores de rescate”. Como ejemplo de buena práctica, cita el volcán de La Palma. “Había un comité científico, que emitía un comunicado que se pasaba al comité director, que decidía”, explica. Esa voz única, como la de Fernando Simón durante la pandemia, es “importante que sea una persona con credibilidad, y eso no se crea de la noche a la mañana”. Pero es fundamental para que los afectados y víctimas confíen en los gestores de la emergencia.
“Es difícil que te escuchen todo lo que quieras”
Sobre si el Cecopi fue un entorno complicado, Galindo no entra a valorar su funcionamiento. Eso sí, apunta que “como en otras catástrofes, es importante contar con un comité científico dentro de cualquier plan de emergencia, porque eso permite a los gestores tomar decisiones basadas en la ciencia”. Sobre si los representantes del CSIC en el Centro de Coordinación Operativa Integrada se sintieron escuchados, cree que “es difícil que te escuchen todo lo que tú quieres”. “También es difícil ser gestor, cuando eres gestor tienes que atender a todo lo que tienes alrededor y los científicos somos un palito más”, apunta. Un “palito” que “no tiene las prioridades, las tienen los gestores”. Que deben, considera la investigadora, “contar con el conocimiento científico”.
En cuanto a cómo se podría haber mejorado la gestión de la dana del 29 de octubre, la geóloga apuesta por la formación. “Si tienes entre tus funciones gestionar riesgos, tienes que tener conocimiento sobre riesgos o, por lo menos, poder apoyarte en gente que lo tenga”, apunta.

Inés Galindo, coordinadora de Emergencias del CSIC, también durante la dana / Francisco Calabuig
“Si hay una alerta de otra dana, todo el mundo reaccionará”
Llega el otoño y, con él, la preocupación de los afectados por la dana y de los vecinos de la zona cero. El miedo a la repetición. Inés Galindo cree que, si se repite la situación meteorológica del 29 de octubre, una de las claves será avisar a la población. “Yo creo que, si llega una alerta, todo el mundo va a reaccionar”, considera. Cree que, “desgraciadamente, parece que tienen que ocurrir cosas así para que aprendamos”, e insiste en que ahora toca “trabajar para no olvidar esto y meterlo en un cajón”.
Por eso, cree que la gran asignatura pendiente es la cultura de la prevención. “Las emergencias no se solucionan con un gestor, o con la UME, o con un científico, sino con todos; todos tenemos que tener en cuenta que somos parte de Protección Civil”, destaca. Y esa cultura de la prevención es transversal: desde el urbanismo hasta la formación. De lo primero, apunta que “hace mucho tiempo que se tendría que haber dejado de construir en zonas de riesgo”. De lo segundo, vuelve a insistir en la formación. “Si yo fuese responsable de algo así, me prepararía”, concluye.
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