Sin embargo, un fenómeno sociológico marcado por la coyuntura económica ha provocado el despoblamiento de muchas zonas rurales y, con ello, de la dinámica del día a día en las poblaciones. Muchos de los pueblos del interior de la provincia envejecen y la gente joven apenas está presente en periodos vacacionales.
Esta es una dinámica contra la que se todos los municipios tratan de luchar, estableciendo sinergias y estrategias con el fin de que estas localidades sigan vivas dentro de la complejidad que supone su contexto. El fútbol no es, ni mucho menos, ajeno a esta situación.
Viver, el mayor ejemplo
Viver es la población con más habitantes de la provincia, con 1.691, que no puede disfrutar de fútbol. En el Enrique Villalonga se han dejado de cantar goles esta temporada: el club no formalizó equipo tras ser un habitual de la Segunda Regional en las últimas campañas. Los de la comarca del Alto Palancia, incluso, se instalaron en la zona alta de la categoría gozaron de opciones de pelear por el ascenso a Primera Regional en algún curso que otro.
Pero no es la única población que llora la ausencia de fútbol en su población. En la última década hay muchos otros equipos que, desgraciadamente, se han visto obligados a hacer el mismo camino con anterioridad.
Un ejemplo de ello es el Tírig, que en 2019 tuvo que cerrar la persiana debido a la falta de jóvenes que tuvieran disponibilidad para poder comprometerse a jugar con el equipo. El club, fundado en 1981, echó el cierre cuando militaba en Segunda Regional, siendo un clásico de la zona norte.
Tres años antes también dejaron de competir La Jana, que en el verano del 2016 confirmó su adiós, cuando también competía en la categoría más humilde de la provincia de Castellón; y también el Alfondeguilla, que llegó a jugar en Primera Regional pero que, finalmente desapareció siendo a día de hoy la cuarta población con más habitantes sin disponer de equipo de fútbol, con 877.
Villar de Canes también se vio obligado a renunciar al fútbol en 2013, mientras que el Montanejos se resistió pero, finalmente, también cayó, dejando sin fútbol no solo a la población sino también a la comarca del Alto Mijares, una comarca que a día de hoy presenta una población de casi 4.000 habitantes. Más tiempo llevan sin ver rodar un balón en su pueblo en Tales (desde 2011); y también en Santa Magdalena de Polpis, desde el lejano año de 1990.
Escasos regresos
La mayoría de estos pueblos cuentan con más de medio millar de habitantes. Y eso que en el presente ejercicio han vuelto a la competición equipos como el Sant Mateu, un clásico que llevaba sin fútbol desde 2016; y el Benlloch, además de volver el fútbol a Sant Jordi de la mano del Eture.
Y más todavía
La despoblación también está provocando la desaparición del fútbol en las zonas rurales de la provincia, a las localidades mencionadas se suman otras como Llucena, les Useres o Navajas.