MAZÓN DIMITE | El hombre que no supo reinar

El pasado mes de abril, en la primera de las dos únicas conversaciones cara a cara que he mantenido con el president Mazón desde la Gran Riada, le pregunté directamente si pensaba agotar la legislatura e incluso si en sus cálculos entraba ir más allá y repetir como candidato del PP a la presidencia de la Generalitat Valenciana en las siguientes elecciones. “Lo único que quiero es no salir de este edificio como un asesino”, me contestó. Esa frase, que ha sido una obsesión durante todo este tiempo, explica una parte del comportamiento de Mazón desde que el 29 de octubre de 2024 el diluvio cayó sobre Valencia mientras él estaba a cubierto en un restaurante sin darle importancia a lo que sucedía fuera, y seguramente está en el origen de los incontables errores que ha ido cometiendo día tras día hasta llegar al desenlace: su dimisión como presidente de la Generalitat, mal anunciada y peor gestionada, y la liquidación de su carrera política con tan solo 50 años de edad. Mazón dijo que iba a liderar la reconstrucción, pero lo que ha hecho ha sido pasarse doce meses tratando de reconstruirse a sí mismo, a la vista está que sin conseguirlo. Las víctimas pueden llamarle asesino. Y lo seguirán haciendo. Tienen derecho a ese desahogo. Pero no lo es. Es sencillamente un dirigente que no supo estar a la altura y que por eso debía irse. Y sin embargo, interiorizó tanto el calificativo que ha pasado un año tratando de endosárselo a otro. Hasta hoy, cuando dijo que él “sólo” se había equivocado, y que Pedro Sánchez por el contrario había actuado con maldad. Lo único que ha logrado con ese relato ha sido cavar cada día un poco más su propia fosa, hasta tocar fondo. Porque incluso si ello fuera así, que no lo es, un pecado jamás lavaría al otro. Así que su empeño, como se ha acabado viendo, fue desde el primer momento estéril. Y perjudicial para todos.

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