Es posible que haya muy pocas obras que fueran más solicitadas en Zamora antes de su construcción. Fue una petición de los vecinos de infinidad de pueblos durante lustros, incluso décadas. Hasta que hace 18 años se inauguró definitivamente el puente nuevo de Manzanal. Una obra que sirvió para unir de una manera más segura las comarcas de Tierra de Alba y Tierra del Pan, lo que también significaría que los alistanos podrían viajar desde Zamora sin necesidad de pasar por un puente arcaico o dar un descomunal rodeo por la siempre peligrosa N-122. En definitiva, un paso de gigante antes de que se pusiera de moda aquello de la despoblación.
La inauguración oficial se produjo el 29 de octubre de 2007, lo que convierte a este puente en mayor de edad desde hace algo más de 48 horas. Al contario que muchos actos de similar índole, donde más allá de los políticos y los medios de comunicación no hay nadie más, centenares de vecinos se acercaron hasta el cauce del río Esla -o del Embalse de Ricobayo, según se mire- para tan deseado momento. El corte de cinta corrió a cargo del por aquel entonces presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, mientras que el otrora presidente de la Diputación de Zamora, Fernando Martínez Maíllo descubrió una placa conmemorativa.
Aquella placa, con los años, ha sido vandalizada… Pero eso es harina de otro costal. Cierto es que la administración provincial fue la que menos contribuyó a la construcción, pese al nada desdeñable 24% del valor total de esta obra. Unas labores que tuvieron un coste de más de 13 millones de euros, sufragados también por la Junta de Castilla y León (44%) y fondos FEDER solicitados por el Gobierno central (32%). Una lucha de tres lustros convertida en una realidad gracias a los necesarios acuerdos entre administraciones. Como dijo en su momento el senador popular Dionisio García Carnero, «a todos los que hemos luchado, esta obra nos llena de satisfacción».
Tres puentes, un objetivo
El puente nuevo de Manzanal es el tercero construido en el mismo emplazamiento para cruzar desde el municipio del que toma nombre hasta Palacios del Pan. Cierto es que hasta hace menos de un siglo todavía había que cruzar en barca el río Esla aún sin embalsar, pero desde entonces Manzanal del Barco se ha convertido en un pueblo marcado por sus puentes. Primero fue el ‘Puente Chiquito’, muchas veces escondido bajo el agua, que facilitó el paso de margen a margen allá por 1929. Cuatro años después llegaría el ‘Puente Mázares’, que aguantó en funcionamiento más de siete décadas. Siete, un número mágico en el pueblo, si sumamos el Viaducto Martín Gil, los dos puentes de La Galvanera y el pequeño puente de Prado Ancho.















