La Biblioteca eterna

Imaginaba Borges que «el paraíso era una especie de Biblioteca» confesando sentirse más orgulloso de los libros que había leído que de los que había escrito. Y hace más, muchos siglos más, Cicerón sentenció que «si tienes un jardín y una biblioteca, tienes todo lo que necesitas». Tal vez no sea así, pero un poco lo es. Comparaba Umberto Eco sus libros con un botiquín de medicinas, «no tienes por qué utilizarlas, pero ahí están por si las necesitas». Eran excéntricos los libros de caballería de don Alonso Quijano; pero él se armó con sus quijotescas excentricidades para ser el caballero andante «Don Quijote de la Mancha». Solo puede uno ser Quijote de su vida, salir del anonimato y de la estúpida existencia anodina leyendo y el escenario ideal para hacerlo es la Biblioteca.

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