Marina pasó los años más importantes de su infancia en California hasta que su familia se mudó a Madrid. Un día llamó a la puerta de su casa una vecina preocupada y le dijo a su madre, americana de nacimiento, que sus hijos “odiaban el inglés”. A partir de ese momento, Lenny empezó a darles clase, pero con un método diferente al que estaban acostumbrados en nuestro país, ya que esta mujer estaba firmemente convencida de que “la mejor forma de que cojan cariño al idioma es a través de los juegos, las manualidades. la cocina, y sobre todo, de pasarlo bien”. Poco a poco se empezó a correr la voz de estas clases particulares que impartía en el propio salón de su casa, y así nació lo que hoy en día es La Casita de Inglés.
Durante esos años su hija, actual CEO de esta red de centros de enseñanza de inglés, Marina Molares, se formaba en Bellas Artes y ayudaba a su madre de vez en cuando dando clases de arte a niños en su casa. Hasta que en 2001 empezaron a darle forma a esta idea de negocio en un chalet de Pozuelo de Alarcón y fueron abriendo gradualmente otros centros en otros puntos del territorio. Actualmente cuentan con 7 establecimientos propios y 10 franquiciados.
“Cuando nos vinimos a vivir a España una de las cosas que nos dimos cuenta era que la forma de enseñar era demasiado académica”, recuerda Marina Molares, que compara nuestro sistema con el de Estados Unidos donde “los niños íbamos al colegio con ganas porque era muy participativo y se hacían experimentos, manualidades y cosas divertidas”.
El objetivo de La Casita de Inglés ha sido desde sus inicios atraer precisamente este concepto educativo a sus centros. A día de hoy, relata Molares, “La Casita de Inglés es un espacio mágico donde los niños vienen a aprender jugando a través de manualidades, cocina, música, yoga y experimentos”. Una de las cosas más importantes es que los profesores son nativos y hablan a los niños en inglés “desde que entran hasta que salen”.
El secreto de su éxito es que “no utilizamos ni fichas, ni deberes sino que seguimos el temario de Cambridge, pero enseñando el vocabulario, la gramática y la fonética a través de juegos”, lo que consigue que “los niños se lo pasen tan bien que no se dan cuenta de que están aprendiendo”.
Su singular metodología propia a través del juego, la diversión y la creatividad, sumada a su inmersión lingüística total mediante su equipo de profesores nativos, y su trato flexible y familiar que se adapta a las necesidades de los padres, han hecho de La Casita de Inglés una red de centros de prestigio que sigue aumentando por el territorio.
“La clave es que los padres saben que el método del libro de texto de toda la vida no ha funcionado y lo que les hace falta a los niños para aprender inglés es poder hablarlo y por eso nosotros desbloqueamos la vergüenza de hablar”, recalca Molares. En este sentido, destaca que son “conscientes de que la academia tradicional está obsoleta y que la mejor forma de aprender es viviendo, una idea que a los niños les encanta y les divierte muchísimo”. Además, añade Molares que “si los niños vienen felices, los padres están felices también de que sus hijos aprendan y entren a clase con ganas”.
En La Casita de Inglés cuentan con varias modalidades educativas dependiendo de la edad y del nivel de aprendizaje. Para los más pequeños existe Baby & Meen el que los bebés y sus progenitores desarrollan sus habilidades lingüísticas a través de juegos sensoriales.
A partir de los tres años y hasta los ocho pueden escoger entre dos opciones. Por un lado están las Home Express, que son salas en las que los niños pasan una hora realizando diferentes actividades.
Pero sin duda, su “plato estrella es el Home Circle”, un tipo de sesión rotatoria en la que durante dos horas los niños van desplazándose por cuatro salas, llevando a cabo diversas actividades. Desde manualidades para practicar vocabulario y estructuras a través de la conversación, hasta cocina para aprender medidas y tiempos verbales en inglés, pasando por juegos de mesa, dinámicas para fomentar la comunicación espontánea, música, yoga, juegos de rol o actividades de artes escénicas donde aprenden expresión corporal, pronunciación y memorización.
“Lo importante -remarca- es que los niños entiendan que el inglés es un idioma vivo y divertido, porque las películas están en inglés, las canciones más populares también. Así es como entienden que el idioma mola y no es aburrido”.
Seguidamente, de los ocho hasta los doce años, los alumnos acuden a los Home Run, que tienen una dinámica parecida al Home Circle, con cuatro salas en las que van rotando cada media hora, pero haciendo un mayor hincapié en las cuatro habilidades cruciales del idioma: writing (escritura), reading (lectura), listening (escucha) y speaking (conversación).
A partir de los trece años las clases comienzan a ser exclusivamente online con profesores nativos y enfocadas sobre todo en la conversación. “Para nosotros es importante que las familias entiendan que cuando quieres aprender un idioma no lo haces escribiendo, sino hablando y escuchando”.
Además de la formación presencial, esta red de centros de aprendizaje ofrece la posibilidad de impartir clases online desde los cuatro años, para niños, adolescentes y adultos que prefiran optar por esta modalidad.
Desde La Casita de Inglés llevan a cabo otras actividades complementarias como campamentos, talleres y días sin cole. En verano organizan el Camp Treetop, un campamento “como los de Estados Unidos, pero sin salir de España” en el que durante quince días los niños de entre ocho y doce años disfrutan en Valladolid de una experiencia inmersiva con profesores nativos.
Cada semana el equipo de La Casita de Inglés manda una newsletter a las familias de los alumnos en el que detallan el contenido que van a ver durante los siguientes días.
También cuentan con una nueva plataforma digital para las familias mediante la cuál los padres pueden cancelar de manera fácil una clase y buscar entre las opciones que ofrece el centro otro día para recuperar la sesión. Una herramienta útil y flexible que permite al centro adaptarse a las necesidades de cada alumno.
En definitiva y gracias al boca a boca, La Casita de Inglés ha ido expandiéndose por el territorio nacional y es que, reconocen, “la mejor publicidad son unos padres satisfechos”. Entre sus objetivos a corto plazo se encuentra la apertura de nuevos centros en Móstoles (Madrid) y en Valencia en 2026. A largo plazo les gustaría seguir abriendo establecimientos en otras regiones y sueñan con, algún día, poder estar presentes en las capitales de provincia. Pese a todo esto, su meta no es “el crecimiento rápido”, sino el poder “adaptarnos a las familias dando el trato que nos gustaría a nosotros recibir como padres”, concluye Marina Molares.