Todo el mundo se divierte en los critériums de exhibición. Los espectadores son los primeros y los que se colocan detrás de las vallas porque pueden ver a los ídolos de cerca, y mucho más si estas estrellas se llaman Tadej Pogacar, Jonas Vingegaard, Primoz Roglic e Isaac del Toro, el ciclista mexicano que ha revolucionado la parte final de la temporada ganando todas aquellas carreras en las que no participaba su jefe esloveno y vencedor del Tour, entre mil carreras más.
Los corredores, cuatro en este caso, cuatro de los mejores del mundo, se lo pasan bien, se van atacando entre ellos, ahora te escapas tú y luego lo hago yo, y no tienen ninguna presión salvo cobrar la suculenta prima -muchos miles de euros- que perciben para que Andorra la Vella y Les Escaldes pasen una mañana dominical diferente. Allí donde pasean centenares de turistas cargados de bolsas y con la tarjeta de crédito roja por las compras, circulan a toda pastilla, porque no saben ir lentos, cuatro corredores, ni uno más ni uno menos, que reconfortan el cartel de la Andorra Cycling Masters, carrera creada para luego ser ofrecida a las plataformas de contenido televisivo, y para deleite y promoción del pequeño país pirenaico.
De izquierda a derecha, Del Toro, Vingegaard, Pogacar y Roglic, en la salida del circuito de la Andorra Cycling Masters. / Sergi López-Egea
La parte principal de la exhibición, por la zona comercial de la capital andorrana y Les Escaldes -cuesta adivinar dónde empieza una ciudad y acaba la otra-, se resuelve en poco menos de una hora de competición. 15 vueltas y 32 kilómetros a un circuito, que aparte de los transeúntes, algunos de ellos sorprendidos por el evento ciclista, reúne a aficionados, sobre todo franceses, que no han querido perderse un duelo entre cuatro, que gana Roglic por la acumulación de puntos, y porque de buena mañana se fue con los tres otros astros a subir en plan cronoescalada a La Gallina, el puerto más señor por dificultad en territorio andorrano.
Luego, ya en el centro comercial, se suceden los ataques y hasta se puede vivir con entusiasmo una vuelta con Pogacar y Vingegaard en cabeza, que sirve para recordar el duelo de los últimos años, que se reeditará la próxima temporada en un Tour que sale de Barcelona y que se presenta oficialmente el próximo jueves en París.

Pogacar, en acción. / Sergi López-Egea
Sirve la ocasión para que Vingegaard se deje querer por el Giro, para que Pogacar empiece a poner muchas dudas a que corra la Vuelta 2026 y para que Roglic no se moje mucho y sólo hable de super equipo Red Bull ante el notable fichaje de Remco Evenepoel, que también habría tenido plaza por honores propios en la exhibición andorrana.
Y todos sonríen y se dan palmadas, olvidan las rencillas, si es que las hubo al margen de la competición, y Del Toro, el más joven, es el que gana en el circuito, aunque Roglic se lleva el trofeo gracias al triunfo previo en la cronoescalada a La Gallina.
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