En tiempos de desorden mundial e inseguridad energética para los países no autosuficientes, casi en todas partes en el mundo está volviendo a oírse con fuerza la voz de los defensores de la energía nuclear. Consciente de ello y con un problema de abastecimiento en casa, el Gobierno de Aleksandar Vucic ha anunciado recientemente su intención de construir, a más tardar para 2040, centrales nucleares en Serbia. Un plan no exento de polémica, ya que Belgrado, candidato a entrar en la Unión Europea, ha abierto negociaciones paralelas con Rusia, Occidente y algunos países asiáticos para contruir las infraestructuras que planea.
Las últimas informaciones se han conocido precisamente en estos días. En declaraciones desde Moscú, el embajador serbio en ese país, Momcilo Babic, ha explicado que su país está en conversaciones «serias» con Rosatom, la corporación estatal rusa de energía atómica. «No creo que exista mejor compañía en el mundo para construir una planta de energía nuclear. Estoy convencido de que habrá avances en los próximos años», ha dicho Babic, según recogió el diario serbio Danas. Rusia se suma así a los contactos ya establecidos por Belgrado con China, Eslovenia, EEUU, Francia (que incluso ya realizó un estudio de factibilidad) y Corea del Sur (con la cual Belgrado firmó un memorando de entendimiento sellado por la empresa Korea Hydro & Nuclear Power).
«Es el habitual malabarismo de Vucic para ganar apoyo para su Gobierno autocrático. Es su juego al alza de siempre. Con esta manera de negociar, está diciendo: ‘te doy esto y tú, a cambio, tendrás que darme esto; si no lo haces, ojo, porque me iré con otro'», dice Radomir Lazovic, diputado del Partido Verde, una formación con una decena de integrantes en el Parlamento local. Según explica, su formación está en contra del plan gubernamental «por múltiples razones, entre ellas que se considera peligrosa a esta energía, y que, en caso de que se llegue a un acuerdo con Moscú, eso también haría Serbia más dependiente de Rusia, cuando ellos ya son nuestros principales suministradores de gas», argumenta. Por el contrario, «lo que habría que hacer es diversificar e invertir más en energía solar y eólica», afirma.
En efecto, tanto la decisión en sí como los potenciales socios con los que el Gobierno serbio está negociando, han levantado diversas críticas en la oposición, los ecologistas e incluso diversos analistas. «Las preocupaciones son muchas, también porque Serbia no tiene especialistas con capacidad para manejar de manera segura a infraestructuras tan complejas», afirma Aleksandar Kovacevic, experto en energía nuclear. «Cuando no tienes suficiente personal capacitado, tienes que recurrir a nacionales de otros países, lo que es problemático», argumenta.
La construcción de centrales nucleares en Serbia supondría, de hecho, un cambio radical para este país, que nunca antes ha tenido infraestructuras de este tipo en su territorio. De hecho, en la época de la Yugoslavia socialista (de la que era parte Belgrado), las entonces autoridades sí habían tenido el anhelo de producir energía nuclear a través de la fusión. Incluso llegaron a construir una planta, pero que fue inaugurada en 1977 en Krsko, Eslovenia (también de propiedad de Croacia) y, tras el accidente nuclear de Chernóbil en 1986, Belgrado declaró una moratoria contra la construcción de centrales nucleares. Sin embargo, entre noviembre y diciembre pasado, con el país distraído por el estallido de la protesta estudiantil aún hoy en curso, el Gobierno de Vucic logró que se retirase esa moratoria, poniendo fin a tres décadas años de prohibición.
Gas ruso
«El asunto sólo se discutió en una sesión parlamentaria, que además fue interrumpida, y desde entonces el Gobierno apenas ha proporcionado información clara sobre su plan», dice Predrag Momcilovic, director de la Fundación para una Política Verde de Belgrado. «Esto explica por qué durante todo un año apenas se ha hablado de este asunto en Serbia, la gente no está informada», añade. «Por no hablar de la eventualidad de que Rusia se convierta en nuestro socio en este proyecto, lo que constituye un problema aún más grande, ya que ya les compramos el 90% del gas que consumimos y así quedaríamos aún más atados a ellos», critica.
Moscú, en efecto, ya controla parte de los recursos energéticos de Serbia. Ejemplo es el caso de Naftna Industrija Srbije (NIS), una empresa parcialmente controlada por Gazprom Neft y Gazprom, y que ahora mismo además enfrenta incertidumbre debido a las sanciones internacionales contra Rusia. Moscú la adquirió en 2008 a través de una inversión relativamente pequeña pero que ha resultado muy ventajosa. En concreto: el acuerdo le ha garantizado a Gazprom «los recursos nacionales de petróleo crudo en la fase de exploración y producción de Serbia, la producción nacional de gas natural y el mercado minorista doméstico de productos petrolíferos refinados, los cuales, en conjunto, generan una cuarta parte de los ingresos presupuestarios nacionales de Serbia», señalaba un informe de Kovacevic publicado en 2023 en The Atlantic Council.
Problema de abastecimiento
Dicho esto, en verdad, Serbia sí tiene en la actualidad un problema energético, que se une al daño ambiental que el país sufre por sus actuales vetustos sistemas de abastecimiento y producción, según diversos informes. El analista Aleksandar Kovacevic lo resume así: «Todo el sistema energético se está cayendo a pedazos. Las refinerías de petróleo de Novi Sad no están operativas. Las minas de lignito están casi agotadas y expuestas a las inundaciones. Serbia es ahora incluso importadora de carbón. Durante años fue autosuficiente, pero ahora la recibe de Indonesia». «Además de ello, en Serbia un 60% de la población (especialmente en áreas rurales) utiliza leña para la calefacción, cuyo coste ha aumentado de 35 a 90 euros por metro cúbico en los últimos 2,5 años, lo que también ha afectado a la agricultura y hecho subir el precio de los alimentos», añade.
En este marco, también Francia ha manifestado especial interés en ser un posible socio de Serbia. La compañía francesa EDF ya firmó en 2024 diversos acuerdos con Belgrado y en julio pasado el propio Gobierno serbio informó que un estudio francés estableció que el plan no sólo es factible, sino que se necesitaría una inversión de unos 30 millones de dólares para las primeras dos etapas de creación del programa nuclear. Un estudio que, sin embargo, se publicó antes de que las autoridades serbias filtraran que están asimismo en conversaciones «serias» con Rusia, lo que aún deja todas las opciones abiertas.
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