Una noche de copas en una mítica discoteca del Perellonet acabó en un enfrentamiento entre un hombre y un grupo de jóvenes iniciado, supuestamente, después de que los chavales le recriminaran la actitud que estaba mostrando hacia una de sus amigas. Ahora, el presunto acosador se enfrenta a cuatro años y medio de cárcel acusado de un delito de lesiones con uso de instrumento peligroso por las heridas que presuntamente le causó a uno de los amigos, al que golpeó con un vaso de cristal que le rompió en la cara, causándole diversos cortes por los que le tuvieron que poner 19 puntos de sutura.
Durante el juicio celebrado este viernes en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Valencia, el procesado, un hombre de nacionalidad marroquí con una condena previa por violencia de género, ha negado los hechos que se le imputan y ha defendido que él fue la única víctima esa noche. Según ha afirmado, estaba tomando algo en la discoteca cuando «cinco o seis chavales vinieron a por mí». Preguntado por el motivo, desconoce por qué lo hicieron y remarca que huyó de la discoteca al ver la situación porque «no quería problemas». A este respecto, ha declarado que se fue a pie después de darle las llaves de su coche a un amigo: «No quería conducir porque había bebido».
Una testigo se llevó el coche
Sin embargo, el vehículo fue interceptado horas después por la Guardia Civil en los alrededores de la discoteca conducido por una mujer, a la que ha manifestado no conocer de nada. «Identificamos el vehículo dando vueltas con una actitud rara y le dimos el alto. Al consultar en la DGT, los datos del coche comprobamos que el titular era el acusado», han declarado los agentes que intervinieron esa noche. Ninguno de ellos llegó a ver al presunto agresor, y al llegar se encontraron a un grupo de jóvenes «alterados, con ansiedad y en estado de exaltación porque uno de ellos tenía una raja profunda en la cara».
La mujer que conducía el coche tampoco vio nada, según ha testificado, aunque durante su declaración ha tratado de exculpar en todo momento al hombre que conocía «de vista» y con el que tenía «poco trato». Según ha sostenido, en un momento de la noche vio como «un grupo grande de amigos» empezó a discutir con el acusado, le empujaron y poco después «salieron de la discoteca persiguiéndole». Preguntada por la fiscal y la jueza, la testigo ha sido incapaz de aclarar cómo puede confirmar que los jóvenes salieron tras su conocido si, como había afirmado, no lo vio salir del local.
Tampoco ha podido resolver las dudas sobre cómo acabó con su coche si apenas lo conocía. «Me las dio un amigo suyo al que conozco de la playa, que es donde solemos ir todos cuando cierran la discoteca. Me dijo que fuera a buscarlo porque yo no había bebido casi y estuve dando vueltas por la zona», ha esgrimido. Una versión que contradice a la del acusado, que ha mantenido que esa noche estaba solo. Lo que sí ha dejado claro la mujer es que ella no vio el botellazo, aunque ha insistido que el presunto agresor «no llevaba nada en las manos. Lo sé porque gesticulaba».
Perjuicio estético «importante»
La víctima y dos amigos que han declarado durante el juicio han sostenido que la pelea comenzó porque el acusado estaba acosando a la novia de uno de ellos. «Me acerqué para decirle que dejara de molestarla y me contestó que estaba casado y que no estaba haciendo nada», ha esgrimido uno de los implicados. El afectado, por su parte, ha relatado que al salir a la terraza de la discoteca el hombre se volvió a aproximar a la chica. «Mi amigo le empujó, me acerqué para mediar. Le recriminé que estuviera molestando a mi amiga y me rompió una copa en la cara. Me quedé aturdido porque me toqué la cara y tenía sangre», ha relatado el joven, quien considera que el ataque «fue intencionado». El tercer implicado ha señalado que tras agredir a su amigo, el hombre se dio a la fuga: «Empecé a seguirle, pero escaló un muro y se escapó».
Los hechos ocurrieron la madrugada del 13 de julio de 2024, sobre las 04.00 horas, en la discoteca Calavera del Perellonet. Según sostiene la Fiscalía, el acusado se enzarzó en una discusión con uno de los jóvenes, cuando el afectado intervino para separarlos y calmar los ánimos colocándose entre los dos. Tras propinarle un golpe con un vaso de cristal, que le rompió en la cara, el agresor se dio a la fuga. Como consecuencia del golpe, el joven, entonces con 21 años de edad, sufrió diversos cortes en la cara y en la mano que precisaron de asistencia hospitalaria de urgencia por los que le pusieron 19 puntos de sutura, 17 en la cara y dos en la mano. Por estas lesiones que tardaron en sanar 28 días, el afectado sufre un perjuicio estético «importante» valorado en 22 puntos por el forense.
De ahí que el Ministerio Fiscal solicite para el acusado una pena de prisión de 4 años y 6 meses por un delito de lesiones con uso de instrumento peligroso, además del pago de una indemnización de 23.360 euros, 1.360 por las lesiones y 22.000 por las secuelas. El caso ha quedado visto para sentencia.