Nicolás Maduro no pudo disimular su perplejidad después de que Donald Trump confirmara que la CIA ha sido autorizada a realizar en Venezuela «acciones encubiertas», incluso de «carácter letal», con el propósito de acelerar los cambios políticos. «No a los golpes de Estado dados por la CIA, que nos recuerda tanto a los 30.000 desaparecidos por la CIA en los golpes de Estado contra Argentina, al golpe de Estado de Pinochet y los 5.000 jóvenes asesinados y desaparecidos». El «presidente obrero», como le gusta llamarse, entendió el mensaje lanzado desde Washington. La deriva de la crisis bilateral es cada vez más peligrosa a medida que corren los días. «¿Hasta cuándo golpes de Estado en la CIA? América Latina no los quiere, no los necesita», dijo, y se permitió una apelación en inglés: «Listen to me. Not war. Just peace«.
Los analistas parecían por estas horas coincidir con el estupor de Maduro. La confirmación por parte de Trump de los movimientos revelados por The New York Times tuvo un inmediato impacto en Caracas. «¿Por qué autoricé a la CIA a entrar en Venezuela? Lo hice por dos razones principales, dijo el magnate republicano, en alusión a la supuesta liberación masiva de presos venezolanos, entre ellos «criminales y personas de instituciones mentales», que, insistió el presidente, sin mayores precisiones, buscan entrar a Estados Unidos por la frontera sur. El verbo «entrar» introduce un nuevo elemento político en esta crisis. Ya no se trata solo de hundir precarias embarcaciones en el Caribe bajo la hasta el momento incomprobable sospecha de que transportaban droga hacia las costas norteamericanas. Un total de 27 personas perdieron la vida en esos ataques aéreos. En adelante las «acciones encubiertas» pueden llevarse a cabo en suelo venezolano. La confesión de Trump amplía el posible teatro de operaciones. Mientras, permanecen en aguas caribeñas desde agosto ocho buques de guerra, un submarino y aviones que se encuentran en Puerto Rico, además de 10.000 uniformados disponibles.
Maduro ha declarado el «estado de conmoción externa» y convocó a millones de personas a vestirse de milicianos ante un eventual conflicto armado. El presidente comparó un escenario de esa naturaleza a las «las fallidas guerras eternas de Afganistán, Irak y Libia».
«Los estamos vigilando por todos lados»
La aparición de la sigla «CIA» en esta etapa de las tensiones no ha hecho más que habilitar al Gobierno a apretar más el torniquete interno. La represión a la disidencia ha encontrado un nuevo fundamento legitimador por parte del propio Trump. «No hay pueblo de esta América que no haya sufrido un golpe de Estado propiciado por la CIA. No hay pueblo de esta América o asesinatos de líderes de esos pueblos que no haya propiciado la CIA. Pregúntenle hasta en los propios Estados Unidos», dijo este jueves Diosdado Cabello, el número dos del madurismo. Y añadió: «hoy tendríamos que darle gracias a EEUU, porque anunció formalmente que la CIA va a comenzar a operar en Venezuela y en América. Imagínense ustedes, pues, formalmente lo han dicho». Cabello, quien maneja los ministerios del Interior y Justicia, y controla parte del espionaje y monitoreo en todo el país, se permitió la jactancia al decir: «los estamos vigilando por todos lados». La vigilancia incluye las estructuras castrenses y de seguridad. La hipótesis de un golpe de Estado siempre ha girado en torno a un sector militar que rompe con el Palacio de Miraflores.
En este contexto se conoce la orden de Maduro de activar las Zonas de Defensa Integral (Zodi) en Caracas y el estado Miranda. La medida ha sido presentada como un «escudo para defender «montañas, costas, escuelas, hospitales, fábricas, mercados y comunidades». Pero, ante todo, refuerza un concepto que tiene fuertes implicancias en la vida política interna, la llamada : «unidad popular-militar-policial» que vigila todos los recovecos de Venezuela. Según el propio Cabello, el sistema se propone funcionar las 24 horas del día para garantizar «respuestas inmediatas» ante cualquier amenaza de los «señores de la violencia».
El factor económico
Pero es otro el escenario en el que la crisis crece ante la impotencia gubernamental: el económico. El bolívar, la moneda local, se ha depreciado un 64% frente al dólar desde que comenzó un año pero casi un 20% a partir de que comenzaron los hundimientos de las presuntas narco lanchas en el Caribe Sur. Este jueves se pagaban 201,46 bolívares por cada dólar y se calcula que la cotización podría superar la barrera de los 2050 bolívares muy pronto. La economía venezolana se había en los hechos «dolarizado» en los últimos años.
Las autoridades consintieron que las transacciones de distinto orden se realicen en la moneda norteamericana como si fuera la propia. Esa aceptación tenía como base el flujo de billetes que no solo provienen de las remesas sino de la actividad de Chevron en ese país. Pero Trump ha cortado de cuajo las actividades de la petrolera norteamericana en suelo venezolano y el equilibrio montado sobre el dólar comenzó a resquebrajarse.
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