Yago, un técnico informático de 44 años, acaba de ser condenado por violar, hace 19 años, a su hermana, a la que casi triplicaba la edad, según ha sabido el canal de investigación y sucesos de Prensa Ibérica.
La víctima, que entonces era solo una niña de nueve años, no denunció a su hermano por parte de padre hasta 2023, cuando ella tenía 27 años, y después de un largo tratamiento psicológico por las graves secuelas que arrastra desde pequeña.
Compartían habitación
La Audiencia de Madrid acaba de imponer a Yago O. G. una pena de doce años y medio de prisión. Pese al tiempo transcurrido, considera que la acusación particular, ejercida por la abogada Verónica Guerrero, ha presentado pruebas suficientes que demuestran que en el año 2006, cuando el hombre tenía 25 años y su hermana nueve, la agredió sexualmente, «aprovechando que dormía en la misma habitación que la menor y que sus padres se encontraban acostados en otras habitaciones».
Según concluye el tribunal de la Sección 2 de la Audiencia Provincial, formado por tres jueces, aunque Yago no vivía ya con la víctima y sus padres en el piso que la familia tenía en el distrito madrileño de Ciudad Lineal, el hombre violó a la niña una noche que acudió a la casa para cenar con su familia.
Sexo oral
Después de cenar, Yago y su hermana estuvieron jugando a la Nintendo en el salón. Luego, ambos se fueron a dormir, aquella noche compartían cuarto. Cuando se quedaron a solas, el hombre, de entonces 25 años, «procedió a retirar los pantalones del pijama a su hermana, de 9 años, y a practicar sexo oral con ella, sujetándole las piernas con los brazos, impidiendo que ella se moviera por su peso, e introduciéndole la lengua en la vagina», según la sentencia.
De acuerdo con la resolución, una vez que Yago consumó la agresión sexual, volvió a vestir a su hermana. Entonces la niña «esperó a que él se durmiera y se fue a la habitación donde dormía su madre junto a su hermano menor» y «temblando, aterrorizada, le dijo que le daba miedo Yago». La mujer calmó a la niña y, al día siguiente, habló con Yago para saber qué había ocurrido.
Pidió perdón por whatsapp
El hombre reconoció que «se había masturbado y que había tocado a la niña». Ocho años más tarde, en 2014, el violador «envió un mensaje de whatsapp a su padre para que pidiera perdón a su hermana de su parte».
La madre de la víctima asegura que, tras lo ocurrido, llevó a la cría al pediatra, pero decidió no denunciar entonces «para proteger a la niña, para no exponerla».
Además del testimonio de la víctima, el tribunal ha tenido en cuenta la declaración de su madre y de otros amigos a los que la joven ha contado, a lo largo de estos años, lo sucedido. Todos han declarado cómo desde que fue agredida sexualmente ha sufrido múltiples problemas de salud.
Tema tabú
La sentencia de la Audiencia de Madrid recoge que, al año siguiente de la violación, la menor «perdió la visión de un ojo, mientras estaba en el colegio». Los médicos no encontraron ninguna causa «orgánica» que explicara lo ocurrido.
Cuando la víctima estudiaba Bachillerato, tuvo que ser ingresada en una Unidad de Psiquiatría por una grave crisis nerviosa, aunque no contó al doctor que la atendió lo que había sufrido cuando era niña. Tampoco se lo explicó con detalle a su madre hasta que no cumplió los 18 años. Entonces la joven, que atravesaba un momento psicológico frágil, decidió no denunciar a su hermano, según la resolución.
Una amiga de la infancia de la víctima recordó durante el juicio que cuando ambas tenían diez años, la joven le confesó «que tenía miedo de su hermano mayor» porque le «había pasado algo con él». Cuando la chica volvió a preguntar a la víctima por lo ocurrido con su hermano, años después, noto cómo «se quedó bloqueada, ha sido un tema tabú mucho tiempo, le costaba verbalizarlo». Según esta amiga, «esto ha afectado (a la chica) en todos los aspectos de su vida, no le ha permitido ser feliz ni establecer relaciones seguras, tampoco en las relaciones sexuales».
«Bloqueo en las relaciones sexuales»
En este sentido, varias exparejas de la víctima han descrito ante el tribunal los «episodios de ansiedad» que la joven sufre desde hace años, y que le afectan sobre todo cuando mantiene relaciones sexuales: «de repente tenía un bloqueo muy fuerte y cortaba las relaciones, porque recuerda detalles de la agresión sexual», declaró un joven que mantuvo una relación sentimental con la víctima entre 2019 y 2021.
Según la sentencia, 19 años después de la violación, la joven tiene, entre otras secuelas, «dificultad para hablar y tener relaciones, problemas para confiar en otras personas, ansiedad, pesadillas constantes y dificultad para dormir».
Las psiquiatras forenses que la han examinado han concluido que «desde el punto de vista médico legal existe una relación de causalidad entre los hechos denunciados y la sintomatología que presenta: trastorno depresivo moderado grave, trastorno adaptativo de alteración mixta de las emociones y conducta y rasgos disfuncionales de personalidad cluster B».
Las excusas del violador
El fiscal pedía 11 años de cárcel para Yago, mientras que la acusación particular quería que fuera condenado a 15 años. Él, por su parte, ha negado todos los hechos y ha intentado todo tipo de estrategias para eludir o rebajar su condena: primero intentó, sin éxito, archivar la denuncia de su hermana asegurando que los hechos están prescritos. Luego, esgrimió que padece un «trastorno de déficit de atención e hiperatividad» y otro «trastorno de la conducta alimentaria tipo atracón», pero el tribunal destaca en su sentencia que ambos trastornos le fueron diagnosticados siete años después de violar a la víctima, por lo que no pudieron «influir entonces en sus capacidades volitivas y cognitivas».
Por último, el violador trató de excusarse sosteniendo que en su infancia «sufrió episodios de violencia que pudieron influirle» a la hora de llevar a cabo la agresión sexual, pero la sentencia de la Audiencia de Madrid también se pronuncia en este sentido y destaca que «no hay ninguna prueba» de ello.