En el barrio de la Fuensanta, en Valencia, esta mañana de domingo no se habla de otra cosa. El hallazgo de los restos óseos de un hombre que llevaría al menos 15 años fallecido en su domicilio ha conmocionado al vecindario, que busca ahora explicaciones a lo sucedido. El cadáver corresponde previsiblemente a Antonio F., nacido en 1939, una persona que los que lo conocieron recuerdan como «discreta». Dicen que no era demasiado hablador, pero que tampoco se metía en líos. Aun así, todos habían reparado en su ausencia durante los últimos años, lo que les llevó a pensar en que su familia le habría trasladado a una residencia. Por fechas, ahora tendría 86 años de edad y habría fallecido con poco más de 70, si bien los resultados de la autopsia aportarán más detalles, también sobre la causa de la muerte.
Que ya no viviera en el barrio es la teoría que comparten la mayoría de vecinos consultados este domingo por Levante-EMV, desde Rafael, quien vive debajo del piso de Antonio y que fue quien destapó la situación por unas filtraciones de agua, a los parroquianos del bar situado en la misma calle Luis Fenollet, donde residía el fallecido.
«No sabíamos qué había sido de él, pero desde luego en esto es en lo último que piensas. Pensábamos que estaría en una residencia, porque esto no te lo imaginas. Es muy duro, es un palo», señala Miquel, un vecino del edificio de enfrente. Él y sus dos compañeros estaban hablando del suceso cuando son interrumpidos por este diario. «No se habla de otra cosa», confiesan.
La vivienda donde se ha hallado un cadáver que lleva previsiblemente 15 años muerto / J.M. López
«Discreto» y poco hablador
Ninguno de ellos tenía una relación estrecha con Antonio F., que según relatan fue de los primeros en habitar la finca en la que se hallaron sus restos este sábado, construida hace medio siglo. Sí que recuerdan que era «discretito» y que «salía de vez en cuándo y se le veía, pero hablaba poco».
Rafael, el vecino del piso inferior, da una descripción bastante similar de Antonio F. Señala que salía poco y no era demasiado hablador, pero sí «buena persona». Le recuerda con «su trajecito», yendo «a su rollo» y «sin meterse con nadie».
Rafael explica que desde la separación, perdió el contacto con sus dos hijos y «se quedó solo». En ese momento le perdió la pista. En algún momento de hace «muchos años», añade, su tía, que vive en el piso 11, el de enfrente de Antonio F, alertó de un hedor, «pero se pensó que sería de las palomas que había y no vino nadie», indica.
También barajó la opción de que estuviera en una residencia. De hecho, cuando a Rafael le empieza a entrar agua a su piso proveniente del número 12, el de Antonio F., ni siquiera se plantea tocar a su timbre. «No pensábamos que estuviera en la casa, daba por sentado que no estaba. Siempre nos hemos preguntado que qué habría sido de él. Es muy fuerte, estamos muy impactados», explica a este diario.
«Mientras pagues, nadie se preocupa de si estás vivo»
El dueño de la vivienda llegó a acumular una deuda de 11.000 euros con la comunidad, un pasivo que sin embargo se saneó tras una demanda del administrador de la finca, que derivó en un embargo de las cuentas de Antonio F.. Actualmente el gasto de comunidad es de 500 euros anuales, por lo que durante 15 años la deuda hubiera ascendido a 7.500 euros.
Desde ese embargo, se ha mantenido al día de los pagos, presumiblemente gracias al dinero que ingresaba de su pensión, la cual seguía percibiendo pese a llevar años fallecido. Algo llamativo ya que la Seguridad Social requiere una acreditación de vivencia a los beneficiarios cada cierto tiempo para seguir realizando las transferencias.
El aspecto monetario también era muy comentado esta mañana entre los vecinos de la Fuensanta, que plantean hipótesis diversas. Y también reflexiones como la de Miquel y sus compañeros de café, que lamentan que «si no hubiera tenido dinero en la cuenta, sí que le habrían echado de menos». «Le denunciarían por impagos pero, al ver que había líquido en su cuenta porque seguía cobrando la pensión, nadie preguntaría más. Mientras pagues, nadie se preocupa de si estás vivo», zanja.
Un vaso en la terraza, clave para el hallazgo
Fue la lluvia la que desató el hallazgo de estos restos óseos. El agua embozó la terraza superior del edificio como consecuencia de un vaso que bloqueó el sumidero (imagen inferior), provocando una filtración al piso del fallecido y de ahí al inferior, el décimo, donde reside Antonio. Pero el agua que llegaba «no era normal», recuerda el afectado, que señala que era «turbia, muy oscura y con mal olor».

El vaso que provocó el embozo en la terraza superior del edificio de Antonio F. y que derivó en el hallazgo de los restos. / Levante-EMV
Rafael narra que entonces llama al seguro, que le comunica que no puede actuar en el inmueble superior y le remite a los servicios de emergencias. Es cuando se despliegan unidades de policía y bomberos, que acceden a la vivienda por la ventana de la fachada principal, usando una escalera mecánica extensible.
Las escenas fueron duras, dice Antonio, que señala que apenas quedaba nada del cadáver fruto del tiempo transcurrido. «Les costó mucho abrir la puerta de dentro por la basura acumulada y las palomas que había dentro. Y ya no quedaba nada, sólo el esqueleto. Se lo llevaron en dos bolsas«, explica. Los primeros indicios apuntan a una muerte por causas naturales, ya que el cuerpo se encontró, todavía con ropa, tendido sobre el suelo del dormitorio.
En todo caso, será la autopsia la que determine tanto la causa del fallecimiento como el momento de la muerte de Antonio F. Se han tomado muestras óseas en busca de claves que arrojen luz en ambos sentidos. Asimismo, uno de los hijos del fallecido ha prestado ya declaración este domingo.
Los restos mortales fueron retirados, pero la basura permanece en el piso, propiedad del fallecido, para preocupación de los vecinos del edificio. «Ese es el tema ahora. Esto es un nido y un foco de infecciones, alguien tendrá que hacerse cargo», reclama Rafael.
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