‘Nebraska’ (1982), ese álbum de Bruce Springsteen lleno de espectros dolientes, historias de crímenes y pobres diablos en busca de redención, cobra una inédita exposición este otoño. A la película ‘Springsteen: deliver me from nowhere’, de Scott Cooper y protagonizada por Jeremy Allen White, que revive los días de la elaboración del disco, se suma el ‘boxset’ que verá la luz, finalmente, la misma fecha que el ‘biopic’, el 24 de octubre (tras el retraso de una semana por problemas de producción). Cuatro compactos o vinilos y un Blu Ray con los que recrear y ampliar el aura de una obra con la que Springsteen conjuró el estado de abatimiento en el que se sumió una vez terminada la gira de ‘The river’.
Jeremy Allen White, Bruce Springsteen y Jon Landau en el estreno de la película. / CHARLY TRIBALLEAU / AFP
Sí, son tiempos intensos para sus seguidores, que a duras penas habrán comenzado a digerir los siete álbumes, llenos de rarezas, de ‘Tracks II’, el cofre publicado el pasado junio. Ahora, ‘Nebraska ’82: expanded edition’ no es tan abrumador, si bien hay material en el que detenerse a gusto, sobre todo, en los dos primeros volúmenes, ‘Nebraska outtakes’ (nueve registros de la época en cruda clave acústica, incluyendo cuatro canciones nunca publicadas de modo oficial) y ‘Electric Nebraska’, la tantas veces citada y fabulada versión enchufada del álbum, grabada con la E Street Band. El tercero, así como el Blu Ray, ofrecen el repertorio de ‘Nebraska’ en una nueva versión grabada en directo por su autor, en solitario, el pasado abril en el Count Basie Theatre, de Red Bank (New Jersey), y el cuarto contiene una edición remasterizada del álbum original.
Galería de balas perdidas
La atención de los ‘bruceólogos’ presenta un primer foco de atención en esos ‘outtakes’ acústicos, y ahí hay que destacar las composiciones inéditas, entre las que despuntan ‘On the prowl’ y ‘Gun in every home’, ambas desconocidas incluso para los coleccionistas de ‘bootlegs’ y de un nivel homologable al de los temas de ‘Nebraska’. En la primera, Springsteen parece ponerse en la piel de alguien obsesionado o perturbado, sacando chispazos de la guitarra en modo rock’n’roll, haciendo resonar su voz con un eco fantasmal, un recurso muy presente en ‘Nebraska’ (se confiesa “al acecho”, “buscando una chica”), y culminando con un inquietante aullido que se funde con un amago de risotada. La segunda es más apacible y habla desde el punto de vista de un padre de familia, que se ve sosteniendo a su hijo pequeño, en “un mundo que se ha vuelto loco” y mirando a la calle con confusión: ve un paisaje de “dos coches en cada garaje” y “un arma en cada casa”. Acaso una crítica a la mentalidad estadounidense media y a la violencia flotante, que conecta con el relato del atracador de carretera de esa especie de ‘murder ballad’ llamada ‘Losin’ kind’.

Springsteen, fotografiado junto al coche que se compró con las primeras ganancias por ‘Born To Run’ / EPC
Una engañosa placidez cubre también ‘Child bride’, la otra de las cuatro canciones hasta ahora nunca publicadas oficialmente, donde la historia del protagonista con una menor de edad le lleva a la perdición por violar la Ley Mann (una letra que, en parte, reaparecerá reconstruida en ‘Working on the highway’). En ese primer volumen está la toma acústica de ‘Born in the USA’ ya conocida vía ‘Tracks’ (1998), así como diversas rarezas atractivas, con tratamientos y ‘tempos’ cambiantes: mientras que ‘Pink Cadillac’ aparece ralentizada e hipnótica, ‘Downbound train’ fluye acelerada y rugosa.

Último concierto de Bruce Springsteen con la E Street Band en el Estadi Olímpic / FERRAN SENDRA
El disco que no fue
Springsteen trabajó en aquel tiempo en el conjunto de canciones que se repartiría entre los álbumes ‘Nebraska’ y su sucesor, ‘Born in the USA’ (1984). Y ‘Electric Nebraska’ aparece como el álbum que podría haber sido, al reunir seis piezas que irían a parar al primero y dos al segundo, todas ellas con el apoyo de la E Street Band y grabadas en 1982. Era un tiempo de pruebas y dilemas. Él acabó descartándolas en su día porque primó al interiorismo espectral de sus grabaciones solitarias en la casa alquilada en Colts Neck, pero podemos ahora deleitarnos con esa ‘Mansion on the hill’ con tenues capas de teclados y los vibrantes asaltos, a toda banda, a ‘Johnny 99’ y ‘Open all night’.
La producción espectacular, con ánimo radiable, que envolvería el álbum ‘Born in the USA’ no se vislumbra aquí: tanto el tema titular como el revolucionado ‘Downbound train’ lucen mucho más guitarreros y ariscos. Esa fue la elección de un Bruce Springsteen muy condicionado por sus fantasmas, que parecía desear mantener la proyección masiva a raya. Por poco tiempo (para alivio de Columbia Records). Pero, 43 años después, el cofre de ‘Nebraska’ nos habla de un creador en un tiempo de gran fertilidad, incansable en la labor de perseguir sus ideales contra viento y marea.
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