La compra online de alimentos está agravando de forma significativa la crisis de residuos plásticos. Buena parte de los hogares subestima la cantidad de plásticos que desecha. Es un fenómeno general, pero que se acentúa entre quienes utilizan los supermercados digitales, y para el que los investigadores que lo han identificado han elegido un nombre: ‘ceguera plástica’.
Una investigación liderada por la Universidad de Portsmouth cuyos resultados acaban de publicarse en la revista Environmental Science & Policy ha relevado que casi la mitad de los hogares británicos subestima la cantidad de plástico que desechan semanalmente.
El estudio se sustenta en el análisis de tres fuentes de datos recopiladas durante dos años: ‘The Big Plastic Count’, el mayor proyecto de ciencia ciudadana sobre residuos plásticos domésticos realizado en el Reino Unido; una encuesta de seguimiento a más de 8.000 participantes; y el monitoreo de una petición de Greenpeace. Los resultados revelan un panorama en el que la comodidad del comercio electrónico enmascara el verdadero costo ambiental de los envases.
Plásticos ‘blandos’ y ‘duros’
«Los consumidores tenemos poco poder para prescindir completamente del plástico, por lo que ignorar los residuos que generamos puede parecer necesario para la tranquilidad mental. Pero cuando esos residuos se vuelven imposibles de pasar por alto, la preocupación aumenta y las personas se muestran más dispuestas a participar en sistemas de reutilización y recarga«, indica Kate Whitman, autora principal del estudio.
Contenedor de basura. / Pixabay
Este planteamiento sugiere que la desconexión entre el acto de comprar y la gestión posterior de los residuos es un factor clave en la problemática. Según recoge el estudio, cada persona desecha una media 23 artículos de plástico por semana. De estos, 13 corresponden a plásticos ‘blandos’, como bolsas, filmes y envoltorios, y 10 a plásticos ‘duros’, como envases de yogur o botellas.
Los plásticos blandos, que rara vez se reciclan en la práctica, suponen aproximadamente un 30% más de residuos. Casi la mitad de los participantes, un 45%, reconoció haber desechado bastante más plástico del que anticipaba. El estudio establece una correlación directa entre la frecuencia de la compra online y el nivel de sorpresa ante el volumen de residuos generados.
Consumidores menos conscientes
«Quienes compran online fueron los consumidores menos conscientes en términos de consumo de plástico. Pero una vez confrontados con la realidad, la gente se mostró consternada, y esa conmoción puede aprovecharse como catalizador para el cambio«, destaca Whitman. La investigación señala que la «naturaleza desmaterializada» de la compra online –los envases no son visibles hasta el momento de la entrega y su eliminación es inmediata– contribuye a esta falta de percepción.
Más allá de la mera concienciación, el estudio muestra que campañas de este tipo pueden movilizar tanto el cambio de comportamiento como la acción política. La participación en ‘The Big Plastic Count’ se correlacionó con un aumento significativo en las firmas de una petición de Greenpeace que exige medidas más contundentes en las negociaciones de la ONU para un Tratado Global sobre Plásticos.

Escultura de Benjamin Von Wong que denuncia la contaminación por plásticos. / EFE / EPA / Salvatore di Nolfi
Tras la publicación de los resultados del recuento, las firmas de la petición aumentaron un 350% en comparación con el mes anterior. Los análisis revelaron que los participantes del recuento tenían diez veces más probabilidades de firmar la petición que aquellos que no participaron.
Falsa responsabilidad ambiental
«Al forzar a las personas a confrontar su propio uso del plástico, hemos demostrado que la ciencia ciudadana puede ser un catalizador no solo para el cambio personal, sino también para la acción colectiva. Como resultado, hemos encontrado un aumento medible en el compromiso político, una señal poderosa para los responsables de la toma de decisiones», indica Cressida Bowyer, coautora del estudio.
La encuesta reveló un fuerte interés por los sistemas de reutilización y recarga. Cuando se preguntó por los factores más importantes para adoptar estos sistemas, el 41% de los encuestados situó la «información clara sobre el impacto ambiental» entre sus tres prioridades, por delante de consideraciones como la higiene o la familiaridad de la marca. No obstante, la conveniencia y el coste fueron los factores mejor valorados.

Recuento medio de residuos plásticos por hogar por semana. / Environmental Science & Policy (2025)
Pero, aunque el 73% de los encuestados busca activamente envases marcados como reciclables, solo el 17% del plástico de los hogares se recicla. Los envases de snacks y otros plásticos blandos, que son los que con más frecuencia se tiran a la basura, son precisamente los que tienen menores tasas de reciclaje debido a limitaciones en las infraestructuras. Esta desconexión entre la intención del consumidor y el resultado real genera un falso sentido de responsabilidad ambiental.
Una oportunidad crucial
Los investigadores exponen que este contexto ofrece una oportunidad crucial a los supermercados y los legisladores. «Los minoristas online podrían ayudar haciendo visible el impacto de los envases en el punto de compra, y ofreciendo alternativas claras de reutilización o recarga a los envases de un solo uso», propone Whitman.
El estudio también aboga por etiquetas de reciclaje obligatorias y estandarizadas para acabar con la confusión y las declaraciones engañosas. «La gente se siente impotente porque no tiene más remedio que comprar lo que hay en los estantes. Nuestro estudio muestra que la ciudadanía está preparada para apoyar un cambio sistémico, pero necesita que legisladores y minoristas intensifiquen sus esfuerzos. La concienciación es solo el primer paso; convertirla en acción requiere medidas desde arriba», concluye Bowyer.