La soledad digital

Estamos en la era más conectada de la historia, jamás fue tan fácil recibir información, enviar mensajes, recordemos el esfuerzo que tuvo que hacer el soldado Filípides en el siglo IV a. J.C., cuando tuvo que correr más de cuarenta kilómetros, desde Maratón a Atenas, para dar la noticia de que el ejército ateniense había vencido a los persas. Hoy podemos conocer y ver cualquier acontecimiento en tiempo real o compartir una situación con otras personas en el instante en que sucede. Sin embargo, ante tanta hiperconectividad aparece un fenómeno, sigiloso, preocupante, la soledad digital, que surge paradójicamente no por falta de comunicación sino por la fuerza y la deshumanización de la interacción tecnológica. Internet, las redes sociales, los dispositivos móviles, se introdujeron con gran rapidez por su idoneidad para eliminar barreras geográficas y dificultades en la comunicación, -ventajas muy útiles el mundo de las empresas y de los negocios-, pero han acabado siendo nocivas en el ámbito personal, en las relaciones sociales y familiares. La rapidez y la fácil accesibilidad en las relaciones están cambiando el vínculo humano. La inmediatez obliga a que las comunicaciones sean cortas y superficiales, la gente por esta vía difícilmente puede mantener conversaciones profundas.

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