Tiene 22 años, pero se expresa y se maneja sobre el césped como si fuese una veterana. Acaba de disputar su primer Mundial con España, pero, antes de marcharse a Inglaterra, firmó su compromiso con el CRAT Rialta para sumar experiencia y calidad a un equipo que busca renacer de sus propias cenizas. En su primera aventura lejos de su Sevilla natal, Ana Peralta aterriza en A Coruña como una de las grandes joyas del rugby nacional y no elude responsabilidades: sabe que, durante muchos momentos del curso, los focos estarán puestos sobre su figura. No le importa. Lo asume con naturalidad y humildad. «Al llegar como fichaje, aquí se me exigen otras cosas que en Sevilla no me pedían, aunque las hacía igual. Tengo más presión por mejorar al equipo, por aportar más y por cumplir las expectativas que hay sobre mí, pero no soy ni me siento más que nadie», asegura.
Su incorporación es una de las que más ilusión ha generado en el CRAT y en su afición. La andaluza actúa como flanker (o tercera línea) y destaca por lo que más le gusta: placar. «Me encanta, diría que ese es mi principal punto fuerte», admite. Fuerte, segura y agresiva, sus características encajan como un guante en el estilo de un equipo que, esta campaña, busca la «presión en defensa y la lectura sobre el placaje», aunque reconoce que tiene margen de mejora en la parcela ofensiva: «Quieren que ataque mucho más y que esté todo el rato involucrada en los contactos».
Su adaptación a la ciudad le está costando «por el clima», aunque afirma que todo el mundo «se está portando genial» con ella en esta nueva experiencia a más de 900 kilómetros de su casa. «Es la primera vez que salgo de mi zona de confort», explica, antes de exponer las causas de su decisión: «Quería estudiar y vivir cosas nuevas y aquí me daban una buena oferta para ello». Su llegada, sin embargo, no le había rondado la cabeza. «Nunca me había llamado la atención venir y jamás pensé que acabaría jugando en A Coruña, pero cuando me contactaron, supe que era ahora o nunca», confiesa.
La sevillana se incorpora tras un verano de trabajo y constancia en las oficinas de la entidad coruñesa, con el fin de reforzar la plantilla para evitar un fin de curso tan al límite como el de la temporada anterior. El CRAT salvó el descenso sobre la hora, en un play out agónico que a punto estuvo de envíar a uno de los clubes referentes del rugby español a la segunda división. Junto a Peralta, han llegado jugadoras de experiencia más que contrastada a nivel nacional e internacional, como Chía Alfaro (también procedente de Cocos), Kika Mulling o Laura García. Ellas han apuntalado un vestuario plagado de talento joven que el curso anterior se vio obligado a dar un paso adelante para mantener la categoría. «Es un equipo que está terminando de formarse, con una plantilla joven y con poca experiencia en general, pero hay mucho nivel. Me recuerdan a mí cuando empecé en la élite con 18 años», comenta Peralta.
La nueva etapa del club ha comenzado con buen pie, con triunfo ante el Sant Cugat (21-26) en la primera jornada de Liga Iberdrola que ha disputado. «[El equipo] sobrepasó mis expectativas», apunta, pese a que hubo un aspecto que le llamó la atención: «Casi ni se celebró [el triunfo]. Yo salté de la emoción, porque creo que hay que celebrarlo todo: los grandes placajes y las pequeñas victorias; esa es la forma de unir al equipo», indica. Aun así, la andaluza es partidaria de la cautela, ya que viene de triunfar en uno de los mejores equipos del país. «Allí me enseñaron humildad, porque, por mucho estuviésemos arriba, siempre podía venir un equipo de abajo y ganarte», advierte.
Su idilio con el balón oval empezó pronto, con apenas cinco años y en el patio del colegio. «Era una niña un poco conflictiva y me metieron en rugby», bromea. Del colegio saltó al Mairena, equipo mixto ligado al Cocos, hasta que, con 14 años decidió tomarse un descanso: «No me sentía cómoda, porque solo éramos otra niña y yo y con esa edad ya no estaba muy bien visto». Probó otras disciplinas, como la natación, el fútbol o el voleibol, pero terminó volviendo a su gran pasión. Desde ahí, su camino no ha sido sencillo hasta la profesionalidad. En 2018 sufrió una rotura de ligamento cruzado y en 2024 una fractura de peroné. Pero nada la detuvo. Ahora, el CRAT le brinda la oportunidad de brillar lejos de casa. El tiempo dirá si el gran diamante del rugby español termina de pulirse en Elviña.
El «sueño cumplido» del Mundial de Inglaterra
Pese a proclamarse campeona de Europa con la Selección Española, las fichas de Ana Peralta no estaban puestas en acudir al Mundial de Inglaterra el pasado mes de agosto. «Nunca soy muy optimista y no me veía dentro, pero conforme se iba acercando la fecha, pensaba: ‘Y si te llevan, Peralta, ¿qué pasa?’», explica. No se lo creyó hasta que recibió la llamada oficial. «Fue un sueño cumplido. Hubo un camino previo de muchas concentraciones y esfuerzo, de no poder más, pero cuando salió la lista pensé: ‘Todo valió la pena’», comenta.
La sevillana disputó dos partidos en territorio inglés, a donde llegó tocada tras hacerse daño en un amistoso. Eso le hizo perderse, por ejemplo, la gran cita ante Nueva Zelanda, pero sí estuvo ante Japón e Irlanda. «He aprendido muchísimas cosas a nivel personal y mental, a gestionar determinadas situaciones. Estoy muy agradecida de haber jugado al máximo nivel», indica. Su experiencia con España le sirvió también para mejorar aspectos de su juego: «Aprendí una barbaridad en la defensa y el ataque del touch».
Estar en la concentración supuso compartir vestuario con muchas leyendas del rugby nacional. Entre ellas, tuvo la fortuna de jugar mano a mano con su «gran referente», Lourdes Alameda: «De chica la veía a ella jugar y ahora, de repente, llego y la tengo a mi lado en el campo. No me lo podía creer, fue increíble».