En la corrida de toros que inicia la serie continuada y que se desarrollará hasta el final del ciclo pilarista el próximo lunes día 13, el run rún que circulaba por los tendidos tenía como objeto el nubarrón que desde hace días gravita sobre la plaza del Portillo, una especie de boina que todo lo abarca y que aglutina en una todas las conversaciones posibles.
Uno: la futurible baja de Morante de la Puebla este viernes para oficiar como padrino de la alternativa de Cristiano Torres.
Dado que la empresa ya ha anunciado en su página web que el sustituto para la baja de Manzanares será David de Miranda, se especula que sin Morante todo el cartel (incluido el toricantano) se quitaría de inmediato.
Hasta que no lleguemos a ese río no cruzaremos ese puente.
Dos: Sí, aquellos que el martes especulamos con la posibilidad de que se estuviera haciendo un ensayo en el tercio de varas para intentar acortar la duración excesiva de la cosa, la respuesta es que los picadores hoy se han negado tajantemente y que todo seguirá como hasta ahora durante lo que queda de feria.
Ni la mitad del aforo
Con estos precedentes se trazó un paseíllo que no consiguió convocar ni siquiera a la mitad del aforo disponible. Y eso que la oferta prometía a tres toreros «orejeros» ante una corrida de una ganadería de las solicitadas por los barandas.
Con los precedentes conocidos de racanería que ha exhibido esta empresa, la pregunta estaba clara ¿Dónde está el misterio?
Pues en que los animales fueron cinqueños, con un toro de casi seis años, pasados de kilos (tres de ellos rindieron 600 y más) y claro, se sostuvieron en pie con gran dificultad, generalmente.
Cómo sería de blandurrio el primero para que el presidente Ezquerra lo devolviera a riesgo de hacer corto de ganado. Porque la debilidad del toro era palmaria y, efectivamente la historia se repitió en el cuarto, un toraco grandullón, largo, de 657 kilos y a punto de cumplir lo seis años. Tal que Fernando Adrián no lidió ninguno de los toros sorteados.
Claro que no desmereció su fama de torero orejero, facilón y resolutivo. En ese primero bis, un toro bien construido por fuera, agradable a la vista y con un pitón izquierdo muy aprovechable Adrián tiró del aborrecible estereotipo comenzando la faena cambiando por la espalda y terminándola por Manolete haciendo honor a la actual dictadura de lo previsible.
Entre medias un muleteo a derechas sin rastro que viró al zurdeo, más suavón. Oreja.
Lo mismo que en el sobrero cuarto, otro caballón de 619 kilos que desplazó con gran dificultad sin que la peña le echara cuenta hasta mitad de faena, cuando aquello se entonó antes de que la estocada desprendida propiciara la concesión de otro trofeo como de segundo orden.
A todo esto, Tomás Rufo había machacado con la muleta muy por abajo, derecheando a un toro de potentes arrancadas iniciales que pero que quedó en casi nada.
Ante la posibilidad de irse de vacío, Rufo se echó de rodillas para recibir al sexto largando percal a la verónica, momento en el que el toro se le cruzó arrollándolo dramáticamente, por fortuna sin consecuencias aparentes.
El muleto final
El muleteo final tuvo mucho de persecución y de interceptar el viaje del toro saliendo a buscarle la cara cada vez que pasaba por ahí. Todo fue pues superficial y kilométrico con aviso antes de tomar la espada de matar.
Quizás el más entonado, con la hierba en la boca, en una temporada de altísimas revoluciones todas las tardes, fue Borja Jiménez, que riñó a cara de perro con un primero de pitón izquierdo imposible (tan solo una serie) sin saber quién terminó ganando esa batalla.
Sin embargo en el sexto todo fue por el lado izquierdo. Había llegado al final tras una suerte de varas de mentira en la que Tito Sandoval no le partió al toro ni la piel en dos encuentros de simulacro.
Y la faena -una vez más- comenzó cambiando por la espalda entre la bronca arrastrada del tercio de banderillas. Fueron 1000 muletazos y al 1001 el toro se paró. Todo tiene un límite.
La ficha del festejo
TOROS DE LA PALMOSILLA
1º y 4º devueltos por inválidos y sustituidos por dos del mismo hierro. Corrida cinqueña que rindió en la báscula y no planteó excesivos problemas a los toreros.
FERNANDO ADRIÁN
Oreja y oreja tras aviso.
BORJA JIMÉNEZ
Ovación y vuelta al ruedo tras aviso.
TOMÁS RUFO
Ovación y ovación tras aviso.
ENTRADA
En torno a la mitad del aforo.
Se desmonteró Fernando Sánchez en el 3º tras parear. Repitió junto a Andrés Revuelta en el sexto. Casi tres horas de duración.