«Vivía por y para el fútbol. Tenía hambre y un carácter innovador». Andrés Llorián Caicoya (Noreña, 1990) vivió de cerca el inicio de Borja Jiménez en los banquillos. Se conocieron en el municipal Adolfo Suárez, cuando el asturiano era futbolista del Real Ávila en Tercera División y el nuevo entrenador del Sporting ejercía de segundo de Diezma (exguardameta del Betis, entre otros). Al inicio de la campaña 2012-13, la mala marcha del equipo situó a Borja Jiménez al frente. Aquel debut inició una carrera que le ha llevado a Gijón. «Nos hacía cortes de vídeos del rival y de cada uno de nosotros para analizar errores. Eso que ahora puede verse como habitual, él ya lo ponía en práctica hace más de diez años en Tercera. Sin tablets ni historias. Al principio nos reíamos. No lo había visto nunca, no era normal», destaca.
«Era una persona muy curiosa. Quería crecer dentro del fútbol y dedicarse a ello. Le va a venir muy bien al Sporting», asegura Andrés Llorían sobre Borja Jiménez. Tiene bien presente aquella primera campaña de un entrenador «cercano al jugador» al que le tocó capear con una etapa difícil en Ávila. «Fue un año muy complicado. Había una deuda muy grande y estuvimos sin cobrar desde diciembre hasta el final de la temporada. Eso en una plantilla en la que muchos éramos de fuera de casa», detalla. El entrenador supo arroparse de «un grupo muy unido», con futbolistas de mayor edad que el propio técnico (el abulense contaba entonces con 27 años) y algún rostro conocido por la afición rojiblanca. En aquella plantilla estaba «Iván Cabezudo, el auxiliar de Rubén Albés en el Sporting. Era mediocentro o interior».
Andrés Llorián simboliza la historia reciente del Real Ávila. Vistió la camiseta del equipo durante doce temporadas, siendo la 2023-24 su última campaña en el equipo. También en el fútbol. Decidió colgar las botas, aunque se veía con ganas y piernas para continuar. Era el Ávila o nada. Y acabó aceptando el dejar de lado el verde para ayudar desde otro lado del campo. El club le nombró relaciones institucionales, una labor que desempeña desde agosto del año pasado y compagina con su trabajo en un almacén de aluminio. Además, entrena al alevín A del Ávila. «Borja y Rubén Peña (futbolista del Leganés) son los espejos en los que se mira el mundo del fútbol en Ávila. Los dos salieron de aquí y han llegado a lo más alto. Toda la ciudad está pendiente de lo que hacen», apunta.
La historia del noreñense es la de un talentoso zurdo (jugó casi toda su carrera de lateral) criado en el Condal y descubierto por el Atlético de Madrid en juveniles. Tras dar el paso de irse a Gijón para reforzar el Roces, donde tuvo un papel relevante en División de Honor, José María Amorrortu, entonces responsable de captación del conjunto colchonero, le llevó a la capital. Cumplió su etapa juvenil siendo compañero de David de Gea y Koke Resurrección, continuando con su evolución hasta el filial del Atleti. Entonces tocó elegir nuevo destino en busca de más minutos y protagonismo. Ahí inició su idilio con el Real Ávila, donde acabó convertido en capitán y leyenda, siendo el tercer futbolista con más partidos vistiendo la camiseta del conjunto encarnado –más de 350-, después de Luis Ortega y José Enríquez.
«Viendo lo que consiguió Borja en Leganés y siendo uno de sus fuertes el tema defensivo, que es lo que necesita el Sporting… Quizá pueda llegar a vivir en Gijón un nuevo ascenso. Al menos, creo que el equipo va a empezar a crecer desde lo defensivo. Le va a dar un soplo de aire fresco», continúa Llorián sobre el abulense, con el que mantiene relación y a quien tiene pendiente felicitar por su fichaje por el club rojiblanco. «Habrá que ir a verle a Mareo o a El Molinón junto a mi sobrino (Óscar), que es muy del Sporting. Ojalá le vaya muy bien. Se lo merece», concluye aquel capitán de Noreña que vivió el despegue de Borja Jiménez.
Vía: La Nueva España