La noche prometía desde el primer momento. Afuera, una larga fila larga alrededor del recinto mientras los fans se apretaban contra la entrada con sus camisetas del Inter de Milán con el nombre del último disco del artista ‘Me Muevo con Dios’, impacientes por ver a Cruz Cafuné, uno de los artistas más destacados del panorama urbano que pertenece al grupo conocido como “estilo canario”. Dentro, en el ambiente se palpaba la emoción del público, un murmullo constante de voces repasando letras y que gritaba cuando se hacía el mínimo movimiento en el escenario. Todos sabían que lo que venía no era un simple concierto, sino una experiencia que había preparado el intérprete para la ciudad de Zaragoza.
El show arrancó con fuerza. Las luces se apagaron de golpe y, tras una introducción musical que puso al público a gritar, apareció Cruz Cafuné sobre el escenario entre vítores y aplausos. La primera canción fue ‘La raíz d€l mal’, y bastaron los primeros compases para que el público estallara en euforia.
A lo largo del concierto, el artista canario repasó algunos de sus mayores éxitos, intercalando temas nuevos con clásicos ya imprescindibles que el público abrazó eufórico. Uno de los momentos más coreados fue cuando sonó ‘Lo Pues Intentar’, con la multitud cantando cada palabra como si fuera un mantra. Cada tema se convertía en una celebración grupal en el Espacio Zity.
Entre canción y canción, Cafuné no dudó en saludar, agradecer el cariño y animar a Zaragoza en repetidas ocasiones. Además de, denunciar el genocidio de Gaza. Todo ello antes de interpretar ‘Ojitos Aguaos’, con una puesta en escena más sentimental y luces tenues que bajaron el ritmo del show, pero subieron la emoción del público.
El concierto tuvo de todo como ‘4 PREZ’ pusieron a saltar a todo el mundo, mientras que otros como ‘Movezz en silencio’ sirvieron para bajar revoluciones y escuchar con el corazón.
A nivel visual, el show contó con un juego de luces muy bien cuidado, proyecciones con imágenes que reforzaban el mensaje de sus letras y una conexión constante con el público con cada una de las canciones. En el escenario sólo le hizo falta su presencia y unas “gemas” blancas con la temática del espectáculo para mantener la atención de los allí presentes durante todo el concierto.
El culmen llegó cuando sonó ‘Cangrinaje’. Las luces se encendieron poco a poco con un foco principal, el público empezó a cantar antes de que Cruz Cafuné comenzara la interpretación. A medida que se iba acercando el final, la gente empezó a saltar para despedir el espectáculo como se merece. No fue solo un concierto: fue una fiesta de música urbana y fe.
Cruz Cafuné demostró, una vez más, por qué se ha ganado un lugar único en la escena musical española. Sin disfrazar sus emociones, sin esconder sus contradicciones, pero con una claridad lírica y una autenticidad que no se pueden fingir. Su música habla de calle, de errores, de amor y de rabia. Y anoche, todas esas emociones estuvieron presentes. Una noche que se movió con Dios.