Esta semana el Gobierno de Juan Manuel Moreno ha afrontado una de las peores crisis de la legislatura en un momento delicado, en pleno descuento hacia una convocatoria de elecciones a las que posiblemente pongan fecha en marzo para que se celebren a final de la primavera o principios del verano. Los fallos destapados en el cribado del cáncer de mama han puesto muy nerviosos al Ejecutivo andaluz. No es para menos. Primero dijeron que eran cuatro casos, llamaron a las mujeres alarmistas, luego acusaron a la oposición de “manipulación” y de azuzar un escándalo nacional que en privado siguen diciendo desde San Telmo que se ha amplificado por los ecos electorales y no es para tanto.
Un análisis frío de la situación revela que hay al menos 2.000 mujeres que se hicieron una mamografía, cuya prueba no fue concluyente y arrojó dudas y que serán llamadas de nuevo a una ecografía que despeje definitivamente el diagnóstico. No es nuevo. Así ha funcionado siempre, alega el Gobierno. Y es verdad. Si la mamografía arroja dudas, es decir si no hay un diagnóstico rotundo de cáncer de mama o de que no hay nada anómalo, el radiólogo pide una ecografía y la paciente no se entera hasta que la llaman y le comunican que debe ir a hacerse esa prueba complementaria para salir de dudas. En algunas ocasiones la ecografía desemboca en una punción que extrae tejidos y es aún más determinante. En otras, simplemente informa de que no hay nada susceptible de ser cáncer o recomienda una vigilancia más cercana de una lesión concreta en la mama. Haber pasado por todo este proceso es lo más común cuando ya te acercas a los 50 o tienes antecedentes familiares.
Llamaron a las mujeres alarmistas, luego acusaron a la oposición de “manipulación” y de azuzar un escándalo nacional que en privado siguen diciendo desde San Telmo que se ha amplificado por los ecos electorales y no es para tanto
Cuando el presidente de la Junta alegó, en una expresión a mi juicio torpe, que no se llamaba a las mujeres para no crearles ansiedad no faltaba a la verdad. Ese ha sido hasta ahora el proceso habitual. Lo grave es que antes entre la mamografía dudosa y la ecografía que despejaba dudas pasaban como mucho unos dos o tres meses. Sin embargo ahora en algunos casos esa segunda prueba diagnóstica, como se ha revelado en este escándalo destapado por la asociación de mujeres Amama, tarda un año o más. Faltan recursos, faltan radiólogos, no hay una maquinaria administrativa ágil y el tapón va creciendo poniendo vidas en peligro.
Por eso es absurdo apuntar al dedo y no a la luna. Efectivamente a la consejera de Salud, Rocío Hernández, le ha faltado empatía. Ella no es política ni está acostumbrada a la exposición pública aunque ya lleve año y medio largo en el cargo, desde julio de 2024. Trata a las pacientes o los familiares que acuden a exigir responsabilidades al cargo público como el médico antiguo que oye al paciente sin que se le mueva el rictus y evita entrar en conversación. Le ha faltado piel y además no informó a su ‘jefe’ de la gravedad de la crisis que se le venía encima. El mismo Moreno confesó que se había enterado el lunes por la noche cuando el caso lo puso en órbita la SER el domingo y Amama ya llevaba meses alertando de que algo muy importante estaba fallando en el cribado. Por ser justos desde 2021 hay avisos serios de que se estaban disparando las estadísticas porque algo no iba bien. Los sindicatos también llevan más de un año machacando con los problemas acumulados en las pruebas diagnósticas, con dilaciones de un año para las ecografías de mama y del mismo tipo para las colonoscopias tras pruebas de sangre en heces positivas.
Lo grave es que antes entre la mamografía dudosa y la ecografía que despejaba dudas pasaban como mucho unos dos o tres meses. Sin embargo ahora en algunos casos esa segunda prueba diagnóstica, como se ha revelado en este escándalo destapado por la asociación de mujeres Amama, tarda un año o más
La empatía ha fallado pero no es lo más grave. Lo importante es que está fallando el sistema sanitario público de salud, que es uno de los mejores del mundo, por supuesto, pero que empieza a emitir alarmas importantes. En uno de los argumentarios que envió el Gobierno andaluz está la respuesta. En el último año del Gobierno del PSOE en Andalucía se hicieron 290.000 mamografías y en el último ejercicio 485.000. Eso sin duda es positivo. Un 67% más. Se ha ampliado la población de estudio de 48 a 71 años y se seguirá ampliando de 45 a 75. Antes era de 50 a 65. Es un paso adelante. O lo sería si estas promesas se acompañaran de recursos. No hay más personal para afrontar estas pruebas. Se invierte más en infraestructuras y en equipos oncológicos, es cierto, pero no hay sanitarios. Faltan las personas que hagan las pruebas, que las informen, que las estudien, que atiendan a los pacientes. Andalucía tiene el número más bajo de radiólogos por habitante de España- Y sumen a esto que la percepción de cualquiera que se acerque a la sanidad pública es que la maquinaria administrativa es un auténtico desastre. Datos que no aparecen, ordenadores que se quedan atascados, “ya se la envió la carta” pues no ha llegado, no sé qué ha podido pasar con su prueba, aquí no sale…
Está muy bien ampliar los cribados. Salvan vidas. Pero si no hay recursos para que cumplan su cometido no sirven de nada. Se ha instaurado el cribado de cáncer de colon para la población de 50 a 69 años pero las colonoscopias cada vez tardan más. Se ha implantado el cribado de cáncer de cuello de útero, pero los recursos son los mismos que antes de que existiera.
Está muy bien ampliar los cribados. Salvan vidas. Pero si no hay recursos para que cumplan su cometido no sirven de nada
No hay propaganda que calle una realidad que cualquiera vive en primera persona. En mi caso me sonó el teléfono el jueves para citarme a una ecografía de mama el próximo lunes. Soy de las que se va a beneficiar del “alarmismo” de las mujeres de Amama. La mamografía se hizo en abril y se pidió por el médico de cabecera en febrero. Hace nueve meses. En mi caso mi médico de cabecera persiguió como un sabueso mi prueba, tiene dedicación y una empatía a prueba de bomba, y sabía que había una ecografía pendiente. Me insistió varias veces en que fuera al mostrador de Virgen de Rocío a preguntar pero cuando fui una sola vez me fui de allí con las lágrimas a punto de salir por impotencia y rabia ante la desidia del hombre que me tocó al otro lado del mostrador con un “aquí no podemos informarle de nada”. Será el protocolo. He tenido la suerte que otras mujeres no tuvieron y un diagnóstico de algo tan grave como el cáncer no puede ser cuestión de suerte.
Lo que queremos quienes pagamos impuestos no es que nos protejan de información sobre nuestra salud sino que nos citen con premura para saber cuanto antes y actuar con diligencia. Esto no es una crisis electoral, ni de desgaste de Moreno, esto es un problema en un sistema de salud que atiende a 8,5 millones de personas y que es maravilloso en muchísimas cosas pero empieza a ser peligroso en otras por la falta de recursos humanos. Faltan médicos. Faltan enfermeras. Faltan profesionales y llevan muchísimos años alertando de esto.