El colegio de Bayubas de Abajo (Soria), construido en los años de la República, llevaba 14 años cerrado. El silencio se apoderó de sus bellos jardines, de la pista de fútbol, de las aulas de suelo ajedrezado. Hasta hace justo dos años, cuando la llegada de varias familias procedentes de Colombia para trabajar en los pinares resinares con sus hijos le ha devuelto a la vida. Cinco niños con edades comprendidas entre los cuatro y los diez años volvieron a aprender en sus aulas, a jugar en su pista de fútbol.
«Ha sido una alegría enorme y queremos que dure; un pueblo sin niños está condenado a morirse», cuenta Juan José Oliva, el alcalde de este pueblo cercano a Burgo de Osma en los que sus 150 habitantes censados tenían de media alrededor de 60 años. El caso de Bayubas es una rara avis, sin embargo, en las zonas rurales de un país donde cada vez hay menos niños.
La falta de niños condena a cientos de municipios a desaparecer a no muy largo plazo
Más del 30% de municipios españoles de menos de 100 habitantes carecen de niños de menos de 15 años, según datos del INE. En total hay 460 pueblos sin menores en edad escolar, municipios con fecha de caducidad, condenados a desaparecer a no muy largo plazo.
Las cifras son el espejo en el que se refleja la bajísima natalidad en España, donde el número de niños de 0 a 4 años cayó en medio millón entre 2014 y 2023, pasando de 2,3 millones a 1,8 millones, según el estudio ‘Focus on Spanish Society’, publicación editada por la Funcas, un think tank dedicado a la investigación económica y social, a partir de datos de Eurostat.
Cantabria es la región de la UE con el mayor descenso de nacimientos en los últimos cinco años, casi el 50%
Sólo Letonia y Grecia tienen una natalidad más baja que España. Cantabria, de hecho, es la región de la UE con el mayor descenso de nacimientos: casi el 50%. Seguida de Asturias (45%), La Rioja (43%) y Canarias (42%). Otro dato apabullante: en más de siete de cada diez hogares de España no hay niños.
«La tendencia de la reducción de nacimientos es difícil de parar, porque cada vez disminuyen más las mujeres en edad fértil, pero no es imposible. Mucha gente no tiene hijos no porque no quiera, sino porque no puede», señala María Miyar, doctora en Sociología, licenciada en Economía y directora de Estudios Sociales de Funcas.
Cuatro de cada diez niños, hijos de inmigrantes
De acuerdo a su último estudio, el 40% de los niños menores de cinco años en España son de origen extranjero -cifra que alcanza al 50% en Catalunya-, lo que delata la creciente presencia de la «segunda generación» de inmigrantes en el país, convirtiéndose en una pieza fundamental del futuro demográfico, social y político.
Gumiel de Mercado, un pequeño pueblo de Burgos, es un buen ejemplo de cómo la inmigración ayuda a frenar la despoblación. Ha pasado de 310 a 385 vecinos en apenas cinco años con la llegada de familias rumanas y marroquís para trabajar en el campo, principalmente en los viñedos de Ribera del Duero. «Hay familias que han venido al pueblo porque teníamos el colegio abierto”, razona el alcalde, Pedro Gómez.
Alumnos en el colegio de Bayubas de Arriba, que reabrió en 2023 después de 13 años cerrado. / ALBA VIGARAY
Detrás del decreciente número de niños hay numerosos factores, entre ellos que España lleva arrastrando años de tasas de fecundidad muy bajas «que no se recuperan», según explica Miyar, que afirma que Asturias o Canarias, por ejemplo, «tienen una tasa de menos de un hijo por mujer», cuando para que una generación se reproduzca en igual número que la anterior tiene que rozar los 2,1 hijos por mujer [España ahora mismo está en una tasa del 1,12, la más baja de la UE solo por detrás de Malta].
La situación económica, las limitadas ayudas a familia e infancia y el problema de la vivienda, factores que explican la tendencia
Una de las causas de estos datos, de acuerdo a la doctora en Sociología, es que «España es uno de los países donde las políticas de familia e infancia son menos generosas», si bien se está observando últimamente que en países que dan más ayudas y facilidades, como los escandinavos, se comienza a reducir también la fecundidad.
Situación económica
Otro de los factores viene derivado de la situación económica. «Las familias que están en crianza de hijos manifiestan más malestar económico, van más apretadas por la carga fiscal y las pocas ayudas. Son pobres en tiempo. Cualquier política que favorezca que esas familias puedan comprar tiempo, como la reducción de jornada o la contratación de servicio doméstico, ayudaría», afirma la directora de Estudios de Funcas.
La dificultad para el emparejamiento es otro de los escollos con los que se encuentra el aumento demográfico. Según el centro de Estudios Demográficos (CED) de la Universidad Autónoma de Barcelona, un tercio de las mujeres que no han tenido hijos dice que fue porque no encontraron pareja adecuada.
«Uno de los factores que ha influido es que cada vez las mujeres tienen más estudios universitarios y la forma preferida en las sociedades occidentales de emparejarse es con alguien con tu mismo nivel educativo, algo que se llama homogamia«, afirma la experta. Curiosamente, en las áreas rurales hay el doble de mujeres con estudios superiores que hace cinco años, ya que se ha pasado de 312.000 a 645.000, de acuerdo a datos del Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico.
En las áreas rurales estos problemas de emparejamiento son, además, mayores por la diáspora vivida entre los jóvenes. De hecho, Burgos lidera el ranking de provincias con más pueblos sin niños en edad escolar (62), seguido de Soria (56), Guadalajara (55), Cuenca (32), Zaragoza (32) y La Rioja (31).
Según el INE, la población nacida en España pasará del actual 81,9% al 61% dentro de 50 años
A todo ello hay que añadir la alta penalización en el mercado laboral que sufren las mujeres cuando son madres -«no pueden progresar al mismo ritmo que los hombres»-, que hacen que en muchos casos decidan no serlo o no tener un segundo hijo. Y, cómo no, los problemas con el alto precio de la vivienda, que provoca que los jóvenes se emancipen más tarde, comiencen la edad adulta más tarde también, y se reduzcan, por ende, los años más fértiles.
La situación es tan preocupante que, según la proyección realizada por el Instituto Nacional de Empleo, la población nacida en España disminuirá paulatinamente los próximos lustros y pasaría de significar el actual 81,9% del total al 61% dentro de 50 años.

Un niño patina por las calles de un pueblo de Valencia. / Miguel Lorenzo
Mil pueblos sin menores de cuatro años
«Es verdad que los inmigrantes tienen más hijos que las españolas, pero sus tasas de fecundidad empiezan a converger con el de las españolas porque sufren los mismos problemas estructurales», vaticina la directora de Estudios de Funcas, que recuerda que hay más de mil municipios que no tienen menores de cuatro años.
La tendencia que vive nuestro país ha provocado que se haya batido un récord histórico el año pasado, ya que hay ya 142 personas mayores de 64 años por cada 100 menores de 16 años. Se ha subido cinco puntos en solo un año. Por comunidades autónomas lideran el ranking de envejecimiento Asturias (257,2%), Galicia (224,3%) y Castilla y León (223,8%), que cuentan con más del doble de población mayor de 64 años que menor de 16, de acuerdo al último Observatorio de la Vulnerabilidad y Empleo de la Fundación Adecco.
“Cada vez hay menos jóvenes en edad de incorporarse al mercado laboral, mientras que la población activa envejece, complicándose el relevo generacional. No podemos permitirnos dejar fuera del mercado laboral a segmentos de la población que tienen mucho que aportar, como los desempleados de larga duración, los profesionales mayores de 50 años o las personas con discapacidad», asegura Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco, que añade que la población inmigrante representa «una oportunidad para cubrir el vacío de una población activa nativa en declive”, algo que confirman las proyecciones del INE, que estiman que hasta 2073 llegarán progresivamente a nuestro país 17,1 millones de personas.
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