El Hospital Cruz Roja de Córdoba ha logrado un hito en la medicina privada de la ciudad al realizar con éxito la primera cirugía cerebral con paciente despierto. La intervención, dirigida por el neurocirujano Cristóbal Blanco y un equipo multidisciplinar de anestesia, neurofisiología y enfermería, permitió tratar una lesión en una zona crítica del cerebro sin comprometer funciones esenciales como el lenguaje, la motricidad y la coordinación.
Miguel, músico profesional y protagonista de la operación, permaneció consciente durante más de una hora mientras colaboraba activamente con el equipo médico. Durante ese tiempo, tocó el piano y respondió a pruebas de lenguaje y coordinación, información que resultó crucial para que los cirujanos pudieran resecar la lesión sin dañar áreas fundamentales. “Era una sensación extraña, pero sabía que cada nota que tocaba ayudaba a que la cirugía fuera segura”, relata Miguel.
Miguel durante la intervención
El doctor Cristóbal Blanco explica que este tipo de cirugía, conocida como awake surgery o cirugía de paciente despierto, es una de las técnicas más avanzadas en neurocirugía. “El objetivo principal es preservar el conectoma cerebral, es decir, las conexiones neuronales que permiten hablar, movernos y mantener nuestras capacidades cognitivas. Trabajar con un paciente despierto nos da información en tiempo real que ninguna imagen médica por sí sola podría ofrecer”, asegura.
La planificación de la operación comenzó semanas antes, con estudios de neuroimagen avanzados y simulaciones del procedimiento. La localización de la lesión en Miguel, entre las áreas responsables del lenguaje y la motricidad fina, implicaba un alto riesgo de secuelas irreversibles. “Cada paso estaba cuidadosamente calculado. Sabíamos que cualquier error podía afectar funciones que son esenciales no solo para la vida diaria, sino también para su carrera musical”, añade el doctor Blanco.
Durante la intervención, el paciente y el equipo mantuvieron una comunicación constante. Miguel realizaba pruebas de memoria, repetía palabras y tocaba piezas de piano mientras los cirujanos monitorizaban en tiempo real la actividad cerebral. “Escuchar las notas del piano mientras interveníamos nos ayudaba a calibrar la resección de la lesión. Fue un trabajo conjunto entre ciencia y arte”, explica el neurocirujano.
Tras la operación, Miguel permaneció en la Unidad de Cuidados Intensivos y posteriormente en planta durante varios días hasta recibir el alta. “Al despertar y poder mover las manos, tocar el piano y hablar sin dificultad, sentí un alivio enorme. Fue un milagro moderno”, afirma el músico. Reconoce que la experiencia fue intensa y, en algunos momentos, sobrecogedora, pero asegura que la confianza en el equipo médico fue fundamental para superar la ansiedad.
Blanco asegura que cada vez que interviene un cerebro «agradezco a Dios, a la vida y a los pacientes que confían en nosotros, por tener el privilegio de manipular el cerebro. Nuestra especialidad
nos genera un tipo de empatía, de ser respetuoso, de saber que
estamos con el órgano más noble, quizás probablemente el
más importante, el que nos permite que seamos un solo cuerpo. Tocar el cerebro es algo que me da mucho respeto. Cada cirugía la asumo como un desafío, porque estoy modificando la
vida de una persona, por lo tanto, requiere mis mayores capacidades», afirma.
El Hospital Cruz Roja destaca que este procedimiento no solo supone un avance técnico, sino también un referente para la medicina privada en Córdoba y Andalucía. La cirugía de paciente despierto exige un equipo altamente entrenado, coordinación absoluta y protocolos muy estrictos. “No es solo la habilidad del cirujano, sino la colaboración de anestesistas, neurofisiólogos y enfermería lo que marca la diferencia en estos casos”, subraya el doctor Blanco.
Miguel confiesa que la música jugó un papel vital. “Cada nota era como una guía para el doctor. Me sentía parte del procedimiento, consciente de que mis manos podían marcar la diferencia. Es un privilegio poder ayudar a salvar mi cerebro de esta manera”. La intervención se convierte así en un ejemplo de cómo la ciencia y la participación activa del paciente pueden combinarse para obtener resultados extraordinarios.
Ambos, médico y paciente, coinciden en que este procedimiento abre nuevas posibilidades en neurocirugía. Para Miguel, significa poder continuar con su carrera musical y recuperar la normalidad, mientras que para el doctor Blanco y su equipo, representa un paso más en la aplicación de técnicas que priorizan la preservación de la calidad de vida de los pacientes.
Con esta cirugía, Córdoba se coloca a la vanguardia de la neurocirugía privada, demostrando que la innovación y la valentía de los pacientes pueden transformar por completo los límites de la medicina moderna.