Franco Stupaczuk se ha sincerado. En una conversación en el canal de YouTube Ganar la red, el chaqueño se ha abierto para recordar las espinas de su pasado, la fuerza de sus raíces y la ilusión de su presente junto a Juan Lebrón. Entre recuerdos, anécdotas y reflexiones personales, el argentino ha mostrado el lado más humano de una de las grandes figuras del pádel mundial.
Poca gente sabe del esfuerzo, sacrificio y tesón que el chaqueño ha tenido que poner para alcanzar su meta. Su llegada a España se complicó al no conseguir la residencia, algo que tuvo que hacer gracias a las raíces un familiar. Su abuelo polaco emigró a Argentina huyendo de la guerra: “Escapó en barco, como mucha otra gente. Mi papá nació allá, pero siempre llevamos ese origen”. Esa herencia lo marcó incluso en lo personal: “Cuando no tenía papeles me sentía que no era del país, caminaba pensando que la policía me iba a parar. El día que conseguí el pasaporte gracias a él lo colgué en redes para que todos vieran que lo tenía”. De ahí su apodo «polaco» como le llaman algunos de sus compañeros de profesión.
El presente del argentino está definido por su binomio con Juan Lebrón, una de las parejas más carismáticas y explosivas del circuito Premier Padel: “Somos una pareja linda, dinámica, competitiva, con mucha hambre de ganar. Conozco al Lobo desde que tengo 10 años. Nos conocemos muy bien, quizá no tanto en lo privado, pero ahora compartimos muchas cosas que antes no. Él tiene esa pelea interna, ese gen competitivo que lo hace único. Después, fuera de la pista, es otra persona: muy tranquilo, muy familiar, muy de su equipo”, ha señalado.
Sobre el curso actual, Stupaczuk ha hecho autocrítica: “Un ocho. De nueve torneos habíamos hecho cinco finales. Le quito puntos por las lesiones que tuvimos tanto Lobo como yo. No sabemos qué habría pasado, pero esas lesiones nos quitaron la posibilidad de acercarnos más a la pareja número dos”.
Sus palabras reflejan ambición y exigencia, pero también una madurez forjada a base de paciencia. Un valor que él mismo se ha encargado de subrayar al enviar un consejo a su yo adolescente: “Que fuera mucho más paciente. En algunos momentos toca paciencia y equilibrio, y en eso me han ayudado mucho tanto la psicóloga como algunos compañeros”.
A pesar de ser una de las estrellas del circuito, Stupaczuk ha reconocido que nunca ha sido un gran consumidor del deporte: “Yo iba a la cancha de al lado de casa a jugar, no me importaba quién era el bueno o quién era el malo”. También se ha mostrado abierto a cambios en el reglamento, como la vuelta del punto de oro: “A la gente le gusta, es donde viene la sangre, lo bueno”, recordó, señalando que los jugadores fueron reacios cuando se implementó sin consulta en el World Padel Tour.