«Siempre a mí», bramaba Julián Álvarez el pasado domingo, tras el empate del Atlético en Mallorca, hastiado de que Simeone le hubiera sustituido en cuatro de los cinco partidos de Liga jugados hasta entonces. «Siempre a mí», escuchó el ‘Cholo‘ y tomó nota, que este miércoles ante el Rayo le concedió los 90 minutos. Y Julián respondió a la confianza con la más icónica de las reivindicaciones que puede entonar un delantero: un ‘hat-trick’ para darle la victoria a su equipo.
Un triplete que redime a una estrella, un triplete que suspende una crisis de resultados, un triplete que ilusiona al Atlético a tres días de su gran partido de Liga, la visita del Real Madrid al Metropolitano. Y también un triplete que salvó una noche complicada, en la que el Rayo se llegó a poner por delante en el campo colchonero, desatando un estado de pánico que Julián Álvarez erradicó con sus dos últimos goles en los 10 minutos finales.
Indetectable Llorente
Simeone, consciente de que su equipo no estaba carburando, planteó el duelo contra el Rayo con un esquema asimétrico. Era un 5-3-2, con Llorente ejerciendo de central, que en ataque se transformaba en un 4-4-2, con el madrileño y Nahuel Molina alternándose en la posición de extremo. Curiosamente, lo contrario de lo que había probado una noche antes Xabi Alonso con su Real Madrid contra el Levante.
Esa apuesta, sobre todo el rol camaleónico de Llorente, desconcertaron de entrada al Rayo, propiciando un buen arranque del Atlético, con Griezmann reivindicando con su fútbol una parte del protagonismo perdido en los últimos meses. Tuvo el francés la primera, pero quien abrió el marcador fue Julián Álvarez.
Julián Álvarez celebra su gol contra el Rayo. / AFP7 vía Europa Press
No marcaba el argentino, faro del proyecto, desde la primera jornada contra el Espanyol. Una sequía insoportable que interrumpió rematando a los 15 minutos un gran centro de Llorente desde la derecha. No era nada fácil la ejecución, pero Julián volvió a demostrar por qué es uno de los delanteros más cotizados del planeta.
Golazo de Chavarría
Jugó bien el Atlético durante el resto de la primera parte, atinado con el balón, profundo por su banda derecha y sólido en defensa. No habría sido injusto que se fuera con 2-0 al descanso, Julián dispuso de un remate más claro que el del gol que esta vez mandó fuera. Pero lo que se encontró el Atlético fue el empate del Rayo en el descuento, fruto de un zapatazo descomunal de Pep Chavarría a la escuadra, un golazo de bandera.

Los jugadores del Rayo celebran el golazo de Chavarría. / Juanjo Martín / EFE
Al equipo colchonero se le aparecieron de repente todos sus fantasmas recientes, más aún después de que Oblak completara un nuevo milagro, negándole un gol clarísimo a Isi Palazón poco después de la reanudación. Más todavía después de que Nico González fallara un cabezazo clarísimo nada más entrar al campo junto a Giuliano.
Esos dos cambios, eso sí, mejoraron el rendimiento de los de Simeone, más verticales e incisivos desde la entrada de dos extremos puros al campo. Un tramo de efusividad que al Atlético no le sirvió para convertir su superioridad en un segundo gol. Al contrario, en el minuto 77 fue el Rayo quien se puso por delante, con un gol de Álvaro García inicialmente anulado por un fuera de juego que no era tal.
Julián al rescate
La reacción del Atlético, eso sí, fue inmediata. Julián Álvarez anotó su segundo tanto después de una parada agónica de Batalla a Giuliano, sin que el portero rayista pudiera reaccionar ya al remate de la ‘Araña’. Al ese tanto le sucedieron un remate de Giuliano al larguero y otro de Raspadori al palo.
Pero tenía que ser Julián quien completara la redención rojiblanca, con un zurdazo rozando la escuadra desde la frontal cuando quedaban un par de minutos para el descuento. Una victoria que el Atlético, pese a todo, mereció y que le hace llegar al derbi a 9 puntos del Real Madrid. Parecen muchos, pero es que podrían haber sido 12. Y eso sí que hubiese terminado de disparar todas las alarmas.
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