Actualmente, el uso de dispositivos electrónicos tiene una importancia, e incidencia, capital en nuestros hábitos diarios, con posibles repercusiones en la salud mental, el rendimiento, etc. Hablamos con diferentes profesionales de Quirónsalud que tienen tienen toda la información sobre la epidemia del mal sueño.
Pero, ¿cómo puede definirse tal afección? Es importante conocer los principales síntomas, causas y repercusiones, de cara a poder afrontar la problemática en aras de obtener los mejores resultados posibles para nuestra salud mental y calidad del sueño.
¿Qué es la epidemia del mal sueño?
La Dra. Mª Fernanda Troncoso Acevedo, especialista del Servicio de Neumología y responsable de la Unidad Multidisciplinar del Sueño del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, da claves para entender tal concepto. Afirma la Dra. Troncoso que “estamos en una sociedad de lo inmediato, sedentaria y tecnológica”, que, como consecuencia, provoca que no se desconecte lo suficiente, “durmiendo peor y retrasando la hora de acostarse”. Además, estamos frente a una epidemia silenciosa, ya que “muchas personas no se dan cuenta de que duermen mal y poco”.
La Dra. Troncoso añade datos estadísticos, indicando que “se estima que entre un 30 y 40% de la población tiene problemas de sueño”, siendo especialmente preocupante el aumento, en los últimos años, “del insomnio crónico y la apnea del sueño”, consecuencia del envejecimiento de la población y la epidemia de la obesidad, en una sociedad que “valora más la productividad que el descanso, y eso tiene un precio”.
En ese estar conectados 24 horas, desempeña un papel fundamental el uso de pantallas antes de ir a dormir. El Dr. Francisco Segarra Isern, somnólogo experto en Medicina del Sueño por la ESRS, codirector de la Unidad Patología del Sueño Estivill en el Hospital Universitari General de Catalunya y del Hospital Quirónsalud del Vallès (Sabadell), explica que “la exposición a la luz azul de dichos dispositivos inhibe la secreción de melatonina”, que regula el ritmo circadiano del sueño-vigilia, además de producir una “hiperactivación cortical, al estar continuamente recibiendo estímulos en redes sociales”.
De cara a combatir dichos efectos, el Dr. Segarra deja constancia de la importancia de las normas de higiene del sueño, que representan una condición necesaria para dormir bien, aunque en ocasiones no sean suficientes. En resumen, debe atenderse “el mal uso y/o abuso de la tecnología en la tarde – noche”, siendo imprescindible evitar “su empleo al menos 2 horas antes de la hora de acostarnos”. Dichas prácticas son conocidas como las rutinas de higiene del sueño.
Consecuencias del insomnio en la salud mental
La existencia de esa falta de sueño tiene una incidencia directa en la salud mental, tal y como explica Dr. Jesús Romero Imbroda, es jefe del Servicio de Neurología del Hospital Quirónsalud Málaga y en el Hospital Quirónsalud Marbella, ya que “se trata de un factor de riesgo para trastornos como la ansiedad, la depresión y el deterioro cognitivo”. La falta de descanso afecta “a la regulación emocional, disminuyendo la tolerancia al estrés y reduciendo la plasticidad cerebral”, lo que puede agravar o precipitar problemas psicológicos. Además, a largo plazo, se asocia con un “mayor riesgo de enfermedades neurodegenerativas”.
La Dra. Marisa Morell, especialista de la Unidad del sueño del Hospital Quirónsalud Valencia, reflexiona sobre cómo esa falta de sueño también tiene una incidencia sobre el rendimiento laboral y académico, ya que “el insomnio provoca problemas cognitivos, como dificultad para concentrarse, tomar decisiones y recordar información”, así como una “disminución de la creatividad y la innovación”. De este modo, los errores en tareas cotidianas aumentan, provocados por “la falta de concentración”, dando lugar a “una disminución de la productividad y un aumento del estrés laboral”.

¿Cuándo es necesario recurrir a la atención médica?
En base a la información expuesta, es bastante evidente que el insomnio puede convertirse en un problema crónico. Para poder determinar si la persona se encuentra en ese punto, es importante conocer los síntomas, que la Dra. Troncoso enumera a continuación: “dificultad para quedarse dormido, despertares frecuentes o antes de tiempo”, indicando que “si duran más de tres meses, ocurren al menos tres veces por semana y tienen consecuencias al día siguiente”, afectando a la vida diaria en trabajo, relaciones sociales y salud, es necesario “consultar a un especialista”, ya que el insomnio puede ir más allá de una situación puntual, provocada por otros factores, como problemas en el trabajo, por poner un ejemplo.
En ese sentido, existen una serie de recomendaciones, de cara a prevenir llegar a dicho estado, que explica el Dr. Romero Imbroda, indicando que los principales consejos son “establecer horarios regulares para acostarse y levantarse, evitar el uso de pantallas al menos una hora antes de dormir, creando un entorno oscuro, silencioso y fresco para el descanso”. Otras alternativas son “practicar técnicas de relajación o mindfulness”, sin olvidar la importancia de “limitar el consumo de cafeína, alcohol y cenas copiosas”, concluyendo que la cama debe emplearse “solo para dormir, no para trabajar o ver series”.
Diferencias generacionales no tan señaladas
En la sociedad actual, el empleo de tecnologías se encuentra normalizado, de modo que “casi cualquier persona tiene un móvil, un portátil o algún otro dispositivo tecnológico”, explica la Dra. Morell. Bajo ese prisma, es posible entender cómo “cada vez existen más casos de adolescentes con patrones adictivos”, en relación al empleo de tecnologías, lo que tiene un efecto directo en “la mala calidad del sueño”. Por lo que, “el tiempo dedicado, e incluso el número de dispositivos presentes en la habitación antes de dormir, interfiere negativamente en la calidad del sueño”, tanto en población adolescente como en adultos, aunque los primeros son, actualmente, “más susceptibles”.