Juan García Díaz (Nerva, 1940-Córdoba, 2013) fue para el Córdoba CF no sólo ese jugador referencia que todos los clubes poseen, sino también un hombre al que todos escuchaban cuando se hizo entrenador y se encargaba de la formación de los más pequeños en la escuela futbolística que creó junto a su amigo Diego Moreno. El eterno 8 en blanco y verde comenzó su vida futbolística de verde y blanco, ya que arrancó su andadura en el juvenil del Betis y en su filial. Tras ser cedido por una temporada al Extremadura, el Córdoba CF lo firmó en el verano de 1960 y dos años después se convertía en uno de los grandes protagonistas del primer ascenso blanquiverde a Primera División, en Huelva.
El primer gol en Primera, con su firma
Tan histórica fue su carrera en el Córdoba CF que firmó el primer tanto cordobesista en la máxima categoría del fútbol nacional para el club de El Arcángel, ante el Valladolid. Así, la mejor etapa en los más de 70 años de historia del Córdoba CF lleva por bandera la capitanía y el liderazgo de Juan García Díaz, con su 8 a la espalda. La temporada 1964-65 fue la mejor para el Córdoba CF, con un quinto puesto en la clasificación final de Primera División, sin perder un solo encuentro en El Arcángel en toda la Liga, encajando sólo dos goles como local y quedando por delante en la tabla de clubes como el FC Barcelona.
Uno de los primeros goles de Juanín con la camiseta del Córdoba CF. / Ricardo
También era el líder de aquel Córdoba CF que llegó a las semifinales de la Copa del Rey en la temporada 1966-67 y que hasta ahora sigue siendo también el techo en la competición del ko. Después de 10 años en blanco y verde, Juanín se retiró, no sin antes probar una última campaña en el Calvo Sotelo de Puertollano, en Segunda División.
Campaña de recogida de firmas
Como un cordobés de pleno derecho más, y una vez colgadas las botas, Juanín se dedicó desde la escuela de fútbol Juanín y Diego a formar multitud de valores futbolísticos, como Fede Vico, aunque siempre destacaron de él que, además de los aspectos técnicos, el que fuera gran capitán y referente del Córdoba CF lo hacía también en la formación de personas.

Una imagen más que atípica: Juanín toreando una vaquilla cuando aún estaba en activo en el fútbol. / Ladis
Hace una docena de años, CÓRDOBA inició una campaña de recogida de firmas para que el cordobés nacido en Nerva tuviera un reconocimiento en forma de calle o plaza. Si la mejor manera de mantener vivo el recuerdo de los que se van es teniéndoles presentes, es obligatorio traer aquí a otro hombre bueno, José Luis Blasco, que fue subdirector de este periódico y contó no pocos avatares del Córdoba CF en estas páginas. Nada más fallecer Juanín, Blasco escribió que «el cordobesismo tiene que estar eternamente agradecido a su paradigma de futbolista total -sacrificio, largo recorrido, clase y gol–. Juanín no admite comparación –que perdonen todos los futbolistas buenos que han vestido la blanquiverde–. Fue un futbolista de época, un cordobesista puro y un cordobés íntegro. Lo dio todo, en el campo -como jugador y preparador de postulantes al primer equipo-y fuera -como persona y cordobés ejerciente–. Los que nacimos a principios de los 60 nos hicimos cordobesistas con sus goles. Es un héroe para el cordobesista al que la memoria le da de sí lo suficiente. En los lugares donde se veneran a los héroes, a tipos como Juanín se les recuerda retirando el número de su camiseta, dedicándoles una puerta o un fondo del estadio, y una calle o un polideportivo». Blasco mandaba, finalmente, un mensaje para la memoria del cordobesismo que toma el relevo de sus padres o abuelos. «Sepa el cordobesismo joven –futbolístico o no– y el advenedizo que todo lo que ha dado Juanín al Córdoba CF y a Córdoba no se paga con un simple minuto de silencio. Juanín no merece silencio, sino un recuerdo perpetuo. ¿Estaremos a la altura del más grande?», se preguntó Blasco entonces. Al menos sí ha habido memoria, José Luis. Que no es poco viendo los tiempos actuales, con tanta amnesia colectiva.
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