Desde que se presentó durante la gamescom 2024, ‘Dying Light: The Beast’ se ha convertido en uno de los títulos más esperados para este 2025, pero la espera ha llegado a su fin. Disponible desde el 18 de septiembre para PC, PlayStation 5 y Xbox Series X|S, los más de un millón de jugadores que reservaron el juego ya pueden comenzar a disfrutar de esta aventura que mezcla acción, supervivencia, parkour, terror y zombis.
Desarrollado por Techland, utilizando su propio motor Chrome Engine, en sus inicios iba a ser un DLC de ‘Dying Light 2: Stay Human’, pero pronto el equipo se dio cuenta del potencial de lo que estaban creando. Con una duración superior a las 18h, sigue la estela del resto de juegos de la saga, títulos que incluso este año han seguido recibiendo actualizaciones de contenido. Esta nueva entrega viene pisando fuerte, sorprende y lo tiene todo para convertirse en el mejor juego de la saga.
Pero comencemos por el principio
‘Dying Light: The Beast’ vuelve a sus orígenes. En esta ocasión los jugadores vuelven a encarnar a Kyle Crane, el carismático protagonista de la primera entrega. Tras años secuestrado por el Barón y siendo el sujeto de pruebas de múltiples experimentos, Kyle consigue escapar y busca venganza. La historia gira en torno a esta sed de venganza, pero a medida que se desarrolla y avanza, los jugadores descubrirán que hay mucho más.
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Tras huir del laboratorio secreto del Barón, el juego nos muestra dónde estamos. Kyle aparece en Castor Woods, un popular destino turístico rodeado de bosques que ha vivido tiempos mejores. Medio abandonado, medio en ruinas, ya no hay turistas paseando por sus calles, solo zombis. Muchos zombis. Y esto es clave, porque a diferencia de ‘Dying Light 2’, el equipo ha querido dar aún más protagonismo a la supervivencia y a que los jugadores sientan auténtico terror mientras exploran este entorno rural.
Se nota el cariño y dedicación que Techland ha puesto al crear el mundo abierto de Castor Woods. No solo hay un trabajo excepcional de guion en las misiones principales del juego, sino que el estudio ha incluido numerosas misiones y actividades secundarias repartidas por la zona. Volviendo al pueblo, éste está lleno de edificios y detalles que muestran su glorioso pasado, pero también nos permite explorar libremente utilizando el potentísimo sistema de parkour del juego. Al explorar el mundo de ‘The Beast’, los jugadores se darán cuenta de que todo está creado y diseñado para potenciar este sistema. Es una de las características únicas de ‘Dying Light’, y Techland la mejora con cada entrega. Además, y sin querer hacer mucho spoiler, también tendremos disponible un coche con el que movernos más rápido entre los zombis.
Adrenalina por las nubes
Es un gustazo y un subidón de adrenalina viajar a las diferentes ubicaciones, completar las misiones y salir de allí lo más rápido posible. ‘The Beast’ nos ha enseñado a tenerle miedo a la noche. Si durante el día Castor Woords es un lugar más o menos transitable, cuando cae el sol, aparece el verdadero terror del juego: los zombis coléricos.
Eso sí, no todo es huir. Kyle también sabe pelear y cuenta con un poderoso y variado arsenal para hacerlo. Los jugadores tendrán disponibles diferentes tipos de armas a melé como hachas, machetes, tuberías, palas, picos…, y también podrán contar con armas a distancia como subfusiles y escopetas. Aunque nuestro mejor aliado será nuestra bestia interior.

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Un poder sin igual
Debido a los numerosos experimentos mezclando su ADN humano con el de zombi, el Barón consiguió que nuestro protagonista desarrollara un poder sin igual. Cuando se llena el indicador, podemos activar este nuevo poder y destrozar a cualquier enemigo que tengamos por delante. Lamentablemente el modo bestia no es infinito por lo que es crucial saber cuándo es mejor activarlo. El combate se siente bien. Tanto el gunplay, como el combate a melé han mejorado respecto a sus antecesores. Es divertido, dinámico, fluido, las animaciones están bien trabajadas y el sonido ayuda a que se sienta cada impacto.
Hablando de impacto, el rendimiento del juego es excelente. Se mueve bien, tiene buen rendimiento y la aventura la hemos terminado sin errores mayúsculos. Techland lleva años perfeccionando su Chrome Engine y se nota. El mundo se ve precioso, y aunque parezca contradictorio, lleno de vida. A esto hay que sumarle que ‘Dying Light: The Beast’ saca todo el partido a las tecnologías DLSS 4, Ray Tracing y Reflex de Nvidia. De hecho, los últimos drivers han mejorado el rendimiento sustancialmente, sin perder ni un ápice de belleza.
Otro de los puntos más destacables es el sonido, los ingenieros de Techland han hecho un trabajo espectacular. Tanto la música, como el audio que envuelve el combate, la exploración y los diálogos están muy cuidados, ayudan a sumergirte aún más en la experiencia. Parece que incluso nuestros golpes son más fuertes gracias al cariño que le han puesto al aspecto sonoro del juego. Y por la noche son aterradores. Te ayudan a sumergirte aún más en la exploración y a vivir algo único.
Conclusión
‘Dying Light’ está lejos de ser un FPS con zombis, y es que nunca ha querido serlo. Quienes den el paso y visiten Castor Woods, se encontrarán con una aventura de acción y terror donde el sigilo, la estrategia y la rapidez en la toma de decisiones es clave.
Es el proyecto más ambicioso de Techland. Vuelve a sus orígenes y deja de lado el exceso de componente RPG de entregas anteriores, un paso adelante en la saga que emana cariño. Se nota mientras recorres el hermoso y cuidado mundo abierto que han creado. Todo lo que se ha ido viendo y se ha avanzado sobre el juego durante este último año, se queda pequeño. Estamos, sin duda, ante el mejor Dying Light de la historia.