Al igual que ocurre con las personas, los vegetales también deben viajar con un certificado que acredite su origen. Ese documento tiene un nombre: pasaporte fitosanitario. El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación lo define como una «marca oficial que acompaña a los vegetales, productos vegetales y otros objetos en su movimiento por el territorio de la Unión Europea» y cuyo objeto es acreditar que dicho envío va «libre de plagas cuarentenarias y que cumple con los niveles de tolerancia exigidos». Y es que las plagas, los patógenos y los insectos dañinos son algunas de las grandes amenazas que afrontan los campos del bloque comunitario, un mal que se ve agravado con el avance implacable del cambio climático.
El pasaporte fitosanitario es obligatorio en la UE / Agencias
Ahora mismo, la Comisión Europea y la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) se encuentran en plena campaña para fomentar su uso. Bajo el título de #PlantHealth4Life, la iniciativa busca crear conciencia de los riesgos de traer plantas, semillas y cualquier otro recuerdo de la naturaleza a la vuelta de un viaje. Un simple esqueje puede poner en aprietos a plantaciones enteras.
Un pasaporte obligatorio en la UE
Para que eso no ocurra, el pasaporte fitosanitario es obligatorio en el área comunitaria. «Todas las especies vegetales son sensibles de ser afectadas por plagas de cuarentena, que son aquellas que no están presentes en nuestro territorio o, si lo están, es de manera restringida. En el caso de que se introdujeran o se propagasen, causarían un grave impacto, tanto económico como social y medioambiental», explica Laura Hernández Dato, portavoz de la Subdirección General de Sanidad e Higiene Vegetal y Forestal del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.
Un simple esqueje infectado puede poner en aprietos a plantaciones enteras
Hernández Dato subraya también que la CE ha puesto el foco en la prevención, «dando especial importancia tanto a los controles en frontera de los productos importados, que deben ir acompañados del certificado fitosanitario, como a los sistemas de vigilancia a nivel intraeuropeo basados en un plan de prospección del territorio y en el propio pasaporte fitosanitario», indica. Además, este documento «obliga a los operadores profesionales a llevar actividades de prevención y control» para garantizar que el material que manejan está libre de plagas.
Lo que podría haberse evitado
Una de las enfermedades que pretende combatir el pasaporte fitosanitario es el HLB, la plaga más devastadora de los cítricos. Este mal, originado por un patógeno, reduce de manera progresiva su producción y, al mismo tiempo, la fruta que logra permanecer en el árbol se vuelve inservible. En la actualidad no existe tratamiento posible y la supervivencia de los árboles infectados en ningún caso supera los diez años.

Cítricos afectados por la plaga HLB / Agencias
Pero, aunque es la peor, no es la única amenaza que afrontan los cultivos. En la historia reciente de España se encuentran fácilmente ejemplos de plagas que, quizás, se podrían haber evitado con mecanismos de control más férreos. Laura Hernández Dato habla de la Tecia solanivora, «una polilla originaria de Guatemala considerada como una de las plagas más graves de la patata en Centroamérica y en América del Sur», indica. Apareció en Canarias y se reprodujo en la cornisa cantábrica en 2015, precisamente, por la introducción de patata infectada.
«Desde entonces son obligatorias medidas de erradicación, consistentes en la delimitación de la zona afectada y la destrucción del material contaminado. También se prohíbe la plantación de ciertos cultivos y se restringen ciertos movimientos», añade.
La ‘Xylella fastidiosa’, ejemplo de plaga
No es el único caso. La Xylella fastidiosa ha dado (y sigue dando) muchos dolores de cabeza. «Es una bacteria fitopatógena, sin cura conocida, que afecta a un gran número de plantas de interés agrícola, ornamental y forestal. Originaria de América, apareció por primera vez en 2013 en Italia, y posteriormente en Francia, España y Portugal», recuerda esta experta del Ministerio de Agricultura, que apunta a que su proliferación es consecuencia de «repetidas reintroducciones». Baleares es una de las comunidades más afectadas por ella. Allí ha arrasado cultivos de olivo, vid o almendro.
La Xylella fastidiosa es una de las principales protagonistas del trabajo de Juan Antonio Navas, jefe del departamento de Protección de Cultivos del Instituto de Agricultura Sostenible (IAS-CSIC) y director del grupo de investigación Fitologías de Sistemas Agrícolas Sostenibles. «Está causando la plaga número uno en Europa. Llevamos años tratando de convencer al sector de su importancia», afirma.

Los olivos y almendros, amenazados por la ‘Xylella fastidiosa’ / Agencias
Es una de las bacterias marcadas en rojo en la legislación europea. Este experto explica cómo funciona la normativa, que data de 2016. «Entonces se buscaba tener una mayor protección del medio ambiente frente a plagas y enfermedades, pero también incrementar la vigilancia sobre las importaciones. También poner mucho énfasis en la detección temprana de posibles introducciones en el continente de patógenos de cuarentena», subraya.
La normativa comunitaria divide las amenazas en dos grupos, según su importancia. El primero es el de las plagas prioritarias, en el que la Xylella entró en primer lugar. «Se califican así por el perjuicio que causan. Se tiene en cuenta en aspecto social por las pérdidas de puestos de trabajo que causan, pero también el medioambiental y el cultural», puntualiza. Los estados miembros están obligados a hacer revisiones anuales para asegurarse de que estos patógenos no han penetrado en su territorio. «Hemos diseñado un sistema que estima el número de muestras necesarias para cerciorarse de ello, porque es imposible testar todos los ejemplares vegetales de un país. Actualmente, nuestra aplicación puede ser usada en cualquier parte del mundo», indica.
Pérdidas millonarias
Pero, pese a que ha habido avances, Navas pide autocrítica. «Hay estudios de finales de los años 90 que dicen que, en conjunto, solo se salva el 68% de la producción. Debido a enfermedades se pierde el 13%; por plagas, el 10%; y debido a mala hierba, el 9%. Esto se repitió años después y se obtuvieron prácticamente las mismas cifras», recuerda. «Aunque pensemos que vamos avanzando, cuando nos comparamos con la situación de hace 30 años, estamos igual. Por lo menos no hemos empeorado», añade.
…………………………………..
ENTREVISTA. PALOMA JUÁREZ ORTEGA. Doctora en Biotecnología
«El estrés hídrico hace más vulnerables a los árboles frente a las infecciones»
Paloma Juárez Ortega es líder de proyectos europeos en el Instituto Tecnológico de Alimentación (AINIA) y coordinadora de Citrusbusters, una iniciativa que lucha contra las plagas de cítricos. En ella participan organizaciones de Europa y Brasil.

Paloma Juárez / AINIA
-¿En qué consiste el proyecto Citrusbusters?
-Es una iniciativa europea que busca desarrollar soluciones avanzadas y sostenibles para proteger el cultivo de cítricos frente a dos de las enfermedades más devastadoras a nivel mundial: el HLB y la mancha negra causada por Phyllosticta citricarpa. El consorcio trabaja en herramientas de detección precoz basadas en sensores inteligentes, imágenes hiperespectrales, tecnologías LIDAR y modelos predictivos, así como en medidas preventivas innovadoras como formulaciones de biocontrol, compuestos bioactivos para reforzar la inmunidad vegetal y estrategias de edición genética que se alinean con la futura normativa europea. El objetivo es ofrecer a los agricultores herramientas eficaces para frenar la entrada o propagación de estas enfermedades.
-¿Cuáles son las mayores amenazas para los cítricos?
-Enfermedades y plagas emergentes que ya están causando un fuerte impacto económico en EEUU, Brasil o Sudáfrica. El ‘greening’ es la enfermedad más devastadora por su capacidad de destruir plantaciones enteras. Otra amenaza relevante es la mancha negra, que afecta gravemente al aspecto de los frutos, limita su comercialización y ha provocado restricciones en la exportación a mercados exigentes. También preocupa la expansión de Xylella fastidiosa, una bacteria muy agresiva que ya ha diezmado cultivos de otras especies en Europa. A esto se suman plagas invasoras como la mosca oriental de la fruta o el psílido asiático, cuya rápida diseminación complica el control. Todo ello genera importantes pérdidas económicas debido a la reducción del rendimiento y la calidad de la fruta, el aumento en el uso de fitosanitarios, la eliminación de árboles infectados y su impacto sobre el empleo rural.
-¿Qué parte de culpa de la proliferación de plagas tiene el cambio climático?
-El cambio climático está desempeñando un papel cada vez más relevante en esto. El aumento global de las temperaturas, los inviernos más suaves y los cambios en los patrones de precipitación favorecen la expansión geográfica de muchos organismos patógenos y vectores que antes no podían sobrevivir en determinadas regiones. Por ejemplo, insectos como Trioza erytreae o Diaphorina citri, vectores del HLB, encuentran ahora condiciones más favorables en zonas donde antes no podían prosperar. Además, el estrés hídrico y térmico que sufren los árboles debido al cambio climático los hace más vulnerables a infecciones y ataques y reduce su capacidad de recuperación.
-¿Puede el pasaporte fitosanitario atajar el problema?
-Al exigir un control más riguroso y trazable del movimiento de plantas y productos vegetales, ayuda a detectar posibles infecciones y a tomar medidas antes de que se produzcan brotes graves. Sin embargo, no es suficiente por sí solo para atajar el problema, especialmente en un contexto de cambio climático y globalización del comercio.