El consejero delegado de Deoleo (empresa líder del mercado del aceite y dueña de Carbonell y Hojiblanca), Ignacio Silva, ha desvelado que prevé que los precios del aceite de oliva empiecen a disminuir a partir de junio de 2024, mientras que espera que las subidas se relajen para los dos meses restantes del año.
“No espero una subida de precios del aceite de oliva mayor ya, pero sí una relajación de precios a partir de junio del próximo año”, ha expuesto Silva, en el marco del Congreso Aecoc de Gran Consumo, en el que ha participado.
El ejecutivo de Deoleo ha explicado que «se ha pasado de una cosecha de 1.200 millones de kilos de aceituna en 2022 a la mitad para este año», y que es por ese motivo por el que los precios han subido, y que confía alcanzar los 800 millones de kilos en 2024, por lo que la situación será «algo mejor pero no muy diferente» a la que se vive actualmente.
En el contexto actual, el directivo ha reivindicado el papel de toda la cadena de valor del sector “en la situación de costes más difícil de su historia” para contener el impacto de la inflación sobre los consumidores. “El valor de la tonelada de aceite de oliva se ha triplicado desde 2019 y, sin embargo, su precio en el supermercado no se ha multiplicado por tres”, ha indicado.
Con respecto al grupo Deoleo, Silva ha avanzado que han subido nuevamente los precios de su aceite, y ha expuesto que espera que «el segundo semestre del año se cierre mejor que el primero».
Cambiar el sistema de producción
A su vez, el dirigente de Deoleo ha reclamado que debe ponerse en marcha un «sistema de producción más transparente, pensado más a largo plazo, con contactos más visibles y anuales, como ha intentado hacer el mercado del vino”. “Creo que sería muy bueno para la categoría”, ha opinado.
En este sentido, Silva ha reiterado que la “cadena de valor está totalmente desequilibrada”, y que los ‘retailers‘ (comerciantes al por menor, vendedores particulares) «tampoco ganan dinero con el aceite en un país como España”, ya que lo utilizan como un «producto gancho» en los lineales.
“Creo que esto no es bueno, y no es bueno sobre todo en una categoría como el aceite de oliva, que tendría que ser un producto que se tendría que vender caro, porque es un producto que cuesta mucho extraer y es de gran calidad”, ha subrayado.
En otro orden de cosas, Silva ha sido preguntado por la reducción de la jornada laboral que se ha anunciado en el último acuerdo para gobernar entre el PSOE y Sumar. El empresario ha opinado que el impacto que tendrá en la productividad de las empresas «será negativo».
«Valoro mal el acuerdo para reducir la jornada laboral. No nos damos cuenta del impacto que está teniendo en la productividad en las empresas. Creo que estas medidas de nuevo hacen que la empresa española pierda competitividad y por tanto haya otros que se beneficien de ello. Creo que lo podemos decir más alto, pero no más claro”, ha subrayado el también presidente de Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB).
Por otra parte, Silva ha reclamado que se mantengan las políticas de apoyo a las familias afectadas por la inflación, así como la reducción del IVA de algunos alimentos. «Hablamos muchísimo tiempo con el Gobierno para que la carne y el pescado se vieran afectados por la bajada del IVA. Se tienen que seguir tomando medidas que ayuden a las economías a pasar este problema inflacionista», ha reiterado.
El efecto a corto plazo de la reducción de la jornada laboral
Lo que desde las formaciones políticas responsables se ha anunciado como un enorme triunfo y desde la oposición y desde la patronal se ha criticado fervientemente, no supone realmente un cambio tan transgresor en el corto plazo. «Es la legislatura del tiempo de la vida», aseguraba Yolanda Díaz. «Es la hora de conseguir en España una segunda ola de derechos de trabajadores», prometía Sánchez.
En números, la reducción de la jornada laboral legal de 40 horas semanales a 38,5 supone una disminución de 18 minutos diarios en una jornada de ocho horas y cinco días. Con el siguiente paso, el de 37,5 horas en 2025, estaríamos hablando de media hora menos diaria en cuanto al máximo legal. Sin embargo, cabe también destacar que la jornada laboral efectiva, es decir, la que comporta el tiempo en el que el trabajador está en su puesto, se situó en 2022 en las 37,8 horas semanales, de acuerdo con los datos de Eurostat, y que la jornada media pactada por convenio se sitúa en la horquilla entre las 37,5 y las 38,5 horas a la semana. Así, para aplicar una reducción de la jornada laboral que realmente suponga un cambio en las horas trabajadas, es preciso tener en cuenta estas cifras y legislar y pactar convenios en consecuencia.
A su vez, desde Sumar se ha guardado silencio y no ha existido intención de explicar más detalladamente una medida que tiene mucha fuerza en su nombre y en sus implicaciones, pero que en la práctica no será el cambio revolucionario que unos celebran y otros lamentan. Ni los trabajadores van a disfrutar de una enorme reducción de jornada que les permita un mayor grado de conciliación, al menos al corto plazo, ni el apocalipsis que pronostican empresarios y liberales se hará realidad, como no lo ha hecho en las ocasiones previas en las que se han conseguido otros derechos laborales.