El corazón de Roca Rey sostiene Valladolid tras una dura cogida

La tercera de feria en el coso del Paseo de Zorrilla volvió a colgar en el coso vallisoletano el cartel de ‘No hay billetes’ nueve años después. No importó la baja de Morante. Bendita afición que vivió una tarde intensa marcada por la entrega de Roca Rey, que se sobrepuso a una fea cogida para firmar pasajes de mucho peso, y por la buena imagen mostrada por Marco Pérez, en un festejo en el que la corrida de Garcigrande resultó desigual en su comportamiento. 

El protagonista de la tarde fue Andrés Roca Rey. En el recibo de capa a su primer toro, el peruano fue arrollado de forma aparatosa, con el público conteniendo el aliento al ver cómo el astado lo buscaba en el suelo. Sin mirarse apenas, el peruano volvió a la cara con naturalidad aunque visiblemente dolorido en la zona costal. Con la muleta, desgranó una faena de hondura y dominio frente a un animal bravo y con fondo, al que exigió mucho por abajo y al que sometió con temple y autoridad.

Cuando regresó en el sexto tras pasar por la enfermería, se notaba que la paliza había hecho mella. Respiraba con dificultad y el de Garcigrande no le facilitó nada, violento y sin entregarse. Aun así, Roca aguantó en los medios, tirando de épica para firmar una labor de enorme mérito que se vivió sin embargo con frialdad desde los tendidos. La espada le alejó de sumar algún trofeo más en su esportón.

Emilio de Justo, que sustituía a Morante tras su triunfo de ayer jueves, abrió la tarde con voluntad en su tercer compromiso en esta plaza en lo que va de temporada. Se encontró primero con un toro noble pero de escasa fuerza, al que exprimió con oficio en una labor larga, bien coronada con la espada aunque sin premio. 

Más emoción tuvo su segundo, un castaño exigente al que el extremeño sometió con entrega en un trasteo con altibajos que no tuvo buen colofón con los aceros.

El debut de Marco Pérez en Valladolid fue otro de los capítulos destacados de la tarde. Toreó con cadencia a la verónica y levantó al público con un quite variado antes de construir una faena fresca y ligada en redondo frente a un bravo y codicioso tercero. Supo medir las alturas y los tiempos, cuajando tandas de gran ajuste por la diestra y cerrando con detalles de gusto. La oreja tuvo su importancia pese al disgusto del joven salmantino por la no concesión de un segundo trofeo que se pidió desde los tendidos.

El panorama cambió en el quinto, condicionado por un mal puyazo y por la pérdida de la vaina de un pitón en el inicio de faena. El de Garcigrande se afligó pronto, evidenció falta de fortaleza de remos y los intentos de Marco por levantar faena no tuvieron respuesta por parte del astado. Tuvo que abreviar con cara contrariada.

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