Los bosques del Bierzo huelen a quemado. Los incendios de agosto fueron terribles. Y la Vuelta ofrece esas imágenes en la que se ven árboles marrones; sin vida, dando una sensación dantesca, que no invita ni a subir los puertos, sea en coche o en bici.
Cuando regresas de Italia, después de asistir a la salida de la Vuelta en el Piamonte, atraviesas Francia y llegas a Narbona. En los alrededores de la localidad del Languedoc se quemó un espacio de monte equivalente a la ciudad de París. Por esos parajes pasaba habitualmente el Tour; con calor, pero con el refresco de las hojas verdes, las que han muerto en el Bierzo, en las cercanas Médulas.
Las Médulas
Recuerdo que cuando asistí al Mundial de ciclismo que se celebró en Ponferrada en 2014 dormí una noche en un pequeño hostal de las Médulas. La propietaria hablaba con alegría de aquel maravillo paraje, del que era guía, de las minas de oro que se explotaron durante la época romana. Y todo se fue al garete, siglos contemplando la hermosura de un paisaje para que en unos días quedase todo destruido fruto de las llamas.
La Vuelta es un escaparate perfecto, como lo es igualmente el Tour. Por eso, las protestas contra la participación del Israel se magnifican y se toma nota de lo que sucede en un territorio del planeta víctima de un genocidio.
La humedad
Los ciclistas huelen el olor a quemado con la humedad de la lluvia, la que cayó en la antesala de la llegada de la Vuelta, y la que se hubiese recibido como el maná para que se apagase el fuego y con el paso de los días se reflejase un paisaje algo más alegre del que ha perecido con el azote de los incendios.
Por la carretera, en ruta hacia Ponferrada, el camino alrededor de Ourense también muestra el signo de la destrucción, que se apreció el domingo en la etapa que acabó en Monforte de Lemos y que se salvó en el tiempo añadido ya que el follón a 300 metros de la meta, por parte de activistas propalestinos, tenía tanta intensidad que media hora antes de aparecer los corredores no se sabía si conseguirían atravesar la línea de llegada.
De la imagen de los incendios se pasa enseguida a la incertidumbre por la Vuelta con los corredores preocupados por su seguridad y con noticias que llegan y que hablan de intensificar las medidas policiales de aquí a Madrid.
Luis del Olmo
Por Ponferrada, una hora antes del paso del pelotón, aparece un grupo de jóvenes. Han pintado ellos mismos una bandera con los colores de la enseña de Palestina. Animan a otros vecinos a unirse a la protesta. Se sitúan junto a la muralla de la ciudad, no muy lejos del museo de la radio creado alrededor de la figura de Luis del Olmo, famoso vecino de la localidad leonesa.
Por un día se pide a los manifestantes que no corten la carrera porque también resulta provechoso que las imágenes aéreas muestren unos bosques quemados para que tome nota del desastre quién deba hacerlo y de paso medidas para que no suceda en un futuro.
Para que un paseo en bicicleta no transcurra entre paisajes desoladores y sobre todo para que no se vayan a hacer puñetas años de trabajo, de agricultores, de personas que cuidan el ganado, que viven del campo y que evitan que una parte de España se quede más vaciada de la cuenta.
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