Siete hombres jóvenes vestidos de negro, seis de ellos iban encapuchados y tres llevaban barras o porras extensibles en las manos, con los que les amenazaron. Es la descripción que hicieron los tres jóvenes magrebíes, dos de ellos menores no acompañados y uno mayor de edad, de la manada que les habría agredido la noche del 31 de agosto en un parque madrileño junto al centro de menores de Hortaleza donde viven dos de ellos.
La investigación abierta por la Policía Nacional no ha encontrado por el momento grabaciones en cámaras de seguridad cercanas ni testigos que respalden esa historia y permitan localizar a los agresores, según ha sabido el canal de investigación y sucesos de Prensa Ibérica.
Esnifando pegamento
Los tres jóvenes magrebíes estaban en el parque cercano al centro de menores hacia las once de la noche del 31 de agosto. Los tres, según admitieron luego, estaban esnifando pegamento en una zona donde no hay cámaras de seguridad.
Fue entonces, según la denuncia que presentaron dos de ellos al día siguiente, cuando un grupo de siete hombres vestidos de negro les agredieron. Uno de ellos resultó herido leve y fue trasladado al hospital por precaución. Esa misma noche le dieron el alta y regresó al centro. Otro joven también tenía alguna herida muy leve y el tercero resultó ileso.
Según la denuncia, tres de los agresores sacaron porras extensibles y les atacaron sin mediar palabra. La Policía ha comprobado que ninguna de las lesiones que presentan los jóvenes corresponden a las producidas por porras extensibles, que dejan hematomas bien visibles y pueden producir, además, fracturas y lesiones internas.
Sin palabras
Lo cierto es que la principal lesión demostrada en una de las víctimas es la que correspondería con una «bofetada», que uno de los encapuchados le habría dado a uno de ellos, según ha sabido este medio. Los agresores, siempre según el testimonio de las víctimas, no se dirigieron a ellos, ni les insultaron ni gritaron nada.
Los investigadores han repasado las cámaras de seguridad cercanas, incluidas las del Metro. No han hallado ninguna imagen de un grupo de hombres entrando y saliendo del parque a la hora de la agresión. Tampoco han conseguido dar, de momento, con ningún testigo del ataque, aunque en la denuncia se mencionaba a un hombre que estaba paseando al perro por el parque cuando ocurrió todo.
Ambiente tenso
Aquella tarde noche del 31 de agosto, el ambiente era muy tenso cerca del centro de menores de Hortaleza. Se había conocido la detención de uno de los adolescentes, acusado de violar a una chica de 14 años. Tras conocerse la denuncia del ataque a los menores, el Delegado del Gobierno en Madrid, Francisco Martín, advirtió del riesgo de instigar a su criminalización y del peligro de los discursos de odio que pueden derivar en incidentes como ese.
La Policía Nacional siguió esa pista y rastreó los principales grupos nazis y ultraderechistas, incluidas sus redes sociales. El más numeroso, Núcleo Nacional, heredero de Bastión Frontal, había expresado en redes su apoyo indirecto al ataque: “No todos los héroes llevan capa. Algunos llevan capucha”, escribieron.
Episodio violento
Sin embargo, las pesquisas realizadas en ese y otros grupos ultras prácticamente han descartado que el ataque del 31 de agosto fuera obra de un grupo nazi organizado. «Hablamos de gente muy violenta y que sabe hacer daño, que disfruta con ello. No fue el caso. Tampoco grabaron el asalto ni se lo han atribuido«, explican expertos conocedores de los grupos neonazis instalados en Madrid. Ninguno de los principales grupos ultras ha asumido la autoría del ataque, que para ellos sería motivo de orgullo y también de propaganda.
Los agentes de la Brigada Provincial de Información siguen buscando pistas para conocer la verdad de lo que ocurrió aquella noche en el parque junto al centro de menores. Saben que hubo un episodio violento, pero no tienen claro quién lo cometió. Ni por qué.