Todo lo que rodea al Rayo Vallecano a nivel institucional y extradeportivo es un completo caos. El equipo de la franja, que viene de realizar la mejor campaña de su historia y lograr una meritoria clasificación a Conference League, tiene varios frentes abiertos en este comienzo de temporada. Todos ellos cuentan con un denominador común, Raúl Martín Presa. Y en todos y cada uno, la imagen del Rayo Vallecano como club se ve damnificada por una gestión que no convence, ni mucho menos, al rayismo. El último capítulo de esta maltrecha relación entre directiva y afición llegó este miércoles, cuando el club anunció por medio de sus redes sociales que el primer equipo llevaría a cabo su entrenamiento de preparación para el encuentro ante Osasuna (domingo, 18:30 horas) en los campos de entrenamiento de la Ciudad del Fútbol de Las Rozas, lejos de donde verdaderamente debería ejercitarse el conjunto de Íñigo Pérez, en la ciudad deportiva del Rayo Vallecano.
Caos en el final del mercado de fichajes
Hay que remontarse a los últimos días del mercado de fichajes para repasar esta incesante lista de acontecimientos que avergüenzan al aficionado rayista. El máximo mandatario de los vallecanos mantuvo una acalorada discusión con el agente de Pathe Ciss. “¡Escúchame, escúchame! Estamos muy cabreados!”, exclamaba el representante del centrocampista a las puertas de las instalaciones del Rayo Vallecano. El jugador y su agente solicitaban al club una salida en el último día de mercado que no se llegó a producir.
El pasado fin de semana, el filial del conjunto vallecano debutaba en Segunda RFEF, consiguiendo la victoria ante el Coria (2-1). Sin embargo, Cándido Jesús Rodríguez, árbitro encargado de dirigir el encuentro, señaló en el acta una serie de incidencias que dejan en muy mal lugar al equipo madrileño y, por ende, a Raúl Martín Presa. Cándido Jesús Rodríguez expuso que «el equipo local no dispone de médico», algo difícil de creer en el filial de un equipo de Primera División. En cuanto al material necesario para llevar a cabo el arbitraje, el Rayo Vallecano no facilitó a los miembros del equipo arbitral el spray efervescente debido a que, pese a que se disponía de los mismos, “los árbitros se llevan los soportes de los sprays”.
Otra de las observaciones del colegiado fue sobre el estado del césped. El encuentro se disputó en el campo 4, de césped artificial, que presentaba «varios desperfectos», sobre todo en «ambas áreas de penalti y de meta, con segmentos de césped que se levantaban y se separaban del resto, dejando a la vista el cemento/caucho debajo del terreno». En condiciones habituales, el filial disputa sus encuentros en el campo de césped natural de la ciudad deportiva, pero el hongo que afecta a la superficie lo convierte en un terreno impracticable.
Entrenamientos lejos de la ciudad deportiva
Esto afecta también de forma directa al primer equipo, que habitualmente se ejercitaba entre semana para preparar sus encuentros ligueros. Los de Íñigo Pérez, desde hace unas semanas, se han visto en la obligación de buscar nuevas ubicaciones para realizar sus entrenos. En un primer momento, se optó por trasladar al equipo a Vallecas, pero esta medida tan solo ha sido adoptada por unos días. El estado del césped de Vallecas, tal y como se vio en el encuentro ante el Barça, deja mucho que desear y un uso diario por medio de entrenamientos no parece ser la mejor de las soluciones para recuperar un estado óptimo. Es por ello que el club ha anunciado esta misma mañana que en el día de hoy la práctica del Rayo Vallecano se trasladaba a los campos de entrenamiento de la Ciudad del Fútbol de Las Rozas.
Pese a que pueda parecer un detalle menor, no es recomendable para los futbolistas someterse a estos giros de guion. Más aún teniendo en cuenta que el equipo del sur de Madrid tiene por delante una temporada plagada de retos, con su regreso a competición europea en el horizonte. Todo ello se relaciona de forma directa con las dudas acerca de dónde jugará como local sus partidos en Conference League. La UEFA aún no ha dado el visto bueno definitivo al Estadio de Vallecas y podría obligar al club de la franja a buscar un nuevo emplazamiento para disputar sus partidos en casa, algo que supondría un duro golpe en lo emocional al club, jugadores y, sobre todo, aficionados, que sueñan con ver a su Rayo Vallecano competir sobre el césped de Vallecas.
Esta es la suma de una inmensa cantidad de circunstancias con las que pelea el Rayo Vallecano en su día a día. A veces, resulta incomprensible pensar en cómo un equipo que atraviesa esta situación ha sido capaz de rendir a las mil maravillas en lo deportivo.
Entre tanto, el rayismo muestra su descontento por medio de las redes sociales, mediante huelgas de animación o en la agrupación de peñas, pero no recibe ni el más mínimo amago de respuesta por parte del club. Al contrario, hace unas semanas, el presidente calificó de «borregos», «vagos» y «alcohólicos» a parte de la grada de animación conocida como Bukaneros. La situación en Vallecas no es para nada favorable y tan solo el compromiso del equipo en estos momentos es capaz de complacer a un club histórico, cuyo caos institucional dista mucho de lo que requiere un equipo de Primera División.