4 rutas por faros legendarios

Galicia y el último atardecer de Europa

Si hay un lugar sembrado de faros míticos ese es Galicia. Más de 40 incluidos en sus 200 kilómetros de litoral. Por sus costas pasa una de las rutas de tráfico marítimo más importantes. Allí confluye la historia y la leyenda. El mito y la fantasía. El vigor de un mar bravo y de fuertes corrientes que han llevado a pique durante siglos a todo un ejército de barcos. Hacia un naufragio inevitable desde tiempos inmemoriales. Así lo atestigua el faro en uso más antiguo del mundo, la Torre de Hércules, Patrimonio de la Humanidad. Una atalaya de finales del siglo I d. C., levantada por el arquitecto Gaio Sevio Lupo sobre el antiguo poblado celta de Brigantia, para acompañar a los barcos que navegaban bordeando los confines del imperio romano. Aunque, según cuenta la leyenda, Hércules venció al gigante Gerión en este lugar y por eso construyó la torre sobre su tumba.

Otro faro mítico en Galicia ese es el del Cabo Fisterra, levantado en 1879 en el lugar donde los romanos consideraron, erróneamente como se vio después, que era el punto más occidental de Europa. Hasta allí llegan muchos peregrinos desde Santiago de Compostela para completar aquí el Camino. Y ha sido el lugar en el que tradicionalmente los viajeros quemaban sus pertenencias para purificarse y dejar atrás sus cargas. Sin embargo y a pesar de la fama, hay otro faro, a 30 kilómetros, muy especial, el de Touriñán (en la imagen), que merece también una visita porque presume de tener el último atardecer de Europa. Este sí.

Ubicado en una península que se adentra un kilómetro en el mar, es durante dos meses al año (entre el 18 de agosto y el 19 de septiembre, y entre el 24 de marzo y el 14 de abril), cuando tiene ese honor de despedir allí el sol europeo. Un privilegio que, como reza una placa allí ubicada, comparte con Noruega y Portugal, debido a la variación de la inclinación del eje de rotación de la tierra. El faro Touriñán, fundado en 1898 (su viejo edificio), es un rincón de paz, levantado a 60 metros de altura, que proyecta su halo de luz a 37 kilómetros. Te recomendamos sentarse en su césped delantero a contemplar el Atlántico y coger el sendero lateral que invita a una ruta circular muy agradable.

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