Las presiones humanas, desde el cambio climático hasta la sobrepesca, provocarán que el impacto sobre los ecosistemas marinos se duplique o incluso triplique para mediados de siglo. Los científicos advierten: o actuamos ahora o presenciaremos un colapso ecológico a gran escala.
Un nuevo estudio, publicado en la revista Science , dibuja un futuro preocupante para la salud de los océanos del mundo. Según la investigación, el impacto acumulado de las actividades humanas sobre los ecosistemas marinos se duplicará, y en algunos escenarios, casi se triplicará para mediados de siglo, alrededor del año 2050. Este análisis, el más completo hasta la fecha, ofrece una recopilación de los desafíos que enfrentan las ecosistemas oceánicos y las sociedades de las que dependen.
El estudio identifica dos factores principales como los mayores impulsores de este deterioro global: el calentamiento de los océanos y la pérdida de biomasa por la pesca. Estos dos elementos, debido a su enorme huella global, son los que más contribuyen al aumento de la presión sobre los hábitats marinos.
Los investigadores señalan que, si bien sus modelos ya son alarmantes, el impacto de la pesca podría estar subestimado, ya que el análisis principal no contempla una aceleración de la actividad pesquera, algo que ya está ocurriendo en algunas regiones.
Zonas y hábitats más afectados
El impacto de esta presión creciente no se distribuirá de manera uniforme. Las regiones que experimentarán los mayores aumentos y los impactos futuros más altos serán los trópicos y los polos. En las zonas tropicales, se espera que los impactos se tripliquen, mientras que, en los polos, aunque el ritmo de aumento es más lento, seguirán siendo las regiones con el mayor impacto acumulado.
Las zonas costeras, definidas como las aguas a menos de 20 km del litoral, seguirán soportando una presión mayor que las aguas abiertas. Sin embargo, la tasa de aumento del impacto será más rápida en las regiones de alto mar (internacionales), especialmente en las zonas ecuatoriales. Esto es particularmente preocupante porque las áreas costeras son las que más beneficios y servicios directos proporcionan a las poblaciones humanas.
El estudio también revela que ciertos hábitats serán mucho más vulnerables que otros. Ecosistemas costeros como las marismas salinas, los pastos marinos, los manglares y los arrecifes rocosos se encuentran entre los más amenazados, y se prevé que sufran los mayores impactos acumulados. Por ejemplo, las marismas y los manglares son especialmente sensibles a la subida del nivel del mar, mientras que los pastos marinos y las marismas lo son a las temperaturas extremas del aire. En contraste, los hábitats de aguas profundas y los fondos duros de la plataforma continental sufrirán comparativamente menos presión.
El caso de España y Europa
Es estudio contiene varias referencias específicas a Europa y regiones directamente relevantes para España. Señala que, en general, Europa y América del Norte presentan un caso particular en cuanto a la presión pesquera. A pesar de que actualmente sufre altos impactos por esta actividad, se proyecta que estos impactos aumentarán muy poco en el futuro gracias a una gestión pesquera relativamente buena. Esto contrasta con la tendencia global donde la pesca es uno de los principales motores del deterioro.
Sin embargo, el estudio identifica específicamente el Mar Mediterráneo como una de las áreas que se espera que experimenten los aumentos más rápidos y los impactos futuros más altos a nivel mundial, junto con el Ártico, el Antártico y el sudeste asiático. Esta es una referencia directa y preocupante para España, dada su extensa costa mediterránea.
Finalmente, el documento menciona que, en algunas zonas, como ciertos países del sur y este de Europa, la presión por la «perturbación costera» (ligada a la densidad de población) podría incluso disminuir ligeramente para mediados de siglo, debido a proyecciones de estabilización o descenso de la población en esas áreas.
El rostro humano de la crisis oceánica
La investigación destaca que los países más vulnerables a estos cambios son aquellos que, además de enfrentar un gran aumento de las presiones, tienen una alta dependencia de los recursos marinos. Naciones como Togo, Ghana y Sri Lanka se encuentran en una posición de especial riesgo, enfrentando una combinación de impactos futuros elevados y un rápido deterioro de sus ecosistemas marinos.
El estudio concluye que prácticamente ninguna parte del océano mejorará su estado en los escenarios analizados. Aunque algunas presiones individuales puedan disminuir en lugares concretos, el efecto acumulado de todas ellas resultará en un deterioro generalizado.
Menos del 0,1% de los océanos del mundo tienen actualmente una «puntuación de impacto» que sugiere que los hábitats no sobrevivirán en su estado actual, pero esta cifra podría aumentar hasta el 2,7% para 2050 en un escenario moderado, y hasta el 12,3% en las zonas costeras.
Referencia
Cumulative impacts to global marine ecosystems projected to more than double by midcentury. Benjamin S. Halpern et al. Science, 4 Sep 2025. DOI: 10.1126/science.adv2906
Llamamiento a la acción global
A pesar de ser un análisis exhaustivo, los autores reconocen que sus proyecciones son conservadoras. El estudio no pudo incluir el impacto de otras presiones significativas por falta de datos, como la contaminación por plásticos y ruido, la destrucción de hábitats por ciertas prácticas de pesca, las especies invasoras o las infraestructuras como las plataformas petrolíferas y eólicas marinas. Esto sugiere que el futuro real de los océanos podría ser aún más sombrío que el proyectado.
Frente a este panorama, la investigación subraya la urgencia de adoptar medidas políticas y de gestión decisivas. Minimizar los daños proyectados requerirá dos acciones fundamentales a nivel global: reducir los efectos del cambio climático y mejorar la gestión de la pesca en la mayoría de los países.
Según los científicos, estas dos medidas, aunque extremadamente difíciles, mejorarán sustancialmente la condición futura de los océanos en todo el mundo.