Ganamos la EHF con el Alzira después de estar ocho meses sin cobrar

Como cada semana rebobinamos en el tiempo y conmemoramos esos 60 años de COPE Valencia y los grandes hitos de nuestro deporte en este periodo. Hablamos de balonmano y de un equipo que hizo historia. Era marzo de 1994 y un conjunto dirigido por Javier Claver, el padre de Víctor, la leyenda del baloncesto, puso patas arriba la Ribera para un partido que nunca se olvidará, aquella ida de la final de la Copa EHF, entonces la segunda competición europea ante el Linz austriaco. Aquel éxito tuvo un sabor amargo y un toque heroico. Después de meses de impagos, el club acabó desapareciendo a pesar las conquistas deportivas (una Copa del Rey o un subcampeonato de la Liga ASOBAL). Un agujero que nadie ha conseguido cubrir. El líder de aquel grupo maravilloso fue el mejor jugador valenciano de siempre, el mítico Juan Alemany

LAS PROVINCIAS

Alemany era una potencia indomable y jugó 115 partidos con la selección española

 Juan Alemany, muy buenas.

 Hola, muy buenas.

¿Cómo va la vida? 

Pues muy bien, afortunadamente trabajando mucho, teniendo relación con mis amigos, haciendo nuevos amigos y en general muy bien.

Usted tiene una agencia de representación en su deporte, en balonmano, pero hace muchas más cosas, ¿le da para mucho? 

Sí, bueno, en este tiempo ha dado para muchas cosas y afortunadamente me he vuelto a cruzar con un exjugador, Vicente Barberá, hace ya 20 años, me propuso una idea más mística y me metí en la parte comercial de una fábrica de colchones y llevamos ya 20 años juntos y dentro de esa fábrica han ido creando otras cosas hasta crear el grupo de lax. Entonces, en líneas generales todo muy bien y compartiendo momentos buenos con la gente, aquí somos todos deportistas. 

En el balonmano la gente es muy grande, pero más aún en baloncesto. ¿hacen colchones, por ejemplo, para baloncestistas?

Sí, sí que hacemos a medida, hacemos todo lo que se pueda hacer. 
Se hace, de hecho, amigos comunes como Víctor Luengo, Nacho Rodilla, ya lo han visto, hemos tenido que fabricar colchones para fichajes suyos y hemos tenido que salirnos de la norma. 

Hablemos del Balonmano Alzira, ¡qué tiempos! Aquella tarde ante el Linz, en la ida de la Copa EHF, fue un ambiente increíble…

Sí, porque aunque en Alzira estábamos acostumbrados  a que todos los partidos eran así, aquel día se salió todo de cualquier pensamiento. En el fútbol, estamos acostumbrados a que veamos una hora, una hora y media antes, a la gente en el estadio. Aquel día, en el pabellón fue igual. Los jugadores llegamos para entrar en el pabellón y ya estaba casi todo lleno, cantando con las peñas y todo eso. Un ambiente que creo que no se ha vuelto a vivir nunca en esta tierra y la verdad es que fue un empujón muy fuerte para lo que luego pasaría, que quedamos campeones.

Usted fue 115 veces internacional con España, tuvo una carrera espectacular. No mentimos si decimos que no ha habido un jugador en Valencia mejor que usted…

Bueno, ha habido mucho, lo que pasa es que recordamos los más recientes, pero yo he podido compartir vestuario con gente muy, muy, muy buena. Luego ya va a gusto de cada uno que piense si un jugador ha sido mejor que otro. 
Pero bueno, Valencia, la tierra de Valencia, la comunidad valenciana ha dado grandes jugadores y, evidentemente, estoy yo metido también por ahí.   

Por cierto, de los dos rumanos del Balonmano Alzira, Stinga o Voinea, ¿quién era el que tiraba los penaltis dando un giro? 

Voinea.  Era una forma de enganchar al espectador, se lo pedían con palmas y la verdad es que era y es muy complicado lanzar así un penalti. A él le daba lo mismo que fuéramos empate, ganando o perdiendo, él se la tenía que jugar y lo hacía por el bien del espectáculo. 

Aquel Balonmano Alzira era un auténtico equipazo.  Fue una pena que después de aquel éxito de la EHF, de la Copa del Rey, desapareciera el club. Podríais haber marcado una época, ¿no? 

Sí, sí, recordar que ese título de la EHF lo conseguimos y llevábamos ocho meses sin cobrar todos los jugadores. Entonces hubo que echar mano de un grandísimo amigo y psicólogo, que era Javi Claver, y la verdad es que él, más técnico o más táctico, pero sabía meternos el 100% y motivarnos. Eso fue una de las claves por lo que conseguimos el título al final. 

Javi Claver fue más padre que entrenador, ¿no? Para mucha gente.  Maestro de profesión, llevaba a la pista todas sus enseñanzas a la pista de balonmano…

Yo tuve la suerte de tenerlo como compañero en el Marcol, porque cuando él era un veterano y era el capitán, a mí me ficharon con 17 para 18 años. Lo tuve como compañero, como entrenador y por supuesto como amigo de familia.

Lo que hablábamos, ocho meses sin cobrar, una barbaridad. De hecho, usted tuvo que llevarse a un compañero a vivir a su casa. Mucho sufrimiento y mucho compañerismo detrás de aquellos títulos, eso marca de por vida…

Sí, porque fue vivir lo más bonito que te puede dar el balonmano y lo más triste. Entonces, una familia que viene de fuera y al final el club no puede pagar los pisos, no puede pagar los gastos… yo era compañero de equipo y de selección de Aleix Franch. No era la obligación, pero sí moralmente pues le tuvimos que ayudar y, oye, encantado y lo volvería a hacer mil veces.

 Tal fue la situación que la gente de Alzira les regalaba comida, ¿verdad?

Sí, sí, sí.  Alzira se volcó con nosotros en todo lo que se podía volcar.  Nosotros íbamos por la calle y nos llamaban, salían de los restaurantes, salían de las casas, te decía, oye, ¿necesitas algo? El trato fue increíble, pero evidentemente tenías que seguir pagando lao hipotecas, la gasolina, y ahí es donde más se vio el daño que puede hacer el estar ocho meses trabajando, haciéndolo encima muy bien y no cobrando. Evidentemente, el balonmano no es un deporte que puedas decir trabajo tres meses y con esto puedo vivir todo el año. Fue muy complicado.

Usted luego siguió su carrera y volvió a Valencia, al proyecto del Eresa. Ahora hemos tenido al Puerto de Sagunto hasta hace poco en ASOBAL, pero por qué le ha costado al balonmano de elite estabilizarse en la ciudad? 

Así es, no ha cuajado. No es que no se haya intentado, es que no sé por qué, pero no ha llegado a calar tan hondo como pasaba, por ejemplo, en Alzira o está pasando actualmente en Puerto Segundo, que vas a ver los partidos y hay un ambientazo tremendo. Pero en Valencia, aun habiendo muchísimos simpatizantes y gente que le gusta el nuestro deporte, no ha llegado nunca a cuajar tan fuerte como pasó en Alzira.

 ¿Cree que habrá algún día en Valencia, en la ciudad, un equipo ASOBAL?

Ojalá, ojalá hubiera porque hay gente muy trabajadora que lo podría llevar adelante. También hay una afición que seguro se engancharía. Y luego siempre hay gente que quiere ver a su equipo ganar partidos, a disfrutar con el equipo. Creo que sí que podría ser una idea muy buena.

Ahora que se va a inaugurar el Roig Arena, pensamos en un partido de balonmano en ese escenario y suena muy bien…

Pues hombre, yo que he tenido la suerte de jugar en pabellones con 15 e incluso con 20.000 personas, como el Mundial de Suecia, que llenaban los pabellones con 20.000 personas, eso es una animalada. El balonmano no se está acostumbrado a jugar con tanta gente, pues imaginad en el Roig Arena que pudieras meter una final o algo así, sería precioso. 

Juan Alemany, muchas gracias por este rato

A vosotros por acordaros. Un abrazo

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