Míchel Sánchez no es un hombre de pocas palabras. Más bien al contrario. Escucharle hablar de fúbol es un regalo para los oídos. Pero lleva meses sin dar con la tecla en un Girona que inició su camino en LaLiga EA Sports 2025/26 cometiendo los mismos errores que a punto estuvieron de mandarle a Segunda División. Y es que tras un debut accidentado en Montilivi contra ‘su’ Rayo Vallecano, partido en el que los suyos le sirvieron el triunfo en bandeja a los madrileños, el equipo catalán cavó su propia tumba en La Cerámica.
Incomprensiblemente, el Girona encajó cuatro goles en menos de media hora. El Villarreal fue toda una apisonadora. Los atacantes groguets se comieron a la línea defensiva ‘gironina’. Olieron sangre y no dudaron en ir a por ellos. Míchel introdujo hasta cinco cambios en el once respecto al que presentó ante el Rayo para darle otro aire al equipo y lo pagó caro. La mayor de las novedades, la de un Dawda Camara que sería la referencia arriba tras firmar su primer contrato profesional con el club de su vida.
Llegó el ‘cooling break’ y era momento de escuchar a Míchel. Interesaba saber qué le tenía que decir a sus pupilos. Pues, para la sorpresa de muchos, apenas articuló unas palabras. Segundos de silencio y, antes de dirigirse a los once jugadores que estaban sobre el césped, se acercó a su capitán, a un Portu cariacontecido, atento a lo que el míster le estaba diciendo.
Poco después, se interpretó el siguiente mensaje: «5-4-1 y Viktor, cerrado». Esa fue la indicación del técnico vallecano, desbordado y sin soluciones en La Cerámica. Introdujo, eso sí, un cambio: David López por un Yangel Herrera que claramente no tuvo su día. Suena con fuera su posible salida a la Real Sociedad… veremos qué pasa.