Julio Mario Concheiro, con 83 años, es la viva imagen del éxito de las nuevas terapias contra el cáncer. Cuando le diagnosticaron un tipo de leucemia crónica, hace diez años, le comunicaron que era “incurable”, pero ahora está «prácticamente curado”. “Llevo una vida fantástica, no me privo de nada, me he olvidado de la enfermedad, salvo cuando acudo a las revisiones”, explica con una gran sonrisa.
De hecho, su edad biológica, esos 83 años, es muy superior a la que trasmite su vitalidad. Tiene energía para ir una hora al día, como mínimo, al gimnasio. Además, anda entre cinco y diez kilómetros y trabaja a diario en su jardín, salvo cuando se lo impiden los viajes u otras aficiones.
«Que puedas tomar un fármaco oral con poca toxicidad durante 15 meses y luego estar cinco o 10 años sin recibir otra terapia es un cambio de paradigma»
Su médico, Adrián Mosquera Orgueira, hematólogo del Hospital Universitario de Santiago de Compostela, ratifica que Julio Mario “está de facto curado”. “No se puede decir ‘curado del todo’ porque no hemos seguido a los enfermos un tiempo suficiente, pero que puedas tomar un fármaco oral con poca toxicidad, durante 15 meses, y luego puedas suspender el tratamiento y estar así cinco o 10 años sin recibir otra terapia es un cambio de paradigma».
“Llevo una vida fantástica, no me privo de nada, me he olvidado de la enfermedad, salvo cuando acudo a las revisiones”
«No sabemos si más adelante habrá una recaída pero creo que los pacientes de menos riesgo, con alteraciones genéticas más benignas, probablemente estén curados. Los de más riesgo, puede que no, pero luego te llevas sorpresas porque Julio Mario tenía una alteración de alto riesgo genética y la remisión es completa, con enfermedad mínima residual negativa”, explica.
Efectivamente, Julio Mario es un caso paradigmático porque en su familia son seis los diagnosticados de leucemia o linfomas, con la misma base genética de alto riesgo. Él fue el primero y cuando se lo comunicaron apenas sabía nada de la leucemia. “Pensaba que era una enfermedad que afecta a los niños”, explica, por lo que impacto inicial en él y su familia fue “grande”.
Leucemia linfocítica crónica
No obstante, tuvo la suerte de padecer un tipo de cáncer sanguíneo crónico, cuyo desarrollo es más lento que el de las neoplasias agudas. En concreto, su leucemia afecta a las células linfoides -la médula ósea produce demasiados linfocitos B- y es el tipo de leucemia más frecuente en adultos (un 40%). Se diagnostican 4,5 casos nuevos al año por cada 100.000 habitantes, por lo que en España la sufren alrededor de 22.750 personas. Julio Mario fue diagnosticado porque tenía un catarro que no terminaba de curarse.
Existen terapias dirigidas contra esta la leucemia linfocítica crónica que están teniendo resultados impensables hasta hace muy poco
La edad media del diagnóstico es a los 70 años, es más frecuente en hombres y se espera que la prevalencia se incremente en el futuro por el aumento de la esperanza de vida y al incremento de la incidencia en personas más jóvenes.
Los tratamientos
Pero, afortunadamente, ahora existen terapias dirigidas contra esta enfermedad que están teniendo resultados impensables hasta hace muy poco. Por ejemplo, hace solo un lustro, el tratamiento convencional seguía siendo la quimioterapia, pero muchos pacientes no se curaban y desarrollaban neoplasias secundarias. Pero ahora existe la posibilidad de suministrarles los llamados inhibidores de check point, fármacos dirigidos a proteínas específicas que están vinculadas con el desarrollo del cáncer, que están consiguiendo una “remisión bastante completa” en un “porcentaje altísimo” pacientes con leucemia linfocítica crónica, según el doctor Mosquera.
«Estos fármacos no solo mejoran el control de la enfermedad, sino que aumentan la supervivencia de los pacientes»
“Estos fármacos no solo mejoran el control de la enfermedad, sino que aumentan la supervivencia de los pacientes. Es decir, han convertido que prácticamente ahora mismo el hecho de morirse de esta enfermedad sea raro y antes no era tan raro”, añade.
También es reseñable que Julio Mario apenas ha tenido síntomas de la enfermedad o los tratamientos. Una vez superó aquel interminable catarro que provocó que le derivaran a hematología y le diagnosticaran la leucemia, solo ha tenido trastornos digestivos menores. Ni siquiera perdió el pelo cuando recibió quimioterapia. “Lo más complicado fue asumirlo y las dudas sobre si podía seguir con mi vida o no, o si tenía que abrigarme más de la cuenta o no salir para no coger frío, pero una vez cogí confianza en mí mismo y dieron resultados los tratamientos, hago vida normal”, indica.
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