El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su homólogo ruso, Vladímir Putin, se reunirán este viernes a las 11.30 hora local (21.30 horas en España) en Anchorage, Alaska. Varios medios han informado de que el encuentro tendrá lugar en la Base Conjunta Elmendorf-Richardson (JBER, por sus siglas en inglés), a petición de la Casa Blanca.
Se trata de uno de los encuentros bilaterales más relevantes de los últimos años, marcado por la expectativa de una posible pacificación del conflicto ruso-ucraniano y la preservación de la seguridad internacional. «Probablemente sea obvio para todos que el tema principal será la resolución de la crisis ucraniana», declaró el consejero diplomático de Putin, Yuri Ushakov.
La elección del lugar no es casual. Responde a estrictos requisitos de seguridad para albergar a los que probablemente sean los dos líderes —junto con Xi Jinping y Narendra Modi— con mayor poder de influencia en el mundo. Ambos comparecerán juntos en una rueda de prensa inédita bajo la atención de los focos internacionales.
Los orígenes de JBER se remontan a la Guerra Fría. Su función principal fue, paradójicamente, contrarrestar a la Unión Soviética mediante el despliegue de armamento ligero y pesado. Aviones de combate, sistemas de control de tráfico aéreo y radares de alerta temprana formaban parte de un dispositivo disuasorio frente al enemigo sistémico de Estados Unidos.
La base fue construida en 1940 y se erigió como punto crítico de defensa aérea frente a la amenaza soviética. Sus capacidades militares crecieron al compás de las tensiones entre ambas potencias, en paralelo a las guerras subsidiarias en Asia oriental en Corea (1950-53) y Vietnam (1959-75).
A su ubicación inhóspita se añadía una gran importancia estratégica respecto a la URSS. En 1957, la base albergaba centenares de aeronaves de interceptación, reconocimiento y bombarderos bajo el mando del Comando de Defensa Aeroespacial de Norteamérica (NORAD) y la Fuerza Aérea de EEUU (USAF). Aproximadamente 1.000 kilómetros separan Anchorage del punto más cercano de la península asiática, en el Estrecho de Bering. Uno de los cazabombarderos más producidos durante la Guerra Fría por el ejército estadounidense fue el F-4 Phantom II, capaz de alcanzar una velocidad máxima de Mach 2,23 (2.585 km/h). Este tipo de aeronave podía alcanzar territorio soviético en menos de 25 minutos.
En la actualidad, JBER no solo sigue siendo operativa, sino que ha reforzado su relevancia estratégica. Con escuadrones de F-22 y F-35, además de tropas árticas, continúa siendo el «guardián» de EEUU en el Pacífico Norte y el Ártico, adaptándose a las nuevas amenazas que, según la doctrina de seguridad estadounidense del Pivot to Asia, se concentrarán mayoritariamente en la región del Pacífico.
Desde su descubrimiento por el explorador danés Vitus Bering, Alaska formó parte del Imperio ruso durante más de un siglo. El 30 de marzo de 1867, Rusia vendió el territorio a Estados Unidos por 7,2 millones de dólares (aproximadamente 140 millones actuales). Así, desde su colonización, Alaska ha compartido casi la mitad exacta de su historia con ambos países.
Aunque el encuentro tendrá lugar en suelo estadounidense —lo que podría restar cierta apariencia de imparcialidad—, la diferencia en la distancia entre Moscú y Washington respecto a Anchorage no es excesiva: 7.000 y 5.500 kilómetros, respectivamente.
Además, la base militar se consolidó durante el siglo XX como punto de encuentro diplomático y militar entre EEUU y sus aliados del Pacífico, como Japón, Corea del Sur o Australia. En 1971, el presidente Richard Nixon y el emperador Hirohito se reunieron allí, en la primera visita de un monarca japonés reinante a territorio estadounidense.
Las relaciones entre Rusia y Estados Unidos atraviesan un momento incierto , aunque el vínculo personal entre sus líderes parece caracterizarse por una admiración mutua. No obstante, la última reunión que tuvieron fue en 2018 en Helsinki, en el que Trump auguró el comienzo de «una extraordinaria relación» que no ha dado su frutos más allá de la retórica.
Que ambos mandatarios logren sintonía personal es probable, pero no tanto que consigan avances significativos. El punto de fricción dependerá de si Trump decide llevar la agenda ucraniana a Anchorage, algo respecto a lo cual Kiev mantiene pocas expectativas. «Putin no está interesado en un alto el fuego ni en la supervivencia de Ucrania, mantiene su ultimátum y se opone a cualquier garantía de seguridad para Ucrania. La cuestión clave es si Trump lo entiende», declaró Oleksandr Merezhko, presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores del Parlamento ucraniano.
La reunión de este viernes arrancará con un encuentro cara a cara entre Putin y Trump en presencia de intérpretes y después seguirán las negociaciones entre sus respectivas delegaciones durante un almuerzo en presencia de un grupo de expertos. Al finalizar, tendrá lugar una rueda de prensa para hacer balance, según ha detallado el asesor de Putin.
Además de la guerra de Ucrania, Moscú quiere abordar la cooperación bilateral entre Rusia y EEUU, «incluido el ámbito económico-comercial».
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