Leo el titular aprobatorio «Estados Unidos estudia una salida basada en la economía para el Sáhara Occidental». Intente ahora «Estados Unidos estudia una salida basada en la economía para Gaza». Insoportable, en efecto, a juego con un planeta irracional que periódicamente desvela a Javier Bardem. La última causa de insomnio del actor es precisamente el rodaje en la costa saharaui de Dajla de escenas protagonizadas por Matt Damon de La Odisea de Christopher Nolan, el director que tira del cine mundial, también del que se rueda en enclaves desfavorecidos.
Es duro observar cómo pierde el sueño un actor de la talla de Bardem. Por fortuna, sus inquietudes humanistas no afectan a su extraordinaria participación en F1, una de las mejores películas de 2025 y un vehículo indisimulado de publicidad de la Fórmula 1. Esta competición se disputa en circuitos de Bakú, Baréin, Shanghai, Abu Dabi, Arabia Saudí, Hungría y demás mecas de la democracia ejemplar.
Solo la obsesión recién adquirida por los progresistas de perder batallas culturales explica el veto al Sáhara como set de rodaje. Incluso los hostiles omiten la tentación de romper toda relación con Marruecos, por no hablar del señalamiento de Sánchez como culpable único de la traición española al pueblo saharaui. No solo Dune, Misión imposible o la horrorosa Blade Runner 2049 se han ambientado en el país africano. Qué van a hacer Bardem y sus gauche caviar con Sirat, la película del año rodada en las arenas del desierto donde debe cancelarse La Odisea. Por no hablar de que el Hollywood entero de Trump debería denunciarse y renunciarse con más saña que un pobre país africano, desde la España de los spaghetti westerns. La polémica acabará siendo publicidad para una producción que se estrena en julio de 2026, pero que ya vende entradas. Al Gobierno debería preocuparle que Variety, la Biblia de Hollywood, aclare que la relación de Marruecos con el Sáhara equivale «a la de España con Canarias o Euskadi». Toma globalización.
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