Excluida de los espacios donde se decide el futuro de Europa. España, a pesar de la vehemencia con la que Pedro Sánchez ha defendido la causa ucraniana, no ha sido invitada a tomar parte de la reunión en la que, con el Reino Unido como anfitrión, Estados Unidos ha transmitido a los países del viejo continente cómo prepara la cumbre entre Trump y Putin para definir la paz.
El Secretario de Estado para Relaciones Exteriores británico, David Lammy, fue el anfitrión de una reunión en la que el vicepresidente estadounidense, JD Vance, citó a altos representantes de Francia, Alemania, Italia, Finlandia y Polonia, para trazar una hoja de ruta que derive en una negociación sobre Ucrania. No hubo ningún español.
Pese a que este periódico consultó con el Ministerio de Asuntos Exteriores acerca de la presencia de funcionarios españoles en la reunión, no obtuvo ninguna confirmación acerca de su participación. Tampoco acerca de las causas de la exclusión.
La ausencia de España viene precedida por una larga ruta de desencuentros con Estados Unidos y los demás aliados occidentales, que ni la proximidad de Sánchez con Zelenski han conseguido opacar.
Tras el malestar causado en la OTAN por la oposición de Sánchez a incrementar el gasto en defensa hasta el 5 %, el presidente del Gobierno sostuvo un enfrentamiento abierto con la Casa Blanca que ha enfriado las relaciones con Washington.
El choque llevó a Trump, que incluso titubeaba al inicio de su mandato al ubicar a España en los BRICS, a advertir a Sánchez en varias ocasiones que debía cumplir, como todos los socios, con el objetivo trazado dentro de la organización transatlántica.
«Garantizo que España cumplirá con el 5 % del gasto en defensa acordado», aseguró Trump.
El enfrentamiento por Huawei
Las discrepancias se dispararon a raíz de los numerosos contratos adjudicados por el Gobierno a la tecnológica china Huawei. La advertencia de EEUU fue rotunda: «España está jugando con fuego al poner en riesgo su seguridad nacional y la de sus ciudadanos».
La advertencia partió del Comité de Inteligencia del Parlamento, que consideró que «es casi inimaginable» que un país como España recurra a la compañía tecnológica china para servicios como el de la custodia de escuchas policiales.
La desconfianza hacia un país que contrata a una empresa, sobre la que el propio Centro Nacional de Inteligencia ha expresado su preocupación, se escenifica en escenarios como el de este sábado en el Palacio de Chevening, residencia oficial del departamento Británico de Exteriores.
Con Vance sentado a la mesa, la presencia de un aliado incómodo resulta, al menos, poco adecuada, especialmente después de que el Senado estadounidense pidiera revisar los acuerdos de inteligencia con España.
Los esfuerzos de Ucrania
La cumbre entre EEUU y Europa, en la que estuvieron presentes Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, Finlandia y Polonia, es el punto y seguido de una nueva ruta trazada hacia la paz en Ucrania que comenzó a dibujarse en la madrugada de este sábado, cuando Trump anunció que tiene intención de reunirse el próximo 15 de agosto con Putin en Alaska.
La última vez que el líder ruso estuvo en Estados Unidos fue en septiembre de 2015, cuando viajó a Nueva York para participar en una Asamblea General de la ONU y se reunió con el entonces presidente Barack Obama.
Desde entonces, la posición de Estados Unidos hacia él ha ido virando notablemente. Para el próximo 15 de agosto, Trump espera negociar una salida a la guerra de Ucrania, que inició Rusia con su invasión en febrero del 2022.
Entre sus planteamientos está que Ucrania ceda territorios a Rusia, una posición diametralmente opuesta a la que defiende Zelenski.
Pero, especialmente, lo que ha generado el rechazo del líder ucraniano es que Kiev no tenga voz en una decisión que le concierne de forma directa.
Por eso ha puesto en marcha un arduo calendario de reuniones virtuales con distintos líderes europeos que le han prestado su apoyo.
Entre los más contundentes ha estado Sánchez, quien le ha expresado su apoyo para conseguir una «paz justa y duradera que respete la independencia y soberanía» ucranianas.
También ha dicho que nada puede debatirse «sobre Ucrania sin Ucrania».
La misma línea ha seguido el presidente francés, Emmanuel Macron, cuyo país sí ha estado representado en Chevening.
«El futuro de Ucrania no puede decidirse sin los ucranianos que luchan por su libertad y su seguridad desde hace casi tres años», ha destacado.