Regresa un año más el festival por excelencia de los sonidos fuertes y las camisetas negras en la provincia de Alicante. El calor villenero del mes de agosto sigue sin ser impedimento para que miles de metaleros peregrinen, año tras año, a uno de los eventos de referencia del género en España. El Leyendas del Rock abría su decimoctava edición con la promesa de hacer del heavy metal una cultura popular, al menos durante cuatro días en los que grupos muy diversos pondrían sonido al alma oscura de muchos presentes.
Mientras otros festivales del género han intentado coincidir en fechas para rivalizar entre ellos, ofreciendo unos carteles muy similares que obliguen a los amantes del heavy metal a decantarse por uno, el refugio musical del Polideportivo Municipal de Villena vuelve a apostar por propuestas diferenciales, elegidas más por su singularidad que por sus números. Es el evento del «descubrimiento metalero» por excelencia, y en sus tres escenarios se sucedieron desde unos rudos texanos que oscilaban entre Pantera y los ladridos de un perro, hasta un cuarteto de monjas satánicas que revolucionó por completo el New Rock Stage.
Anualmente, el Leyendas se convierte en un pase de modelos con los disfraces más irreverentes posibles. Desde un vikingo con piel de oso, esperemos que falsa, hasta una especie de Papá Noel vestido de gala con un traje completamente blanco. Todo ello, desde la complicidad y la amabilidad de todos los presentes. Porque ya todos se conocen, aunque no se hayan visto nunca. Los metaleros forman una comunidad muy especial, donde los guturales dan paso a la fraternidad de miles de personas adictas a un mismo género musical, que no es precisamente el predominante en el mundo de la música a día de hoy. Y eso genera unión.
El plato fuerte de la primera jornada era el glam de unos clásicos como W.A.S.P., liderados por el carismático Blackie Lawless. La mítica banda ochentera regresaba a Villena, un lugar en el que ya han actuado en varias ocasiones, para rendir tributo a su álbum debut, el disco de los mil nombres. Popularmente conocido por el nombre de la banda, también ha sido identificado como «Winged Assassin’s» o incluso por su primera pista, «I Wanna Be Somebody». Un disco histórico, con mucha mística detrás, que les sirvió para saborear el éxito entre un público que coreó desde el primer momento la gran mayoría de sus canciones.
Los fans del grupo estadounidense disfrutaron de un bolo que apelaba a la nostalgia, pero no sería lo más recordado de la jornada. Para ello, había que entrar pronto y dirigirse al escenario pequeño. Después de unos sorprendentes The Butcher Sisters, que intercalan electrónica con metalcore, llegaba el turno de una de las bandas de la edición. Ellas son Dogma, un grupo íntegramente formado por mujeres que hizo acto de presencia vestidas de monjas, con la cara blanca e insignias satánicas. Su llamada sirvió para invocar a un gran número de monjas entre el público que, disfrazado para la ocasión, liberó sus almas y expulsó todos sus pecados.
Destilan un hard rock con estribillos poperos que utiliza la sexualización como método de sanación. En sus canciones exponen letras que ningún convento aceptaría, y su cantante se mueve de forma impura para la iglesia ortodoxa. Instrumentalmente, fuera inventos y florituras, se muestran muy sólidas sobre el escenario, pecando a veces de la falta de voz de su frontwoman, que no logra llegar a ciertos compases de las canciones. Pero la adrenalina contagió al público, anotando un lleno absoluto en el espacio limitado del New Rock Stage. Luego, ese éxito se replicó en el stand de firmas de TNT Radio.
Si algo caracteriza a este festival es la libertad. Aquí no hay represión de ningún tipo. Jóvenes, mayores y niños aprovechan unas instalaciones donde hay piscina olímpica y actividades para los más pequeños: un evento para vivir en familia y con amigos durante cuatro días, con el heavy metal por bandera. La jornada del miércoles dejó muy buen sabor de boca, contando también con actuaciones de la talla de Fear Factory y Hatebreed. Especial mención merece la actuación de Kublai Khan TX, un grupo venido desde el sur de Estados Unidos para deleitar a los asistentes con un cargamento de hardcore que su cantante intercalaba con unos ladridos algo extraños.
Precisamente, la tónica de la apertura fueron los sonidos fuertes. Tanto es así que el metalcore de Fit for a King abrió la veda con un surtido de temas que refuerzan una corriente musical que arrasa entre los más jóvenes. Compases cantados con guturales, dando prioridad a melodías y ritmos novedosos, muchos de ellos cortados por el filo de los breakdowns. El problema de la jornada inaugural es que nunca representa el total de personas que peregrinan al festival. El resto de días serán clave para medir la afluencia de este año. Lo que sí se vio fue una notable asistencia de público internacional, que cada vez gana más peso en Villena, haciendo de la localidad un fuerte foco turístico.
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