Un museo de arte debería generar conversaciones acerca de los artistas cuyas obras exhibe, y no sobre la persona cuyo nombre aparece escrito en la fachada de su sede. Es una obviedad, pero también un razonamiento clave para entender por qué el Lucas Museum of Narrative Art, el ambicioso proyecto de George Lucasque actualmente se construye en Los Ángeles y cuya apertura está prevista para el próximo año -su fecha de inauguración original fue 2021, y de momento ha sido pospuesta en dos ocasiones- se mantiene envuelto de dudas y escepticismo.
El ilustre cineasta y creador del universo ‘Star Wars‘ ofreció hace unos días algunos detalles sobre el museo durante su aparición en la Comic-Con de San Diego, la convención de cómic más importante del mundo. Casualidad o no, dicha intervención se produjo solo unos meses después del despido no solo de la que por entonces era la directora de la institución, Sandra Jackson-Dumont, sino también de su directora ejecutiva y de otros 15 empleados en puestos de responsabilidad; un año antes de eso ya se habían producido varias salidas similares entre los altos cargos del equipo -entre ellos, los responsables de la dirección financiera, de la asesoría legal, de la jefatura de desarrollo y de la dirección de exposiciones-, y varias de esas posiciones aún no han sido cubiertas. Y esas turbulencias internas son solo uno más de los numerosos problemas a los que Lucas se ha visto enfrentado desde que ideó el proyecto, hace casi 15 años.
Ni San Francisco ni Chicago
De entrada, ubicar el museo en Los Ángeles ha supuesto para él una especie de capitulación. Su intención inicial fue hacerlo en San Francisco, pero la presión ejercida por grupos conservacionistas para evitar su construcción en el icónico parque Presidio le obligó a abandonar la idea. Luego trasladó el proyecto a Chicago, donde nació su esposa, Mellody Hobson -copresidenta de la junta directiva del museo junto al propio Lucas—, pero allí también fue rechazado, esta vez por las protestas de quienes exigían que la orilla del lago Michigan siguiera siendo un espacio público abierto.
Otro gran interrogante que planea sobre la institución tienen que ver con su naturaleza misma; después de todo, ¿qué es exactamente el arte narrativo? «El arte narrativo es arte visual que cuenta una historia», explican en su propia página web, limitándose a repetir el mismo concepto con distintas palabras. En cualquier caso, Lucas ha afirmado que «el arte narrativo es un hijo ilegítimo del arte; no lo verás en ningún museo importante», y sus palabras son rigurosamente falsas. Al menos si nos atenemos a la definición propuesta por el museo mismo, son arte narrativo las pinturas rupestres prehistóricas, los tapices, los murales, los carteles publicitarios, las tiras cómicas, los vitrales policromados de las iglesias, las fotografías y, claro está, los cuadros de cualquier pintor figurativo, y buena parte de esas manifestaciones artísticas están presentes en las colecciones de la mayoría de los museos importantes del mundo.
Recreación del Lucas Museum of Narrative Art, en Los Ángeles / LMoNA
Se sabe que el núcleo de la colección del museo, que se exhibirá en un espacio de 28.000 metros cuadrados diseñado a la manera de una gigantesca nave espacial por el arquitecto chino Ma Yansong, será el depósito para la ecléctica colección personal de Lucas, compuesta de unas 100.000 piezas -no será, pues, el monográfico sobre ‘Star Wars’ que muchos habrían querido, aunque sí exhibirá muchos objetos y obras conceptuales relacionados con la saga- entre las que se incluyen dibujos de Norman Rockwell y Frida Kahlo, el primer boceto del personaje Flash Gordon, el diseño original de la primera portada del cómic ‘Iron Man’, ilustraciones publicadas en revistas de principios del siglo pasado, ejemplares de libros de ‘Winnie the Pooh’, arte egipcio creado alrededor del 2200 antes de Cristo, estampas ‘Ukiyo-e’, escultura contemporánea africana, diseños de decorados y vestuario de ‘El mago de Oz’ (1939), fotos de W. Eugene Smith y cuadros de pintores como Edgar Degas y Pierre-Auguste Renoir, además, decimos, de miles y miles de piezas creadas durante la producción de ‘Star Wars’. En otras palabras, un catálogo enorme, y no muy coherente.
¿Un gueto lujoso?
Por eso, y a pesar de que el estatus de Lucas y la fama estratosférica de la saga galáctica que creó garantizan que el museo atraerá a grandes multitudes cuando finalmente abra sus puertas, numerosos historiadores, críticos y directores de otras instituciones similares han cuestionado el valor de un espacio consagrado a las cosas que su creador ha coleccionado o producido a lo largo del tiempo, y la resistencia de Lucas y Mellody Hobson a discutir los planes concretos del museo ha contribuido a que sus detractores lo consideren una mera exhibición de egocentrismo.
Asimismo, y considerando que el cineasta ha defendido la necesidad de su proyecto alegando que el arte popular ha sido sistemáticamente relegado a un gueto por los museos tradicionales, muchos lamentan que su solución a ese problema haya sido construir un gueto más lujoso en lugar de promover que la exhibición de esas 100.000 piezas encuentre acomodo en los programas de museos ya existentes, que andan necesitados de mayor afluencia de público y además podrían proporcionar a Lucas la credibilidad artística que este tipo de iniciativas suelen buscar. Y hay quienes, por último, reprochan al magnate que no haya preferido invertir los 1.500 millones de dólares que costará abrir su museo en por ejemplo la financiación de programas de colaboración entre jóvenes cineastas e ilustradores.
Se cuestiona, en otras palabras, que una iniciativa supuestamente filantrópica como el Lucas Museum of Narrative Art vaya a centrarse en lo que su fundador considera importante, y por tanto se sospecha que el verdadero objetivo de Lucas es poner sus películas al mismo nivel que las obras de otros artistas presentes en su colección o, lo que es lo mismo, que el atrezo creado en su día para las mediocres precuelas de ‘Star Wars’ comparta espacio con cuadros de Kahlo y Degas.
Suscríbete para seguir leyendo