La última vez que le entrevistamos, hace casi dos años, nos habló de la cercanía del 40ª aniversario de Duncan Dhu y de que lo iba a celebrar con Diego Vasallo, «al menos, con una cena». ¿Fue así?
Sí, sí, con Diego ceno habitualmente. Lo hemos celebrado y al final esto se ha convertido en una gira grande de dos años que seguirá el año que viene, América incluida. Me lo tomo como mi última gran gira. Imagino que ya no celebraremos más aniversarios de Duncan Dhu. Uno tiene una edad y a mí me apetece volver a mi mundo.
¿Por qué no participa Diego Vasallo en esta gira?
Siempre he sabido que no participaría, porque Diego está más alejado de Duncan que yo, es mucho más radical. Ahora está metido en dos proyectos discográficos. Desde el principio me dijo que él se veía fuera y me animó a seguir adelante, e incluso que lo hiciese con el nombre de Duncan Dhu. Yo le dije que, si él no estaba, no era Duncan Dhu. Esta es una gira de Mikel Erentxun haciendo repertorio de Duncan Dhu, pero no es Duncan Dhu, aunque en muchos sitios lo estén llamando así. Bueno, que lo llamen como quieran.
«Esta es una gira de Mikel Erentxun haciendo repertorio de Duncan Dhu, pero no es Duncan Dhu»
En su web aparece como ‘Mikel Erentxun. Duncan Dhu tour 2025’, mientras que los festivales anuncian los conciertos como Duncan Dhu. ¿No crea eso un poco de confusión?
Es un poco confuso, sí, pero bueno, me da igual, porque a Diego le da igual. Es lo más parecido a Duncan Dhu que puede ser, porque lo más importante de un grupo son las canciones.
Hace ahora 40 años, habían publicado el epé ‘Por tierras escocesas’ y caminaban hacia el primer álbum, ‘Canciones’, abriendo el espectro sonoro inicial (rockabilly acústico) a más influencias. ¿Cómo lo recuerda?
Los tres éramos muy inquietos. La idea original, aquel sonido crudo con cierto romanticismo, nos alejaba de la temática habitual de chica, coche y bar de carretera. Bob Dylan, los Beatles…, nos abrieron a un mundo más complejo, y el salto a ‘Canciones’ fue muy grande. Diego era la mente más inquieta. Nos obligaba a probar cosas nuevas. Estuvo bien no hacer nunca dos discos iguales.
Diego Vasallo, Juan Ramín Viles y Mikel Erentxun, los Dundan Dhu originales / EPC
Hay canciones de Duncan Dhu de Diego, otras suyas, y luego muchas que son compartidas. ¿Cómo funcionaba la composición?
Al principio componía yo, era un poco el líder, cantaba y escribía, pero Diego en seguida despuntó como un escritor de canciones excelentes. De hecho, bastante mejor que yo. Empezó a escribir más y también lo hicimos a medias, yo la música y él la letra. Los mayores clásicos de Duncan son los que escribimos a medias. Teníamos una buena química.
Una de las que firmaron a medias es ‘En algún lugar’, que hoy es la más escuchada en Spotify con mucha diferencia: 478 millones de audiciones (la segunda, ‘Cien gaviotas’, de Vasallo, tiene 68 millones). ¿Conoce el motivo?
La respuesta está en América. Allí es un himno, algo impresionante. Yo creo que en España la más clásica es ‘Cien gaviotas’, que curiosamente en su día no fue número uno, a diferencia de las siguientes, ‘No puedo evitar pensar en ti’ y ‘Jardín de rosas’. En México, sobre todo, también Estados Unidos, estuvo nuestro trampolín en América.
Aunque en su día trabajaron más intensamente los mercados europeos.
Sí, apostamos más por Europa que por América. Fichamos por Creation en el Reino Unido, y Les Disques du Crépuscule en el Benelux, y Virgin en Francia… Lo intentamos por todos los medios, pero no funcionó. América era tangencial y fíjate el éxito que conseguimos. Si la hubiéramos trabajado de verdad, como hicieron los Hombres G, a lo mejor aún seríamos más grandes allí. Pero teníamos un poco de esnobismo y nos atraía más Europa, que era un reto más difícil.
Con ‘El grito del tiempo’ (1987) vendieron 400.000 ejemplares. ¿Un álbum en el que no tocaron los instrumentos?
Todos tocamos en algún tema, pero Paco Trinidad [productor] introdujo músicos de sesión y eso rompió el grupo. A partir de ahí, todo cambió. Pasamos de trío a dúo. No tengo un buen recuerdo de ese álbum, y eso que fue el más exitoso. Hay buenas canciones, pero no me gusta como suena y no me trae buenos recuerdos porque hubo mucha tensión. Paco quiso hacer una superproducción, pero es un sonido muy ochentero y se quedó en tierra de nadie.
No tocar en un álbum era más frecuente de lo que parecía.
Eso nos decía el productor, y todo el mundo, pero a nosotros nos pareció una afrenta. A partir de ahí ya tocamos en todos los discos. La personalidad de un grupo está ahí. Las imperfecciones enriquecen el resultado.
El tercer ‘duncan’, Juan Ramón Viles, abandonó la música profesional y acabó saltando a la política: hace años que es concejal en el ayuntamiento de San Sebastián por el PNV. Diego y usted siempre se mantuvieron apartados de la arena política.
No, como grupo nunca nos mojamos, ni para un lado ni para otro. Alguna canción hay que tangencialmente se acercaba a temáticas controvertidas, pero en general era otro tipo de letras.

Mikel Erentxun, en concierto el pasado 22 de junio en Sevilla. / Raúl Caro / EFE
‘El grito del tiempo’ pasa por ser el primer lanzamiento en CD de un artista español, y el siguiente, ‘Autobiografía’ (1989), el primer CD doble.
Es lo que nos han dicho siempre. En teoría es así. Cuando hicimos ‘Autobiografía’, doble, a imagen y semejanza del blanco de los Beatles, no era habitual que un grupo de rock en español grabara tantas canciones, y el disco se vendió muy bien.
Lo grabaron en Londres con invitados ilustres: miembros de los Attractions de Elvis Costello y los pioneros del pub rock Nick Lowe y Brinsley Schwarz.
Nuestro mejor disco y el principio del fin. Porque, cuando en tu cuarto disco ya tocas techo, ¿qué haces después? Fue un salto brutal a nivel sónico. Es una obra magna. Lo que menos me gusta es mi voz, la que tenía a esa edad. Ahora lo escucho y me chirría eso.
Con la distancia, ¿por qué cree que Duncan Dhu, un grupo de San Sebastián bastante ajeno a las corrientes de la época, alcanzó aquel grado de popularidad?
No sé por qué ocurrió. Éramos un grupo ‘indie’. Estábamos en un sello independiente, GASA, nuestro mercado era el de Radio 3, tocábamos en salas pequeñas y, de repente, nuestras canciones empezaron a sonar en las radios comerciales y el mundo se abrió. Pero nosotros no teníamos nada que ver con todo lo demás, con el sonido de los 80. Ahí radica el éxito. Esto no son matemáticas, no hay una fórmula. A nosotros nos gustaba decir que hacíamos canciones de playa, que podías tocar en una excursión, junto a una fogata.
Surgió un fenómeno de fans.
Nos veíamos en otro mundo, pero tuvimos nuestra época de fans locas tipo Hombres G, que lloraban y se desmayaban. Pero creo que con ‘Autobiografía’ nos desmarcamos y tuvimos un público ya más heterogéneo.
«La nostalgia bien entendida no tiene por qué ser mala, pero no me gusta vivir de ella, me parece un error»
En esta gira, ¿la nostalgia es el motor?
La nostalgia bien entendida no tiene por qué ser mala. No me gusta vivir de ella, me parece un error, y la prueba es que he grabado casi 30 discos y no se puede decir que haya vivido de éxitos pasados. Esta gira mira hacia atrás, es una gira de aniversario, pero no huele a naftalina. Hemos cogido el repertorio y lo hemos actualizado, apostando también por canciones menos conocidas para que no sea un mero karaoke, y creo que hemos conseguido un resultado bastante actual.
La música en directo anda bastante desbocada, sobre todo en torno a los grandes nombres. ¿La música llega a un público al que antes no llegaba?
Es posible. Ahora que no se venden discos y que la música se ha convertido en una cosa de usar y tirar, de consumo rapidísimo, todo el mundo llena estadios. Es una cosa de locos. Pero no me gusta nada lo que veo. Vas a un concierto y no sabes qué suena, quién está tocando ahí… Todo el mundo lleva pregrabados. A mí me gusta que lo que suene en el escenario esté interpretado por la gente que está en el escenario, y ahora eso se ha diluido muchísimo. Ahora ves a un grupo en un escenario y no sabes qué es real y qué no. Grupos cantando en ‘playback’… Un horror.
Hablaba de su «última gran gira»… ¿Ya se ve de retirada?
No, para retirarme, no, pero sí de las giras grandes. Estoy disfrutando mucho, pero a mí realmente me gustan mucho más los teatros, auditorios pequeños, salas… Lo grande está bien para el ego y para el bolsillo, pero me gustan más las cosas más pequeñas.
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