«¿Y quién soy yo? Ese es un secreto que jamás desvelaré», se escuchaba decir a una voz femenina cada vez que empezaba ‘Gossip girl’. Por suerte o por desgracia, los autores de este sofisticado culebrón juvenil decidieron revelar finalmente quién había tras la reina cotilla titular, esa entidad que se había pasado seis temporadas difamando a nuestros héroes y, sobre todo, nuestras heroínas; especialmente a la ‘it girl’ Serena van der Woodsen (Blake Lively), lo que hacía improbable que detrás de todo el drama estuviera Dan Humphrey (Penn Badgley), aquel Chico Solitario decidido a surcar los más procelosos mares sociales del Upper East Side tan solo por acercarse a ella.
Pero si algo nos ha enseñado la ‘soap opera’ en su historia, es que nada es demasiado improbable ni imposible cuando el objetivo es crear discusión. Por eso toda la novena temporada de ‘Dallas’ fue un sueño de Pamela Ewing (Victoria Principal) y la segunda de su ‘spin-off’ ‘Los Colby’ acababa en abducción extraterrestre. Frente a cosas así, ¿qué tenía de descarado convertir a Dan Humphrey en Reina Cotilla? Pues lo tenía todo, todo de descarado.
El delirio normal
Era el imposible anticlímax de un episodio de final de serie que hasta esos minutos se había caracterizado solo por el delirio acostumbrado. Su trama se centraba en la decisión de Blair Waldorf (Leighton Meester) y Chuck Bass (Ed Westwick), su novio malote de ida y vuelta, de pasar por vicaría solo para que la primera no se viera obligada a testificar en un posible juicio contra el segundo como culpable de parricidio. Nada fuera de lo normal… en este mundo sin igual. Mientras Blair y Chuck buscaban el modo de reunir a sus invitados en el Museo Metropolitano de Arte, porque había que ser discreto, el padre de Serena (William Baldwin como… William Van der Woodsen) recuperaba en tiempo récord los afectos de su exmujer Lily (Kelly Rutherford), a quien afectó más la primera (falsa) muerte de Bart Bass (Robert John Burke) que la segunda.
Pero todo aquello ha quedado sepultado en la memoria. Este cronista no habría podido escribir el párrafo anterior de no haber acabado de volver a ver ‘Nueva York, te quiero. Besitos’, como se llama el capítulo. Solo pervive la desazón por la revelación sobre Humphrey y todo lo que ella conlleva.
Razones para la desolación
Habrá quien diga que alguna pista siempre hubo, como que Dan fuera admirador de Edith Wharton, una influencia esencial para la escritora Cecily von Ziegesar a la hora de encontrar a los personajes y el tono de las novelas ‘young adult’ que inspiraron ‘Gossip girl‘, aquí empezadas a publicar por El Tercer Nombre a principios de siglo. Pero no es pista suficiente, no si tenemos en cuenta todo lo que Dan llegó a decir en nombre de GG y que en la serie oímos a través de la voz en ‘off’ de Kristen Bell, aquí de cuerpo presente en un cameo desconcertante.
El supuesto buen tipo de la serie hizo de todo, desde airear públicamente que su novia (Serena por entonces) se había comprado un test de embarazo a esparcir rumores sobre la vida sexual de su hermana de 15 años, Jenny Humphrey (Taylor Momsen), alias Little J, de la que también destapó sus flirteos con el tráfico de drogas. Blair tampoco escapó, ni mucho menos, de su radio de acción: tuvo que ver publicadas páginas de su diario y sufrió un aborto espontáneo en un accidente causado por Dan en primera instancia. Por el camino se dejó a sí mismo como infiel compulsivo, no sabemos si para contrarrestar esas maldades con las mujeres de su vida o por una especie de fanfarronería retorcida.
Es decir, Dan Humphrey no era un héroe de clase media-alta, el perdedor que acababa quedándose a la chica de la serie (Serena, con permiso de la fabulosa Blair) e incluso casándose con ella en la segunda boda de la finale, desarrollada cinco años después en un extraño ‘flashforward’ con la misma canción que adornó el final de ‘Sexo en Nueva York’ ocho años antes: el clásico ‘house’ ‘You got the love’ de The Source con Candi Staton, solo que en versión de Florence and the Machine. ¿Homenaje? ¿Falta de imaginación? ¿Coincidencia? Sea por la razón que sea, esa elección solo añadía una capa extra de irrealidad.
Dan resultó ser en realidad nada menos que el mal personificado, un hipócrita y un maestro manipulador. A ningún fan de ‘Gossip girl’ debió sorprenderle que el siguiente papel importante de Penn Badgley fuera el del librero con tendencias psicópatas de ‘You’: se llama evolución natural.
Suscríbete para seguir leyendo