Controlar las malas hierbas y las malezas es una tarea que ocupa muchas horas de los agricultores y los técnicos forestales. Herbicidas y métodos mecánicos son los más utilizados para lograrlo. Pero un estudio científico pionero acaba de demostrar que la tecnología de control eléctrico de malezas alcanza niveles de eficacia comparables a los herbicidas tradicionales y superiores a los métodos mecánicos en viñedos, sin dañar los cultivos ni el suelo.
La investigación, publicada en la revista ‘Weed Science’ y liderada por las científicas Catherine Borger y Miranda Slaven evalúa por primera vez esta alternativa en condiciones reales de viticultura mediterránea y cuantifica su riesgo de incendio, un aspecto crítico hasta ahora no estudiado.
Las pruebas se realizaron durante dos años consecutivos (2022 y 2023) en cuatro viñedos cercanos a Yallingup, en Australia Occidental, utilizando un equipo, montado en un tractor, que consta de una unidad de alimentación de 36 kW y aplicadores laterales con electrodos que entran en contacto físico con las malezas.
Ausencia de impacto en los cultivos
Mediante descargas eléctricas que viajan hasta las raíces, el sistema destruye los tejidos vegetales sin emplear químicos. Los resultados mostraron reducciones de biomasa de malezas del 84% al 87% con configuraciones de 24 kW y 36 kW, cifras estadísticamente equivalente al 88% logrado con herbicidas (glifosato + amitrol) y muy superior al 65% obtenido con desbroce mecánico.
Un viñedo. / Pixabay
«Demostramos por primera vez que el control eléctrico de malezas en viticultura tiene una eficiencia comparable a la de los herbicidas», subraya Catherine Borger, autora principal.
La ausencia de impacto en los cultivos se confirmó mediante mediciones del Índice de Vegetación de Diferencia Normalizada (NDVI), que no revelaron diferencias en el desarrollo de las vides (Vitis vinifera) tras los tratamientos. Este aspecto es crucial para la adopción en viñas maduras con sistemas radiculares profundos, donde cualquier estrés afectaría la producción. «Además, no se observaron daños en las vides», precisa Borger.
Ausencia de residuos químicos
Las ventajas de esta tecnología incluyen «la ausencia de residuos químicos en el medio ambiente y en los alimentos, la ausencia de períodos de ayuno tras la aplicación, la ausencia de restricciones de uso en condiciones de viento debido a la deriva, la ausencia de resistencia química y la ausencia de impactos no deseados en la vegetación vecina o las vías fluviales», apunta Borger.
No obstante, reconoce limitaciones operativas: «Sin embargo, las desventajas incluyen la baja velocidad de aplicación y el alto consumo de combustible«.
El estudio abordó exhaustivamente el riesgo de incendio, una preocupación teórica en estudios previos nunca cuantificada. Experimentos controlados con biomasa vegetal seca (paja de cebada y heno de avena en densidades de 50 a 650 gramos por metro cuadrado) mostraron un promedio de 0,37 incidentes de humo o llama por metro cuadrado cuando se operaba sobre residuos completamente secos. Este riesgo aumentó con velocidades menores (1 kilómetro por hora), porque el mayor tiempo de contacto electrodo-planta generaba más chispas.
No se registró ningún incendio
Sin embargo, en todas las aplicaciones primaverales realizadas en viñedos (septiembre, ya que el estudio se realizó en el hemisferio sur), con suelos y vegetación húmedos (22% a 27% de humedad volumétrica), no se registró ningún incendio.
La conclusión es contundente: la técnica es segura en el invierno y la primavera, pero no recomendable en verano u otoño cuando la biomasa está seca.

El tractor utilizado en la investigación. / Miranda Slaven y Catherine Borger
El contexto agronómico refuerza la relevancia de estos hallazgos. El manejo convencional de malezas en viñedos depende en un 70% a 90% de herbicidas, práctica asociada a pérdida de biodiversidad, resistencia evolutiva y rechazo social. Alternativas como el laboreo pierden terreno por su impacto negativo en la salud del suelo.
Desafíos por resolver
«El control eléctrico de malezas será de especial importancia para aquellos viñedos donde la resistencia a los herbicidas es cada vez más problemática y para los productores orgánicos», señala Borger. La integración en estrategias de manejo diversificado resulta esencial para prevenir la selección de malezas tolerantes.
En todo caso, quedan desafíos por resolver. La velocidad de aplicación (1,1 a 1,4 kilómetros por hora) es significativamente menor que la de herbicidas (4 kilómetros por hora) o desbroce (3 kilómetros por hora), limitando su adopción en grandes extensiones. Pero la automatización podría mitigar esta desventaja: tractores autónomos compatibles con el sistema ya se prueban en viñedos.
Tampoco se exploró la eficacia a velocidades mayores o con distintas especies, edades y densidades de malezas. Además, aunque la humedad del suelo no comprometió los resultados en este estudio, investigaciones paralelas sugieren que podría reducirse la efectividad en suelos muy húmedos al dispersar la corriente eléctrica.
Los resultados respaldan la inclusión del control eléctrico de malezas en programas de manejo integrado, aunque las autoras advierten: «Esta táctica no puede resolver todos los problemas de manejo de malezas. Por lo tanto, las estrategias de manejo integrado de malezas siguen siendo la mejor práctica».