El presidente de EEUU, Donald Trump, ha ordenado el despliegue de dos submarinos nucleares hacia zonas próximas a Rusia tras un nuevo cruce de declaraciones con el expresidente ruso Dmitri Medvédev. El enfrentamiento, que se desarrolló durante el fin de semana en redes sociales, se intensificó tras el ultimátum anunciado por Trump a Moscú para alcanzar un alto el fuego en Ucrania.
«He ordenado que se posicionen dos submarinos nucleares en las regiones apropiadas, por si estas declaraciones necias e incendiarias son algo más que palabras», escribió Trump el viernes en su red Truth Social. El presidente reaccionaba así a un mensaje publicado por Medvédev, en el que advertía que “cada nuevo ultimátum es un paso hacia la guerra. No entre Rusia y Ucrania, sino con su propio país”.
«Las palabras son muy importantes, y pueden tener consecuencias imprevistas», añadió Trump en ese mismo mensaje. «Espero que este no sea uno de esos casos», concluyó.
Un pulso recurrente en redes
La tensión entre ambos se intensificó el martes, cuando Trump dio a Rusia “10 días a partir de hoy” para acordar un alto el fuego en Ucrania, bajo la amenaza de imponer aranceles a Moscú y a los países que compren su petróleo. Medvédev respondió en X —la antigua Twitter— con un mensaje provocador, advirtiendo que Trump “está entrando en un territorio muy peligroso”.
«Y decirle a Medvédev, el fracasado expresidente de Rusia, quien aún se cree que es presidente, que tenga cuidado con lo que dice. ¡Está entrando en un territorio muy peligroso!», replicó Trump en Truth Social horas después.
Este no ha sido el único encontronazo entre ambos. Hace apenas un mes, Trump ya había expresado su malestar después de que Medvédev sugiriera en Telegram que «hay países que están listos para entregarle directamente sus propias armas nucleares a Irán». La respuesta de Trump fue inmediata: “¿He escuchado al expresidente ruso Medvédev usar la palabra con N (¡Nuclear!) con indiferencia? (…) La palabra con N no debería tomarse tan a la ligera», escribió entonces.
Mientras el presidente ruso, Vladímir Putin, guarda silencio sobre el nuevo giro dado por Trump a la relación bilateral, Medvédev actúa como su portavoz en la sombra, intensificando sus publicaciones en X y Telegram desde que comenzó la guerra en Ucrania.
Un político venido a menos con influencia digital
Dmitri Medvédev, que hoy ocupa el cargo de vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia, ha pasado de ser delfín presidencial a convertirse en un político con fuerte presencia en redes sociales, pero escasa influencia institucional. Pese a ello, ha logrado irritar con frecuencia a Trump, especialmente con sus mensajes cargados de amenazas veladas y ataques personales.
Medvédev, aliado de Putin desde sus inicios en la política municipal en San Petersburgo, fue presidente de Rusia entre 2008 y 2012, cuando Putin no pudo optar a un tercer mandato consecutivo. Prometió reformas liberales, pero acabó ampliando de cuatro a seis años el mandato presidencial. Su caída en desgracia se consolidó en 2011, cuando no vetó en el Consejo de Seguridad de la ONU la creación de una zona de exclusión aérea en Libia, lo que allanó el camino para la caída de Muamar el Gadafi.
Años después, ya como primer ministro (2012-2020), su popularidad se desplomó. Gestionó el impacto de las sanciones tras la anexión de Crimea, los costos del Mundial de 2018 y los Juegos de Sochi, y fue objeto de una profunda crítica social por una frase que aún le persigue.
Desde entonces, su mayor relevancia la ha recuperado como agitador digital, publicando mensajes cada vez más belicosos. Este lunes, contestó nuevamente a Trump en Telegram: «Si las palabras de un expresidente ruso despiertan una reacción tan nerviosa de todo un terrible presidente de EEUU, eso significa que Rusia tiene toda la razón y seguirá su camino».
Escalada retórica sin consecuencias claras
El Gobierno ruso no ha dado señales de acatar el ultimátum de Trump, y mantiene sus propios términos para una eventual negociación de paz. Moscú considera la iniciativa estadounidense como una interferencia directa y hostil, aunque hasta el momento no ha habido reacciones oficiales desde el Kremlin.
Mientras tanto, la tensión verbal sigue creciendo. En otra de sus publicaciones, Medvédev afirmó: “Trump está jugando al juego de los ultimátum con Rusia: 50 o 10 días… Él debería recordar dos cosas. Rusia no es ni Israel ni incluso Irán”.
Con el despliegue de los submarinos nucleares, Trump refuerza su estrategia de presión directa sobre Moscú, en un contexto cada vez más cargado de retórica bélica.